Estados Unidos se rinde a los pies de la industria militar
La crisis bélica en Ucrania maquinada por Estados Unidos para empujar a Rusia a un escenario de confrontación con sus vecinos aporta muchas evidencias de que los estadounidenses se rindieron a los pies de la industria militar de su país.
El presidente Joe Biden quería 33.000 millones de dólares más para Ucrania. El Congreso lo elevó rápidamente a 40.000 millones de dólares. ¿Quién se beneficia?, pregunta el experto quien en junio de 2013 publicó en The Guardian las revelaciones de Edward Snowden sobre el programa de vigilancia PRISM y otros programas de la Agencia de Seguridad Nacional clasificados como de alto secreto.
Decenas de miles de millones, pronto mucho más, salen de las arcas de Estados Unidos hacia Ucrania mientras los estadounidenses sufren, lo que demuestra quién dirige el Gobierno de Estados Unidos, y en beneficio de quien trabaja, manifestó el periodista al abordar como el complejo militar industrial y sus asalariados en el gobierno y el Congreso impulsan que el país tenga abierto al menos una guerra en cualquier lugar del mundo aunque no despliegue soldados.
La reciente visita de Biden a las instalaciones de Lockheed Martins, en Alabama, es un ejemplo palmario de la subordinación del poder a la gran empresa militar, la que no produce alimento sino muerte.
Desde el comienzo de la crisis en Ucrania el 24 de febrero, la Casa Blanca de Biden anunció repetidamente grandes y aparentemente aleatorias cantidades de dinero que pretende enviar para alimentar la guerra, agregó el analista.
Esto fue precedido por una serie de nuevos paquetes de gastos suntuosos para la guerra, desvelados cada dos o tres semanas, a partir del tercer día de la guerra: Los gastos para alimentar a la industria militar fueron constantes desde febrero y a finales de abril, el gasto total de Estados Unidos en la guerra de Ucrania se acercaba a los 14.000 millones de dólares, procedentes de los 13.500 millones adicionales que el Congreso autorizó a mediados de marzo.
La mayor parte de esos fondos que se emplean para la muerte irán a parar a las arcas de la industria armamentística, incluida Raytheon, en cuyo Consejo de Administración se sentaba el actual Secretario de Defensa, Lloyd Austin, inmediatamente antes de ser elegido por Biden para dirigir el Pentágono.
Como dijo la CNN: "unos 6.500 millones de dólares, aproximadamente la mitad del paquete de ayuda, se destinarán al Departamento de Defensa de Estados Unidos para que pueda desplegar tropas en la región y enviar equipos de defensa a Ucrania".
Es difícil poner en contexto lo enormes que son estos gastos, sobre todo porque la guerra sólo lleva diez semanas, y los funcionarios estadounidenses predicen/esperan que esta guerra no dure meses, sino años. Esto garantiza que las cantidades finales serán aún más elevadas como explicó el comentarista.
Las cantidades asignadas hasta ahora -la nueva petición de Biden de 33.000 millones de dólares combinada con los 14.000 millones ya gastados- ya superan la cantidad media anual que Estados Unidos gastó para su propia guerra en Afganistán (46.000 millones de dólares), explicó.
Ejemplificó Greenwald que en la guerra de Estados Unidos en Afganistán, que duró veinte años y terminó hace apenas ocho meses, hubo al menos una pretensión de justificación de autodefensa, dada la afirmación de que los talibanes habían albergado a Osama bin Laden y a Al Qaeda en el momento del ataque del 11 de septiembre. Ahora, Estados Unidos gastará más que esa media anual después de sólo diez semanas de una guerra en Ucrania que nadie afirma que tenga ninguna conexión remota con la autodefensa estadounidense. Mas sorprendente aun es que el gasto total de Pentágono en la guerra entre Rusia y Ucrania en menos de tres meses se acerca al presupuesto militar total de Rusia para todo el año (65.900 millones de dólares).
Valoro Greenwald que mientras Washington describe a Rusia como una especie de amenaza grave y existencial para Estados Unidos, la realidad es que Estados Unidos gasta en su ejército más de diez veces lo que Rusia gasta en su ejército cada año; de hecho, Estados Unidos gasta tres veces más que el segundo país que más gasta en ejército, China, y más que los siguientes doce países juntos.
