La política de destrucción en la mentalidad israelí: ¿Objetivo o herramienta?
¿Es la destrucción un objetivo en sí mismo , un medio o herramienta para lograr la disuasión? La mayoría de las acciones de destrucción y sabotaje llevadas a cabo no fueron de naturaleza operativa y no buscaban lograr objetivos militares tangibles.
Desde los primeros años de la fundación del "Estado" hebreo sobre la tierra histórica de Palestina, los gobiernos israelíes sucesivos, cuyos dirigentes y miembros, al igual que las diferentes facciones del "ejército", como las bandas de Irgun, Haganá, Etzel, Palmach, entre otras, provenientes en su mayoría de grupos paramilitares, adoptaron la política de destrucción y devastación como una de las principales herramientas contra sus enemigos árabes y palestinos.
La historia reciente registró cientos de operaciones criminales en las que el "Estado" ocupante recurrió a una política sistemática de destrucción contra ciudades, centros urbanos, instalaciones sin tener en cuenta su trasfondo ideológico, sectario, étnico o racial.
Sin embargo, estas operaciones bárbaras y salvajes tomaron un giro aún más radical, especialmente durante la agresión de julio de 2006 contra Líbano, cuando el ejército enemigo adoptó la llamada doctrina de la periferia, cuyos principios fueron establecidos por el entonces Jefe de Estado Mayor, Gadi Eizenkot.
Esta política tiene su base en dos principios fundamentales: el uso desproporcionado del poder de fuego israelí en relación con el poder de fuego del otro bando, y la destrucción total de la infraestructura, ciudades y pueblos donde están ubicadas las fuerzas de resistencia.
Dos años después de esa guerra, Eizenkot, quien ocupó entonces el cargo de comandante de la zona norte afirmó que "Israel" utilizaróa esa estrategia en los conflictos venideros, y es lo ocurrido en el suburbio sur de Beirut o en cualquier aldea desde donde disparen cohetes hacia "Israel".
Por tanto, ese uso de la fuerza desproporcionada causaría un gran daño y destrucción, porque, desde su perspectiva, esas no eran aldeas civiles sino bases militares.
Los múltiples enfrentamientos ocurridos después, especialmente en la Franja de Gaza, bloqueada desde 2007, tomaron diversas formas, objetivos y motivaciones y evidenciaron un cambio radical en la magnitud de las operaciones militares israelíes.
Estos cambios estuvieron relacionados particularmente con el tamaño de los daños ocasionados a la infraestructura en Gaza, alcanzando al final del asedio de 2012 niveles sin precedentes para los habitantes del enclave y para la resistencia, cuando el enemigo comenzó a apuntar contra edificios residenciales de múltiples pisos, algunos de los cuales albergaban hasta 300 personas, y en ocasiones incluso más.
Durante la agresión de 2014, la intensidad de estos ataques aumentó notablemente, incluido algunas escuelas, universidades e instituciones bajo elprtexto de que albergaban a terroristas o eran utilizadas por la resistencia con fines militares.
Asimismo, justificaron su maquinaria de guerra para emplear todos los medios a su disposición y hacer todo lo posible para dificultar la vida de los civiles hasta convertirla en un verdadero infierno.
Este panorama fue repetido en los enfrentamientos posteriores como la batalla de "Espada de Jerusalén" en mayo de 2021, cuando el ejército de ocupación intensificó aún más sus operaciones de destrucción contra viviendas y edificios residenciales, y el derrumbe de rascacielos a causa de los pesados misiles, convertidas en escenas habituales para los habitantes de Gaza y para todos aquellos que seguían las actualidades de la guerra a través de la televisión.
Sin embargo, todo lo sucedido en las guerras previas, tanto grandes como pequeñas, es un asunto, y lo que ocurrido desde hace más de trece meses con la agresión despiadada contra la Franja de Gaza es otro muy diferente.
Este fenómeno fue extendido de manera similar a Líbano desde hace unos dos meses, dado que el nivel de destrucción y devastación dirigido principalmente contra las viviendas de los ciudadanos inocentes, junto con la infraestructura en sus distintas formas, instituciones, hospitales, ministerios, escuelas y universidades, no tiene precedentes.
Según muchas organizaciones internacionales y la ONU, este nivel de destrucción ha superado todas las normas y leyes.
De hecho, el vasto daño y la destrucción masiva en la Franja de Gaza, no superior a los 365 km², la convirtieron en una zona completamente inhabitable en todos los sentidos de la palabra.
Conforme a las estimaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el costo de reconstruir a Gaza supera los 30 mil millones de dólares, y podría llegar a los 40 mil millones si la guerra continúa durante varios meses más.
Además, el programa señala que esta tarea es algo que la comunidad internacional nunca enfrentó desde la Segunda Guerra Mundial, y que las operaciones de reconstrucción tomarán cerca de ochenta años si la velocidad de la reconstrucción es similar a la de las guerras anteriores, especialmente la de 2014.
En las extensas operaciones de destrucción en Gaza, como en Líbano, el "ejército" de ocupación utiliza una amplia gama de herramientas, entre las que destacan las bombas y misiles lanzados desde el aire, algunos de los cuales pesan hasta mil libras y tienen la capacidad de destruir una manzana completa de viviendas.
Aproximadamente hace tres meses, debido a la aparente escasez de esas bombas, comenzó a utilizar barriles explosivos, que carecen de precisión al apuntar, pero tienen un poder destructivo mayor y más amplio. Además, el "ejército" de ocupación también recurrió a robots y vehículos blindados viejos como los transportes Buma y M113, detonados en ciertas áreas.
