El regreso del “Nuevo Siglo Americano”
A medida que pasan los días, el mundo ve como el presidente Donald Trump se va alineando con los dictámenes de la oligarquía y renegando de cada una de sus promesas electorales en un ejercicio cotidiano de traición al mandato popular. Renegando de sus promesas electorales, Trump se consagra, finalmente, como presidente ante sus pares.

En este marco, la salida de su principal ideólogo y estratega, Steve Bannon, del Consejo Nacional de Seguridad fue un hecho altamente simbólico. Atrás quedaron los discursos de Trump sobre repliegue del Medio Oriente, y de obsolescencia de la OTAN, atrás quedó el enfrentamiento contra el “establishment” y Wall Street. Aunque Steve Bannon también abogaba por la guerra entre el occidente cristiano y el Islam, y designaba a Irán como el “centro del terrorismo internacional”, una vez Trump en la Casa Blanca, éste pasó a cumplir con la tarea de negar la influencia política de los Think Tanks neo-conservadores y la de desarrollar la imprescindible estrategia comunicacional de distracción de la opinión pública nacional ante las insostenibles promesas electorales de Trump en lo económico. De ésta última necesidad, nacen la islamofobia y las ridículas medidas discriminatorias en contra de los viajeros musulmanes organizadas por ésta administración. Pero el enfrentamiento con los sectores neo-conservadores, y los halcones demócratas ha terminado, Trump asumió la implacable lógica imperialista. La Casa Blanca regresó a los fundamentales de la supervivencia de la hegemonía norteamericana y ésta pasa por el control de Medio Oriente y del Pacifico para la contención de China. Regresan con fuerza los Think Tanks neo-conservadores que han basado su visión del mundo sobre la destrucción de Irán por ser éste, el principal factor de organización de la resistencia a los planes imperialistas para la región. Los dinosaurios del “Project for a New American Century” han retomado el control sobre la política exterior norteamericana y el lobby sionista/neo-conservador impulsa con rabia la profundización de la colaboración con Israel cuyo objetivo prioritario es tumbar al gobierno iraní.

Obama usaba de los drones (y las empresas militares privadas) para virtualizar la guerra permanente de EEUU en el Medio Oriente, para deshumanizarla, para esconderla ante una opinión publica cada vez más desfavorable a una nueva aventura bélica de los EEUU en el Medio Oriente. El reciente bombardeo estadounidense de Siria, el despliegue del portaaviones USS Carl Vinson en aguas del Pacifico, y los movimientos de tropas de la OTAN hacia las fronteras rusas demuestran, por el contrario, una voluntad de mostrar fuerza, de militarizar la comunicación política en búsqueda de beneficios en lo nacional y en lo internacional. Éste no es más que el lenguaje de la brutalidad que revela el escaso margen de maniobra del ejecutivo norteamericano ante el fracaso de la administración anterior a la hora de detener el avance de las fuerzas opositoras al modelo de dominación global de los EEUU. Trump y la oligarquía gringa deben lidiar con una realidad muy desfavorable para los intereses estadounidenses tras décadas y billones de dolares invertidos, en desesperados intentos de mantener la hegemonía imperial usamericana. Ni las invasiones de Irak y Afganistán, ni la guerra en contra del terror, ni el despliegue de drones, la creación de Daesh, ni la primavera árabe, ni blackwater, pudieron crear las condiciones que permitan asegurar la permanencia de los EEUU como potencia hegemónica. Por el contrario, las políticas norteamericanas han acelerado el ritmo de la integración económica del campo anti hegemónico, y han forzado una mayor coordinación en lo político y en lo militar de los países que resisten al orden mundial diseñado en Washington. El problema es serio para el imperialismo y sus estrategas no han logrado producir una nueva estrategia que permita detener el avance de la competencia. Ésta será la tarea de los diversos Think Tanks del “Establishment” que regresan, urgidos, a la relevancia política tras un corto receso.

Mientras tantos, la administración Trump no tiene otra opción que la de continuar con sus tácticas de cambio de regímenes, de guerra económica, financiera y mediática, y de propaganda armada. Los EEUU se enfocarán en intentar agudizar las tensiones entre las naciones y sus minorías. Kurdos, baluchis, druzos vuelven a ser la carta maestra del imperialismo para mantener la región en llamas. La intensa propaganda armada está destinada a elevar la tensión para lograr obtener concesiones políticas y económicas de los principales actores en la escena internacional, aliados y enemigos. Por un lado, la crisis con Corea del Norte cumple el objetivo político de forzar la incorporación de países previamente pasivos al esfuerzo de militarización del mar de China y de imponer a otros, la obligación de adquirir material bélico made in USA en el marco de la estrategia de contención de China. Por otro lado, el bombardeo a Siria fue, también, una señal a las elites europeas indicando que el receso ha terminado y que más vale que ganen las Fuerzas pro-OTAN en las diversas elecciones que se realizarán este año en el viejo continente.