Líbano reclama por consenso libertad de Hariri y descarta guerra interna y externa
Saad Hariri, Primer Ministro del Líbano en cautiverio. Lo decimos clara y enérgicamente. Ya no es posible, profesional, real, moral; ni patrióticamente, ni nacionalmente, decir lo contrario.

Saad Hariri no está libre para hablar, ni moverse ni trasladarse, ni siquiera comunicarse ni relacionarse, y mucho menos tomar decisiones. Ya debemos hablar del prisionero Saad Hariri.
Estamos hablando del jefe del Gobierno de Reconciliación Nacional del Líbano. Defender su libertad es defender el orgullo y la caballerosidad del pueblo libanés con todas sus sectas, confesiones, comunidades, componentes y corrientes políticas. El Líbano hoy se levanta por su dignidad y por su pueblo aguerrido. Así es como actúa El Líbano, su pueblo, sus líderes, su estado, sus autoridades y su Resistencia. Defender al Líbano es también defender su gestión y su Presidente. El general Michel Aoun es hoy el guardián del Estado, de la Constitución, y de su soberanía verdadera.
A lo largo de los últimos años, Michel Aoun ha demostrado ser un hombre patriótico por excelencia, ni compra ni vende en temas nobles, justos, y de principios o convicción.
El Presidente de la República Libanesa ha sido elegido por un amplio consenso histórico en este país, que demuestra hoy ser también un estadista por excelencia. El carcelero intenta junto a sus medios de comunicación allá y sus lacayos aquí, incitar contra Michel Aoun, tratando de derrotarlo a nivel personal, sabotear toda su gestión.
Tal vez porque Michel Aoun se negó a estar al nivel de los aficionados de la Política y del poder en su afán absurdo; y se negó a actuar como aficionado al tratar el tema de la destitución de Saad Hariri, llamada “dimisión” - y al contrario- su tratamiento al tema ha sido con toda la responsabilidad nacional.
Defender El Líbano hoy significa defender su estabilidad, su seguridad y su paz cívica. Y los que están sembrando temores y tratando de horrorizar al pueblo con la sedición interna y la guerra desde el exterior, están sirviendo a la política del prisionero y a su aliado el ente sionista ocupante.
La paradoja aquí es nadie en este mundo está hablando de una guerra contra el Líbano y Hezbollah, excepto el carcelero que dijo: el gobierno del Líbano con Hezbollah formando parte, es un gobierno de declaración de guerra. Ni Estados Unidos, ni Europa, ni Egipto, ni ningún país árabe hablan de esta supuesta guerra.
Incluso, Israel mismo quiere distanciarse de esta opción y recurrir a la OTAN para emprender una guerra contra Hezbollah.
No hay guerra en El Líbano ni guerra contra El Líbano en este momento. Y lo decimos con confianza y honestidad.

Arabia Saudita pide a sus nacionales y ciudadanos que visitan el Líbano que abandonen este país de inmediato. Tal vez sea una respuesta exaltada contra el consenso y la unanimidad de los libaneses (salvo algunas pocas voces arrítmicas), por el regreso del prisionero Saad Hariri a su país, para declarar desde Beirut lo que desea decir con toda libertad.
Una posición expresada claramente por el bloque parlamentario del primer ministro Hariri “Al-moustaqbal” , además de las declaraciones de Nihad Al-mashnook, Ministro del Interior y una de las figuras principales de Beirut; cuando confirmó que los gobernantes del Líbano son producto de elecciones y no de una sucesión, ni una herencia de poder; y cualquier derrocamiento de un político de aquí o de un gobernante alterno de allá, no sería más que una expresión de la cultura del atraso que El Líbano rechazaría.

En resumen, lo que está sucediendo hoy en El Líbano va más allá del contexto de este país. Es una expresión excepcional en un momento histórico excepcional de dos establishments contradictorios del gobierno y la nación: uno es de un individuo y de una manada, tribal y absurdo, y otro es del Estado, del pueblo, de la legalidad y de las instituciones.