De este nuevo escenario estaban al corriente los grandes clubes de Europa. Pero quien mejor conocía la situación y al jugador era José Mourinho, consciente de que podría pescar en río revuelto. El Manchester United y otros dos clubes de la Premier llamaron a la puerta del Real Madrid para presentar una oferta formal. Propuestas, por cierto, muy interesantes desde el punto de vista económico. Algunas de 40 millones.

También el club de Old Trafford, a través del propio Mou, le hizo llegar a Varane su interés. Le dejó claro que le quería en su equipo. El luso, de hecho, fue el que sacó lo mejor de él en la temporada 2012-2013. Enorme fue su eliminatoria de Copa contra el Barça, de la que salió como el central joven con más proyección de Europa, y sus partidos ante el United en Champions. Una lesión de rodilla, de la que tuvo que operarse le frenó en seco, pero tuvo tiempo para recuperarse, no sin esfuerzo y sacrificio, y demostrar en la final de Lisboa contra el Atlético su enorme poderío.

Varane, sin embargo, declinó la propuesta del entrenador portugués, aunque se lo pensó muy seriamente ante la situación que estaba viviendo en el Madrid. El club blanco, por su parte, no contemplaba su marcha, aunque sí andaba con la mosca detrás de la oreja ante el interés de los clubes más poderosos de la Premier y el siempre seductor Mourinho. Pero el Madrid se movió rápido para evitar cualquier disgusto.