También se suma al arsenal el uso de enormes bulldozers D9 para demoler casas y diversas instalaciones, los cuales tienen la capacidad de destruir un edificio alto con varios golpes gracias a su inmenso poder. Además, no se debe olvidar el uso de incendios en las viviendas, algo que muchos ciudadanos consideran incluso peor que la demolición y la destrucción.
Todo lo anterior nos lleva a plantear la siguiente pregunta: ¿Es la destrucción un fin en sí mismo o una herramienta para lograr la disuasión?
Es importante señalar que las operaciones de destrucción y sabotaje llevadas a cabo no han tenido, en su mayoría, un carácter operativo y no buscan alcanzar objetivos militares tangibles. Estas operaciones continúan y siguen una tendencia ascendente, a pesar de la calma en muchos frentes de combate en la Franja de Gaza.
Lo ocurido responde a la doctrina de destrucción y devastación, cual prevalece en la mentalidad de los "judíos" durante mucho tiempo.
Tal doctrina está documentada en sus textos distorsionados y falsificados, donde podemos encontrar pasajes claros que incitan al despojo y la destrucción. Un ejemplo de ello fue mencionado en el libro de "Deuteronomio", donde dice: "Y golpearás a los habitantes de esa ciudad a filo de espada, y consagrarás al exterminio todo lo que haya en ella, tanto a sus animales como a sus pertenencias. Reúne todos sus bienes en medio de su plaza y quema con fuego la ciudad y todo lo que haya en ella, para el Señor tu Dios."
Este incitación al asesinato, la destrucción y el saqueo también fue expresado por el ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, quien, al inicio de la agresión llamó a destruir toda la Franja de Gaza, lo consideró necesario para la seguridad de "Israel".
Por su parte, el exmiembro de la Knesset, Moshe Feiglin, pidió el uso de armas nucleares contra Gaza, una solicitud que fue repetida por otra diputada de la Knesset del partido Likud, Tali Gottlieb, quien pidió atacar Gaza con los misiles Jericó 2, capaces de portar cabezas nucleares.
Respecto al segundo aspecto, que se refiere a la recuperación de la capacidad de disuasión perdida, la cual sufrió un golpe mortal en la mañana del 7 de octubre del año pasado, está claro que trabajar en la restauración de este objetivo fue una prioridad para los gobiernos israelíes sucesivos.
Estos gobiernos intentaron, desde su fracaso frente a las revueltas palestinas sucesivas y las guerras que comenzaron en julio de 2006 contra Líbano, pasando por los años 2008-2012-2014-2021, hasta la batalla del Diluvio de Al-Aqsa con la Franja de Gaza, recuperar lo que se pueda salvar en cuanto a su capacidad de disuasión, la cual siempre presumieron y que durante años los colocó entre las grandes potencias militares de la región y el mundo.
En 1923, el líder de las bandas del Etzel y cabeza del "movimiento corregido" dentro del sionismo, Zeev Jabotinsky, publicó su famosa teoría del "muro de hierro", basada en tres conceptos fundamentales: la disuasión, la advertencia y la resolución.
Esta teoría fue traducida de manera práctica y efectiva después de la creación del Estado sionista en 1948, dividió el concepto de disuasión en dos partes: disuadir a los países árabes y musulmanes de declarar la guerra al Estado sionista mediante el mantenimiento de una clara y decisiva superioridad militar a favor del enemigo y una segunda enfocada a disuadir a los grupos y movimientos de resistencia en Palestina y la región, los cuales operan de manera diferente a los países.
Estos grupos enfrentan una estrategia ofensiva centrada en infligir grandes pérdidas materiales y humanas, con el fin de quebrantar su moral, reducir sus capacidades armamentísticas y presionar a su base popular, y lograr así un período relativamente largo de calma bajo la premisa de "operaciones militares y largas treguas".
Por lo tanto, cuando el "Estado" hebreo se vio enfrentado a una "crisis existencial", como la calificó su primer ministro, debido a la caída o erosión de la capacidad de disuasión que poseía, optó por activar todas las herramientas de destrucción, devastación y muerte a su alcance, con la esperanza de recuperar al menos una parte de esa capacidad o, en el peor de los casos, mantener lo que quedaba de ella, para evitar que el "Estado" se convirtiera en blanco de ataques mortales y continuos como ocurrió en la mañana del 7 de octubre.
Sin embargo, hasta el momento de escribir estas líneas, "Israel" no logró, a pesar de todo su poderío militar, ni del apoyo y suministro de recursos que le permite actuar sin restricciones, ni de la alianza con todas las fuerzas del mal en el mundo, alcanzar el objetivo de recuperar su capacidad de disuasión.
La espiral de sangre, locura, muerte y crimen durante más de trece meses no logró llevar a cabo sus objetivos, sino perdió aún más de su capacidad de disuasión frente a los golpes de la resistencia, los cuales causaron grandes pérdidas en todos los frentes de combate, y demosró la fragilidad de sus unidades militares, sus brigadas de combate y sus fuerzas de élite.
Es cierto que el costo pagado por la resistencia en Gaza y Líbano fue alto, y los pueblos palestino y libanés sufrieron y sufren condiciones de vida difíciles, y la gran mayoría de los regímenes árabes e islámicos y sus pueblos les dieron la espalda.
No obstante, ambos países creen en la justicia de la causa por la que luchan, y tienen plena confianza en la certeza de la victoria.