Aunque es extremadamente difícil aislar cualquier beneficio para los ciudadanos estadounidenses de a pie de todo esto, no requiere ningún esfuerzo para ver que hay un pequeño grupo de estadounidenses que sí se beneficia enormemente de este gasto masivo de fondos. Se trata de la industria de los fabricantes de armas. Tan afortunados son que la Casa Blanca se ha reunido con ellos en varias ocasiones para instarles a que amplíen su capacidad de producir armas sofisticadas para que el gobierno estadounidense pueda comprarlas en cantidades masivas.
En una muestra de cómo el poder visible se inclina ante el poder oculto, altos funcionarios de defensa de Estados Unidos se reunirán con los principales ejecutivos de los ocho mayores contratistas de defensa de Estados Unidos para discutir la capacidad de la industria para satisfacer las necesidades de armas de Ucrania si la guerra con Rusia continúa durante años.
Cito el experto que la subsecretaria de Defensa, Kathleen Hicks, dijo a los periodistas el 10 de mayo que tiene previsto participar en una mesa redonda clasificada con los directores ejecutivos de defensa el miércoles para discutir "qué podemos hacer para ayudarles, qué necesitan para generar suministro"....
Un ejemplo del compromiso fue la visita del 3 de mayo de Biden a la instalación de Lockheed Martin en Alabama donde "elogió la... planta que fabrica los misiles antitanque Javelin, diciendo que su trabajo era fundamental para el esfuerzo bélico ucraniano y para la defensa de la propia democracia".
Comentó con sarcasmo el analista que no hace falta ser un teórico de la conspiración para maravillarse de la gran fortuna de esta industria, que perdió su principal mercado de armas hace tan sólo ocho meses, cuando la guerra de Estados Unidos en Afganistán finalmente terminó, para ahora tener una oportunidad aún mayor y más lucrativa de vender sus armas en virtud del prolongado y siempre creciente papel estadounidense en Ucrania.
Raytheon, el principal fabricante del sistema antitanque Javelin junto con Lockheed, ha sido especialmente afortunado porque su gran reserva, que ya no es necesaria para Afganistán, está siendo pedida en cantidades mayores que nunca por su antiguo miembro del Consejo de Administración, que ahora dirige el Pentágono, para su envío a Ucrania. Greenwald hace un paralelo entre el gran gasto bélico y problemas que enfrenta la población estadounidense.
A partir de 2020, casi 30 millones de estadounidenses carecen de seguro médico. Durante el fin de semana, USA Today advirtió de "la continua escasez de leche de fórmula para bebés", en la que "casi el 40% de las marcas populares de leche de fórmula para bebés se agotaron en los minoristas de todo Estados Unidos durante la semana que comenzó el 24 de abril". Son tantos los estadounidenses que no pueden pagar la universidad de sus hijos que casi la mayoría está retrasando los planes o eliminándolos por completo. Mientras tanto, "la pobreza mensual siguió siendo elevada en febrero de 2022, con una tasa de pobreza del 14,4% para el total de la población de EE.UU.
En total, 6 millones de individuos más se encontraban en situación de pobreza en febrero con respecto a diciembre". Los últimos datos de la Oficina del Censo de EE.UU. revelaron que "aproximadamente 42,5 millones de estadounidenses [están] viviendo por debajo del umbral de la pobreza." Los estadounidenses con diabetes suelen tener dificultades para comprar la insulina que les salva la vida. Y así sucesivamente, apuntó.
Al concluir su paseo por el despilfarro del presupuesto que debería ir a programas de beneficio social o para enfrentar el cambio climático, por ejemplo, el experto señaló que “las alas del establishment de ambos partidos están en completa unidad de paso, siempre apoyando sin aliento el nuevo papel propuesto por Estados Unidos en cualquier nueva guerra, deseosos de vaciar las arcas del Tesoro de Estados Unidos y transferirlo a la industria armamentística mientras sus electores sufren”.
Doug Bandow, un experto del Instituto Cato estima que el pueblo estadounidense, en contraste con quienes hacen la política exterior de Estados Unidos, entiende que el peor resultado de la guerra ruso-ucraniana no es una pérdida por parte de Kiev, sino la entrada de Washington, con horrores que sólo podrían imaginarse, entre ellos los causados por una guerra nuclear. No hay nada que ocultar, es una realidad, el poder público se rinde a los pies del poder oculto que maneja los hilos del complejo militar estadounidense.