La renuencia de al Hariri y Salam a postularse compromete el destino de las elecciones parlamentarias libanesas
La decisión del ex primer ministro libanés y líder del Movimiento el Futuro, Saad Al Hariri, de no postulares para las próximas elecciones parlamentarias que se supone que tendrán lugar a mediados de mayo próximo, no sorprendió a muchos en el Líbano.
Pero el ex primer ministro Tammam Salam - hijo del difunto e influyente líder Saeb Salam - precedió a Hariri al anunciar que también no se postulará para esas elecciones, y esto quiere decir, que se produce la salida de los líderes tradicionales de la confesión sunni de la vida política, en un escenario político complejo por el que atraviesa el Líbano.
“El desvanecimiento del harirismo político”
La vida política en el Líbano no conoció a un político con la fuerza que tuvo el difunto primer ministro Rafik al Hariri, quien se había convertido en un fenómeno único en su desempeño interno y con sus lazos y relaciones árabes, regionales e internacionales, y quien desde 1992 hasta 2004, se convirtió en uno de los políticos locales más destacados que lograron “someter” a todos los poderes entre 1992 y 1998, hasta la elección del general Emile Lahoud como presidente de la república y la designación del presidente Salim al Hoss para formar el primer gobierno de su mandato, en un intento para poner fin a la continua influencia política de Hariri , que se sustentó en la llamada “troika” que incluía al difunto presidente de la república Elias al Hrawi, al presidente del parlamento Nabih Berri y Hariri, en alianza y solidaridad con el presidente del Partido Socialista Progresista, Walid Jumblatt.
Durante los tiempos de la “troika”, el sistema económico rentista floreció a expensas de la economía productiva, y la política económica libanesa quedó sometida a los caprichos del primer ministro al Hariri.
Transcurren los días y muere asesinado al Hariri el 14 de febrero de 2005, y hereda el liderazgo del Movimiento Futuro, Saad al Hariri, quien se convierte en uno de los actores locales más destacados en la escena política, respaldado de manera particular por Riad, hasta que su relación con la familia real gobernante empeora, siendo arrestado en Riad el 4 de noviembre de 2017, y obligado a renunciar al gabinete ministerial que presidia, y desde esa fecha su relación con Arabia Saudita se ha mantenido tensa, a pesar de la insistencia de la mayoría de los factores políticos libaneses de que encabece el gobierno; su renuncia a formar un gobierno se produjo a mediados de julio, abandonando posteriormente Beirut por seis meses.
Sin embargo, el retorno de Hariri al Líbano no cambió la situación crítica por la que atraviesa el Movimiento Futuro, especialmente porque Hariri anunció que no se postulará para las próximas elecciones y no apoyará a nadie para que lo haga en la capital, y junto con la renuencia del ex primer ministro Salam, la capital libanesa pierde su representación en el foro parlamentario; todo ello establecerá para un escenario sumamente complejo y colocara al público del Movimiento Futuro ante las opciones de buscar un nuevo liderazgo; en cuanto a las elecciones parlamentarias, estas podrían estar a la deriva, sobre todo porque la mayoría de las fuerzas políticas libanesas temen disputarlas debido a la asfixiante crisis financiera y económica por la que atraviesa el Líbano y la que no tiene paragón desde su fundación en 1920, además de que el estado de ánimo popular en su mayoría ha cambiado, y los votantes libaneses no quieren volver a repetir experiencias fallidas con representantes que no lograron cumplir sus aspiraciones y que contribuyeron en diferentes proporciones a llevar al país a esta crisis, sin descartar el bloqueo externo en contra del país.
Como consecuencia, el aplazamiento de las elecciones se convierte en una de las opciones serias para los próximos dos meses.