Un comentario del columnista Ibrahim Karagül aparecido en ese medio progubernamental, habla sobre la inminente divulgación de grabaciones de audio sobre la muerte de Khashoggi “que finalmente llevarán a la caída del príncipe heredero de la corona saudita Mohammed bin Salman”, dijo.

Para el articulista, mientras que el eje Estados Unidos-Israel-Arabia Saudita-Emiratos Árabes Unidos está negociando y manipulando pruebas en un esfuerzo por salvar a Bin Salman, las grabaciones que saldrán a la luz podrían minar todos esos empeños.

La “información de este tipo sacudirá al mundo, provocará temblores en la región, dará la vuelta al palacio saudí y creará situaciones completamente nuevas en la estructura de poder de la región”, advirtió Karagül.

El debate internacional sobre quién ordenó el asesinato, incluida la negativa del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a escuchar la grabación, ha hecho necesario presentar nuevas pruebas, acotó el periodista al añadir que “esta semana parece ser el momento más apropiado”.

En los audios podrían escucharse las conversaciones entre los asesinos, así como sus comunicaciones con Riad después de cometer el crimen.

Ello “demostrará que el Príncipe Mohammed, el gobernante de facto del reino, fue quien dio la orden, y que el Príncipe Heredero de Abu Dhabi, el Jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan, fue un socio”, subrayó el artículo.

Khashoggi, columnista colaborador del periódico The Washington Post, fue visto por última vez el 2 de octubre pasado, cuando entro al consulado de Arabia Saudita en la ciudad turca de Estambul.

El también crítico del gobierno de Riad, acudió a la sede consular en busca de unos documentos que certificarían su estado civil para poder contraer matrimonio con su novia turca, pero nunca salió.

Días después -y bajo una fuerte presión internacional- Arabia Saudita admitió la muerte de Khashoggi dentro de su consulado en Estambul, aunque siempre ha intentado deslindarse de cualquier responsabilidad en relación con el hecho.

Recientemente, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, concluyó que Bin Salman ordenó el asesinato del periodista.