Como ya se ha hecho habitual en el otorgamiento al Premio Nobel de la Paz, en esta nueva ocasión se buscó la forma completamente política de entregar ese galardón a María Corina Machado, una persona que ha estado envuelta en los últimos años en todo tipo de revueltas y agresiones contra el legítimo gobierno de Venezuela.

En momentos de grandes tensiones en el mar Caribe donde Estados Unidos ha desplegado un gran número de buques de guerra bajo la excusa de luchar contra el «narcoterrorismo» mientras amenaza abiertamente con lanzar una agresión armada contra Venezuela para adueñarse de sus riquezas petroleras y minerales, el Comité Noruego del Nobel se sumó a esa política del ala violenta del gobierno de Donald Trump.

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Cada año decae más aún el prestigio de ese Comité que en la mayoría de los casos (y solo con pocas excepciones) otorga reconocimientos a figuras de la derecha apoyadas por Estados Unidos y Europa Occidental que combaten a gobiernos progresistas legítimamente elegidos.

En este caso desestimaron figuras emblemáticas palestinas que han enfrentado los horrores de la ocupación israelí durante décadas y el genocidio sionistas contra la Franja de Gaza, o la lucha de la activista sueca Greta Thunberg que fue promovida por varios sectores y organizaciones internacionales.

Por cierto, unos días antes del anuncio, medios de prensa como el Financial Times, aseguraban que existía preocupación en Noruega por «las posibles represalias del presidente Trump con aranceles u otras medidas» si no resultaba él, ganador del premio Nobel de la Paz.

Al parecer Trump ha quedado más tranquilo al darle el premio a María Corina quien ha trabajado, codo con codo, con Washington para tratar de derrocar al presidente Nicolás Maduro.

María Corina ha estado envuelta en los últimos tiempos en todas las acciones desestabilizadoras contra la Revolución Bolivariana. Tras las elecciones presidenciales del 28 de Julio de 2024 ganadas por Maduro, ella fue la principal protagonista de las llamadas Guarimbas que sumieron a Venezuela en una ola de violencia que dejó más de una veintena de muertos y 192 heridos, todos simpatizantes chavistas.

En esa ocasión, la opositora de extrema derecha convocó a desconocer los resultados expresados por el Consejo Nacional Electoral y aparecieron en las vías públicas grupos de encapuchados que realizaron actos vandálicos, rompieron monumentos, incendiaron organismos públicos de salud y bloquearon calles con troncos y neumáticos. La acción disciplinada de las fuerzas armadas junto al pueblo lograron contener la embestida.

Ella ha estado vinculada directamente, según investigaciones del Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, en el fallido atentado en la Plaza Bolívar que de no ser detenido hubiera ocasionado un impacto letal de 911 metros y las esquirlas llegarían a mil 200 metros.

Hace varios días se le vinculó también con la organización para colocar explosivos en la embajada de Estados Unidos en Caracas con el fin de provocar una operación de «falsa bandera» e intentar que Washington lanzara una agresión militar directa contra Venezuela.

Otra vez, la institución del Nobel de la Paz vuelve a aliarse a las fuerzas de derecha al proponer a la guerrerista María Corina y denigrar, de ese forma, el espíritu por el que fue creado dicho Premio.

Algunos irónicamente hasta se han preguntado si ese Comité habría evaluado también para esa distinción al genocida Benjamín Netanyahu. A estas alturas del juego, todo cabe en lo posible.