Según la definición un cínico es quien actúa con falsedad o desvergüenza descarada. Está descripción se aplica no solo a las últimas palabras del primer ministro de “Israel” Benjamín Netanyahu, sino a toda la práctica política de este criminal de guerra.

Recientemente frente al rechazo de la comunidad internacional por el ataque de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) contra la iglesia de la Sagrada Familia, en la Franja de Gaza el carnicero Netanyahu, que tiene el sumo poder del Estado terrorista de “Israel” por medio de su Ministerio de Asuntos Exteriores, ofreció una disculpa por el ataque a la iglesia en Gaza. En la que dice: 

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“’Israel’ expresa su profundo pesar por los daños causados a la iglesia de la Sagrada Familia en la ciudad de Gaza y por cualquier víctima civil”, de acuerdo con una publicación en las redes sociales, y añadió que se estaba llevando a cabo una investigación, y que “Israel nunca ataca iglesias ni lugares religiosos".

Es llamativo como aún cuando intentan disculparse no pueden dejar de mentir y lo hacen con total impunidad.

Por los bombardeos en Gaza fueron destruidas la iglesia Bizantina de Jabalia, y la ortodoxa griega de San Porfirio, donde murieron una veintena de cristianos refugiados, solo por nombrar los dos casos de las tres destruidas no perteneciente al credo islámico. 

Pero si hablamos de Mezquitas (que también son lugares sagrados, a menos que el asesino de Netanyahu haya ilegalizado al islam) según el Ministerio de Asuntos Religiosos de Gaza el ejército agresor demolió hasta el 2024 el 79 por ciento de las mezquitas (814 de las mil 245) y dañado gravemente otras 148 durante sus bombardeos intensificados.

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Es más, la perversión del ejército israelí no termina con bombardear y asesinar a civiles desarmados, destruir sus centros asistenciales o dejar en escombros sus lugares sagrados. La obsesión no deja descansar en paz ni a los muertos. 

El Ministerio también acusó a los sionistas de atacar deliberadamente 19 de los 60 cementerios. De acuerdo con el comunicado han profanado tumbas, exhumado cadáveres y cometido brutales actos de violencia contra los fallecidos, como robar sus restos y mutilarlos. 

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Todos estos hechos no son errores, es la barbarie humana y el genocidio expresado en su nivel más alto y bestial. 

Todo esto debe ser no solo condenado y denunciado internacionalmente, sino juzgado.  Netanyahu y sus jinetes de la muerte deben ser juzgados y condenados por sus crímenes contra la humanidad.

Y su destino no puede ser muy diferente al que afrontaron los jerarcas Nazis en los juicios de Nuremberg.