Hace 4 meses Fernando Alonso mostraba en su cuenta de Twitter, el amor que profesa por este modelo. "Todavía no lo sabes, pero algún día estaremos juntos" rezaba el tweet del doble campeón del mundo, que además portaba una foto del NSX.

El NSX (por New Sportscar eXperimental) nació en 1990 usando tecnología de la Fórmula 1 adaptada a un coche de serie para el que se registraron más de 400 patentes. Ejemplos de su avance tecnológico eran el pedal de acelerador electrónico o las varillas de titanio, pero, en particular, un chasis y un cuerpo hechos principalmente en aluminio.

Además, el NSX no solo entraba a competir con Ferrari & Co. También innovaba por ofrecer un entorno y equipamiento desconocidos en los superdeportivos, en su mayoría italianos: climatizador automático, tapicería de cuero, airbags o reproductor de CD se montaban de serie en un coche que, además, demostró ser muy fiable.

En el nuevo, tanto el diseño como la tecnología han evolucionado mucho, tanto como el tiempo pasado. El motor principal es un V6 Turbo de 3.5 litros asistido por otro eléctrico que compensa el retraso de la respuesta del turbo, suaviza el consumo y mueve las ruedas traseras. Hay otros dos motores eléctricos en el eje delantero para estas ruedas. La potencia máxima es de 581 caballos, para unas prestaciones que no sentarán bien en Ferrari: 0 a 100 km/h en menos de tres segundos y una velocidad máxima de 307 km/h.

E incluso si la propulsión híbrida está más dirigida a las prestaciones, también beneficia el consumo: 10,4 litros de media es una cifra muy interesante dado el calibre del vehículo.

Aunque los datos no hacen justicia a las impresiones de conducción: en teoría, el NSX juega en la misma liga de Audi R8, Ferrari 488 o Porsche 911. Pero en la práctica entra en otra dimensión gracias a sus motores eléctricos delanteros que permiten acelerar y ser más rápido en la salida de las curvas. Conducir se convierte casi en un juego del pensamiento, porque se deja manejar con un dedo y permite frenar más tarde y acelerar antes. Todo funciona de modo claro, auténtico e intuitivo, con la espesa y sonora voz del V6 que llena el interior sorprendentemente amplio del vehículo.

También impresiona la estructura super rígida hecha de un aluminio muy ligero y reforzada con acero ultra-rígido y fibra de carbono.

Para que el NSX pueda volar bajo, como un caza, se le han dado unas formas que sólo sirven a su función, a la aerodinámica y a los flujos de aire que pasan por los 10 radiadores y que nada tienen que ver con presumir. Al contrario de las luces led en cada esquina de la carrocería y las cuatro salidas de escape traseras.

El impacto sonoro de un deportivo se nota, en este caso, por su ausencia... al menos los primeros kilómetros en modo 100% eléctrico (hasta menos de 100 km/h, pero durante poco tiempo, luego se vacía la pequeña batería).

Dejando a un lado las diferencias de potencia y de precio y la falta de tecnología híbrida de recarga externa, ningún otro deportivo se acerca tanto al Porsche 918 como éste. Y en ninguno podemos sentir tanto de diferentes épocas como en esta mezcla de Audi R8 con BMW i8. Como si fuera un regreso al futuro.