Fidel y Che: la memoria en disputa
Una frívola influencer devenida en funcionaria de ultraderecha en México retiró una estatua de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, que rememoraba el primer encuentro de estos héroes en la Ciudad de México.
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Fidel y Che: la memoria en disputa. Foto Cuartoscuro / Archivo
Los recientes estallidos populares en diversas partes del mundo han resaltado la importancia de la disputa simbólica. Han derribado monumentos del orden colonial, alzado las banderas de los pueblos originarios, renombrado calles y plazas. Han hecho pequeños actos de justicia histórica.
En México las luchas de mujeres, trabajadores, familiares de víctimas de violencia y procesos de resistencias populares han construido, desde las inmediaciones del Castillo de Chapultepec hasta el Zócalo capitalino, intervenciones y antimonumentos que, desde abajo y a contracorriente de la oficialidad, denuncian crímenes de Estado acaecidos en los últimos 60 años.
En sentido opuesto a estos procesos, una frívola influencer devenida en funcionaria de ultraderecha apostó a salir de su marginalidad retirando una estatua de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, que rememoraba el primer encuentro de estos personajes en la Ciudad de México.
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Es un acto opuesto a las rebeliones citadas, en tanto no fue un movimiento el que las removió, sino empleados de la alcaldía; no se hizo desde la fuerza que da la legitimidad de la protesta, sino del abuso del poder conferido a la autoridad; no se atacó un monumento parte del relato oficial del Estado, sino a dos figuras que la memoria popular mantiene vivas y, principalmente, el acto es contrario a las manifestaciones de rebeldía, porque sus motivaciones y objetivos son parte de una posición ideológica apologética del orden neocolonial, capitalista, imperialista y autoritario contra el que Fidel y el Che se alzaron en su momento, y hoy también las rebeliones populares.
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La memoria está siempre en disputa. Hoy se encuentran vivos los sentidos y contenidos del pasado y el futuro. Las fuerzas del sistema han concentrado gran parte de sus energías en manipular la historia de estos revolucionarios, intentando someterlos al olvido y tergiversándolos. Así, con una historia falseada, que se sustenta en que el mundo de hoy es el único posible y deseable, resulta difícil a los oprimidos encontrarse con la imagen verdadera de Fidel y el Che, apropiarse de ellos y actuar en consecuencia.
Fidel y Che –así, sin apellidos, porque quienes los mantienen vivos los sienten tan familiares que no requieren usar ningún apelativo– representan la personificación del movimiento que logró articular la protesta y la propuesta más radical de América Latina en el siglo XX: la revolución cubana de 1959.
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Fidel y Che representan la posibilidad de que la impugnación al orden establecido pase de simple pose o acto individual a un movimiento masivo, organizado y con una propuesta de proyecto y poder propios. Representan la posibilidad de que los seres humanos subviertan las condiciones de opresión en que han nacido y que, por fuera de los cánones de la política establecida, planteen una forma original, subversiva y popular de hacer política.
Aproximarse a la historia no tergiversada de Fidel y Che resulta clave para comprender las contribuciones teóricas y prácticas que el socialismo latinoamericano ha construido como posibilidad de trascender al capitalismo en estas tierras.
Cuando Occidente mostraba un agotamiento en cuanto a posibilidades de conmover a las multitudes, fueron Fidel y Che quienes lograron, desde la revolución cubana de la que eran parte, impactar en los movimientos de liberación de todo el tercer mundo y avivar la protesta en Occidente. Ellos fueron determinantes para avivar la segunda ola de revoluciones que marcó el siglo XX.
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En tiempos en que la opresión social se agudiza y los gobiernos progresistas recusan ir más allá del posibilismo en que los ha encajonado el sistema, la rebeldía está intentando ser monopolizada por la ultraderecha para, en una aparente posición antisistémica, contribuir a profundizar las condiciones actuales de opresión.
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La inmediata ausencia de referentes ideológicos anticapitalistas y subversivos no es sino producto de las operaciones contra la memoria popular. Resulta vital para las recientes rebeliones populares –que han derribado estatuas y construido antimonumentos– encontrarse con el pasado, avivar la memoria que va a contracorriente del sistema y disputar los símbolos. En esa pelea Fidel y Che, de carne y hueso, volverán a estar entre los más humildes, para convertir el rechazo al sistema en proyecto de un nuevo orden social.
El más importante rescate de Fidel y Che no vendrá de la recolocación de las estatuas, aunque debamos seguir exigiendo su reinstalación, sino de traer a la escena pública lo que hay en ellos que tanto molesta a los privilegiados, racistas, clasistas y fascistas-sionistas de ayer y hoy, quienes tanto temen que Fidel y Che se vuelvan a hacer millones.