Recordando a Qassem Suleimani: ¡siempre fue un mártir vivo!
A pesar de su importante posición, Qassem Suleimani no cambió, y siguió siendo un hombre de campo que pasa su tiempo entre los combatientes en el frente como uno de ellos.
Qassem Suleimani no era un soldado ordinario. Ni siquiera era un militar profesional en el sentido técnico de la palabra, ya que no se graduó en una escuela militar regular, ni pasó años estudiando en institutos militares que le dieran rangos y certificados, ni fue delegado para recibir largos cursos militares oficiales en países "amigos"... nada de eso.
El joven revolucionario
Tenía 20 años cuando estalló la revolución pública en Irán a finales de los años 70. El joven, de la provincia de Kerman, que trabajaba como obrero de la construcción, se unió a los revolucionarios y participó en la organización de huelgas y manifestaciones contra el régimen del Sha. Inmediatamente después de la victoria de la Revolución Islámica, Soleimani se unió voluntariamente a las brigadas de la Guardia de la Revolución, fundada por el ayatollah Jomeini con el objetivo de proteger a la revolución y a sus cuadros de la oleada de asesinatos generalizados que les afectaba.
En defensa de Irán y la revolución
Poco después de la revolución, Irán se encontró bajo ataque. En 1980و Irán fue invadido por el régimen de Saddam Hussein en Iraq y comenzó una feroz y larga guerra entre ambos países. Qassem Suleimani se trasladó con sus compañeros de la Guardia de la Revolución, como la mayoría de los jóvenes de Irán, al frente de la guerra. Y allí pasó ocho años ininterrumpidos, durante los cuales no regresó a su casa ni a su familia, salvo unos pocos días. Los años de Soleimani en la guerra con Irak estuvieron llenos de sangre derramada, sudor, esfuerzos y lágrimas.
Esta dura experiencia bélica moldeó la personalidad del joven Suleimani y le enseñó lecciones más valiosas que todo lo que las academias de West Point o Royal Sandhurst podrían enseñar a nadie. Fueron lecciones de sacrificio, heroísmo y redención para defender la patria, durante las cuales vio a sus hermanos y compañeros caer en campos de minas y bajo el bombardeo de aviones y tanques, ¡e incluso de armas químicas!
El joven Qassem Suleimani demostró un valor y un coraje sin parangón, y en agradecimiento a su papel y heroísmo, sus superiores le nombraron comandante del Cuerpo de Venganza del Señor, que incluía a los combatientes procedentes de la región de Kerman en el frente. Soleimani participó en la planificación militar sobre el terreno y en la realización de las operaciones más difíciles y peligrosas a través de las líneas de fuego. Cada vez que regresaba de una de esas operaciones, no se creía que siguiera vivo, como si el destino de Dios lo reservara para papeles más grandes e importantes en el futuro.
Nunca los olvidó
La experiencia de ocho años de guerra siguió presente en la mente y el corazón de Hajj Qassem. A menudo recordaba un poema escrito por uno de sus antiguos compañeros cercanos, Hussein Yusef Elahi, un mártir en los frentes de guerra:
"Los celosos se han ido, los amantes se han ido
Todos se fueron y yo estoy solo
Ay de esta rosa llena de espinas que todos precedieron
El jeque vino y nos mostró el camino
Y yo me quedé el que no aprendió y no se fue"
Léelo y llora
No se detendrá; un papel más importante para Suleimani
Tras el fin de la guerra con Iraq, Qassem Suleimani continuó su marcha. No podía detenerse. Tiene un mensaje en la vida, y la llama de la revolución en su interior le impulsaba a dar más. En las filas de la Guardia de la Revolución, mantuvo su rumbo, esta vez fuera de las fronteras de Irán. Soleimani participó en operaciones destinadas a crear un amplio frente en la región capaz de enfrentarse militarmente a "Israel", en un momento en que parecía que los árabes habían levantado la bandera blanca y se habían rendido.
"Israel es una glándula cancerosa y debe ser extirpada", dijo Jomeini, que es lo que debe ocurrir y lo que Soleimani buscará con toda su determinación y fuerza hasta el último día de su vida. El estatus de "Hajj Qassem", como le llamaban, comenzó a ascender en las filas de la Guardia de la Revolución hasta que fue nombrado Comandante de la Fuerza Al-Quds en 1998.
Siempre con los soldados en primera línea
A pesar de su alto e importante cargo, Qassem Suleimani no cambió y siguió siendo, como durante los ocho años de guerra, un hombre de campo que pasa su tiempo entre los combatientes en los frentes como uno más, come de su comida y los abraza uno a uno cuando parten en sus misiones de la Yihad. "Estoy a vuestro servicio", les dice con toda humildad y amor. Son sus hermanos y camaradas, no soldados menores a las órdenes de un gran líder. Los rangos militares eran lo último a lo que aspiraba o buscaba Hajj Qassem. Hasta 2009, su rango militar oficial en la Guardia Revolucionaria era el de coronel, ¡nada más! No tenía medallas ni insignias en el pecho.
Los fieles
La revolución o la Jihad, como quiera que se llame, fue la vida de Suleimani. En su revolución y Jihad, ¡era como un místico! Como todos los combatientes revolucionarios a lo largo de la historia, tenía que ser un creyente, con una profunda fe en su interior. Al igual que Guevara creía en el mensaje de derrotar al capitalismo y lograr la justicia y el socialismo, Qassem Suleimani creía en el mensaje de derrotar la injusticia y apoyar a los oprimidos de la tierra.
El "chiismo" de Suleimani y su fe religiosa no eran sectarios en modo alguno, sino que eran como una antorcha que iluminaba su camino y le inspiraba la capacidad de distinguir entre los opresores "arrogantes" y la gente de derecho. En su opinión, los Imames de Ahl El-Bayt eran los Imames de la humanidad, la bondad y la justicia, y eran el modelo a seguir y la fuente de inspiración, determinación y firmeza, ¡y también una fuente de ternura! Un día, se dirigió a los habitantes de su ciudad natal, Kerman, para explicarles el secreto de su firmeza en las circunstancias más oscuras y duras: ¡Es Fátima Al-Zahra (la hija del Profeta Mahoma) quien nos inspiró y tocó nuestras cabezas con su mano en medio de esos duros momentos para nuestro rescate!
Es "Sufismo revolucionario", ni más ni menos
¡Oh, Alá! Sellar nuestro fin con el martirio
En 2009, más de 25 años después del martirio de sus mejores compañeros y hermanos en la Yihad, Qassem Soleimani regresó a las zonas de operaciones a orillas del río Arvand (Shatt Al-Arab) y recitó esta súplica en la que expresó su anhelo de alcanzarlos en sus elevadas alturas :
"¡Oh, Alá! Te pedimos, por el latido de esos corazones
¡Oh, Alá! Te pedimos, por estos restos
¡Oh, Alá! Por las oraciones que se hicieron junto a estos ríos
¡Oh, Alá! Por esos jóvenes amantes que fueron martirizados en esas trincheras y en las orillas de estos ríos
¡Oh, Alá! Por esos cuerpos que nunca regresaron del río Arvand
¡Oh, Alá! Con el anhelo de nuestros corazones, te pedimos, ¡oh Dios!
Sella nuestro final con el martirio
¡Oh, Alá! Con estas aguas en las que se movieron los amados caídos, te pedimos
que nos hagas mártires, oh Alá".
... Y Dios respondió a sus plegarias, aunque después de un tiempo.