Cuba no es propiedad estadounidense
Algunos estadounidenses aún tienen la creencia de que Cuba fue una propiedad estadounidense que le fue arrebatada por una revolución popular, luego devenida en socialista.
Las sanciones económicas, comerciales y financieras que la Casa Blanca aplica unilateralmente contra la Isla ya causaron pérdidas por más de 147 mil 853 millones de dólares, y no son pocos todavía lo que piensan en Estados Unidos, por desconocimiento o manipulación política y mediática, que los cubanos le robaron su paraíso vacacional.
Este 3 de febrero se cumple 60 años de que el presidente John F. Kennedy oficializó el bloqueo comercial total contra la isla caribeña que ya se aplicaba desde la gestión de su antecesor, Dwight Eisenhower.
Recientemente un estadounidense trasnochado era citado por el diario The New York Times manifestando su añoranza porque habían perdido "el paraíso" que representaba Cuba por sus playas y la vida libertina salpicada por casinos y otros antros permitidos en esa nación por gobiernos serviles a la mafia y a la Casa Blanca.
El bloqueo fue establecido, presuntamente, para que el Gobierno cubano compensara los bienes de ciudadanos estadounidenses que fueron nacionalizados durante la Revolución socialista iniciada tres años atrás.
Sin embargo, las víctimas son los cubanos, tanto los de la Isla como los de allá, sin considerar que muchos estadounidenses ven conculcados sus derechos de viajar libremente a un país que acoge al turismo con fraternidad y, sobre todo la afabilidad con que los isleños atienden a sus huéspedes.
A lo largo de seis décadas, y sostenido por 12 presidentes, el cerco fracasó en poner de rodillas a los cubanos, quienes nunca realizaron ninguna acción ofensiva contra sus vecinos del norte y más bien siempre estuvieron dispuestos a cooperar en diversas áreas que afectan a ambas naciones.
Política migratoria, combate al narcotráfico y al tráfico de personas, intercambios académicos y científicos, entre otras áreas, se identifican entre los campos de colaboración, donde incluso se establecieron acuerdos, muchos de los cuales, tal vez todos, fueron incumplidos por los gobiernos en Washington.
El mayor pecado de los cubanos fue, tal vez, recuperar la soberanía económica tras el fin de la dictadura de Fulgencio Batista pero, para los políticos en Washington, influidos por sectores desplazados del poder que sobre todo se establecieron en Miami, Florida, Cuba era una propiedad estadounidense conquistada tras un traicionera intervención al final de la guerra de 1995.
La cancelación en junio de 1959 de la cuota de exportación azucarera, principal sostén de las finanzas cubanas, y luego suspendiendo el suministro de petróleo, fundamental para el transporte y el desarrollo industrial fueron medidas diseñadas para derrotar a la Revolución Cubana.
Desde entonces muchas maletas, por más de 60 años, se quedaron preparadas para volver a instaurar un sistema entreguista y lacayo de las grandes empresas que durante muchas décadas empobrecieron a la Isla.
Pese al endurecimiento de las medidas de bloqueo y la aplicación de cuantas acciones unilaterales y coercitivas son imaginables, desde Kennedy hasta su similar demócrata Joe Biden, no lograron el objetivo de incluir nuevamente archipiélago cubano su "área de influencia y patio trasero".
Limitaciones de todo tipo, asfixia económica, agresiones terroristas, e incluso una invasión, no lograron el objetivo.
Las medidas coercitivas siguen renovándose y extendiéndose hasta la actualidad. De hecho, más de 240 acciones fueron adoptadas contra Cuba por el Gobierno estadounidense entre 2017 y enero de 2021, de las cuales 55 fueron aplicadas durante la pandemia del coronavirus.
En un informe presentado por el Gobierno cubano ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), la administración del presidente Miguel Díaz-Canel estimó que los daños provocados por estas medidas unilaterales de la Casa Blanca, sostenidas a lo largo de 60 años, ascienden a 147 mil 853 millones de dólares.
Pero, además de generar carencias de insumos básicos como alimentos y medicinas, limitan el desarrollo tecnológico, científico y financiero del país. "El bloqueo significa un escollo para adquirir en mercados de terceros países algunos productos y equipamientos fabricados por empresas subsidiarias de EE.UU., o que contienen un por ciento de componentes, partes o software estadounidenses", señaló en un comunicado la semana pasada el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
Por otra parte, la Cancillería cubana indico que resulta "cada vez más difícil encontrar instituciones bancarias o financieras internacionales dispuestas a recibir, convertir, tramitar o procesar el efectivo en moneda estadounidense como resultado de los efectos extraterritoriales del bloqueo".
A pesar de las presiones que lejos de disminuirse arrecian, incluso en el marco de una pandemia mundial, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del país en 2019 fue de 0,783, lo que coloca a Cuba en la categoría de desarrollo humano alto y en el lugar 70 entre 189 países y territorios.
En la actualidad, entre los argumentos que usa Washington, está la inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, lo cual provoca notables afectaciones en el ámbito bancario-financiero, al incrementar el riesgo país y generar temor entre instituciones de otros estados.
En los últimos cinco años, el Gobierno de Estados Unidos impuso amplias restricciones en el sector de los viajes y las remesas, que repercuten en la economía familiar, prohibió viajes de cruceros, cancelo vuelos regulares y chárter a todo el país excepto La Habana, así como la prohibición al envío de remesas por vías formales y la reducción de sus montos, entre otros ejemplos.
Por otro, las afectaciones para la actividad del sistema empresarial y las operaciones comerciales del país son considerables, debido a que contrapartes extranjeras han interpretado que no pueden relacionarse con Cuba o seguir operando con entidades sujetas a medidas coercitivas.
La inclusión de 53 buques y 27 empresas en una lista negra del Departamento del Tesoro, se tradujo en dificultades para la adquisición de este recurso esencial en el funcionamiento del país, según denuncias de la cancillería cubana, algo especial cruel durante la pandemia de la COVID-19.
Esa fue la funesta herencia que recibió el demócrata Biden, quien podría acabar con el bloqueo no solo el más largo sino también el más repudiado de la historia, cuyo ejemplo más claro se produce cada año por la abrumadora mayoría de los miembros de la ONU. Desde 1992, la Asamblea General de la ONU vota de manera consecutiva por el levantamiento de una política fracasada, juicio del exmandatario Barack Obama (2009-2017).
A 60 años de la inmoral política estadounidense, los gobiernos estadounidenses y acólitos no terminan de entender que Cuba es de los cubanos y de los amigos que en el mundo extienden su mano y el calor de su solidaridad.