Tensiones en frontera turco-siria persiguen desmembrar el mundo árabe
La situación en la frontera sirio-turca alcanza un peligroso nivel de confrontación, donde están envueltas fuerzas respaldadas de una u otra forma, por cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Según un reporte de Prensa Latina, Siria ha reiterado sus denuncias de la invasión de su territorio por el Ejército turco y que desde el pasado 24 de agosto, continúa incrementándose con mayores ataques de la aviación y la introducción de más blindados y tropas.
Las consecuencias políticas están agravándose porque la invasión militar turca es en territorio de la provincia siria de Alepo, donde se producen combates entre el Ejército sirio y milicias aliadas contra efectivos de una coalición de más de 10 grupos terroristas.
Tal situación es sumamente peligrosa porque abarca a más de 20 mil hombres de los bandos en pugna que están empleando desde artillería ligera hasta pesada, con blindados y la participación de las fuerzas aéreas de Siria y Rusia.
Los enfrentamientos también implican a efectivos kurdos divididos entre sí y que en la mayoría de los casos, abogan por una federalización del territorio del norte de Siria, concretamente en regiones de las provincias de Alepo y Hasaka.
Lo cierto es que la cooperación de Estados Unidos y sus aliados eurooccidentales respalda los afanes del Imperio Otomano, promovidos por el actual presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Para los expertos en el Medio Oriente, las posiciones de Moscú, Teherán y Damasco sobre el tema están claras: definir de una vez por todas la lucha contra el terrorismo y preservar la integridad territorial de Siria.
Esa política de principios choca en el terreno y fuera de éste, con las exigencias de Washington y el doble rasero empleado continuamente para promover el caos y viabilizar de una u otra forma, el papel extremista de regímenes como los de Arabia Saudita y Qatar.
Hoy Turquía exacerba las tensiones y coincide con los planes estadounidenses: desmembrar a Siria y propiciar cada vez más, el desvanecimiento real del mundo árabe.
Las consecuencias políticas están agravándose porque la invasión militar turca es en territorio de la provincia siria de Alepo, donde se producen combates entre el Ejército sirio y milicias aliadas contra efectivos de una coalición de más de 10 grupos terroristas.
Tal situación es sumamente peligrosa porque abarca a más de 20 mil hombres de los bandos en pugna que están empleando desde artillería ligera hasta pesada, con blindados y la participación de las fuerzas aéreas de Siria y Rusia.
Los enfrentamientos también implican a efectivos kurdos divididos entre sí y que en la mayoría de los casos, abogan por una federalización del territorio del norte de Siria, concretamente en regiones de las provincias de Alepo y Hasaka.
Lo cierto es que la cooperación de Estados Unidos y sus aliados eurooccidentales respalda los afanes del Imperio Otomano, promovidos por el actual presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Para los expertos en el Medio Oriente, las posiciones de Moscú, Teherán y Damasco sobre el tema están claras: definir de una vez por todas la lucha contra el terrorismo y preservar la integridad territorial de Siria.
Esa política de principios choca en el terreno y fuera de éste, con las exigencias de Washington y el doble rasero empleado continuamente para promover el caos y viabilizar de una u otra forma, el papel extremista de regímenes como los de Arabia Saudita y Qatar.
Hoy Turquía exacerba las tensiones y coincide con los planes estadounidenses: desmembrar a Siria y propiciar cada vez más, el desvanecimiento real del mundo árabe.