Emite Resumen Latinoamericano mensaje de solidaridad con el periodista palestino Muhammad Al-Qiq
Desde Argentina, la tierra que vio nacer y caer en combate al periodista Rodolfo Walsh, ejemplo de solidaridad con la causa Palestina, Resumen Latinoamericano se emite con carácter de urgencia un mensaje para que Latinoamérica y el mundo -donde hay personas que creen que los derechos humanos son una propuesta de autodefensa frente a la barbarie-, se movilicen por la vida y la libertad del periodista palestino Muhammad Al-Qiq.

Al-Qiq ya lleva 64 días peleando por su dignidad, negándose a recibir vitaminas ni tratamiento médico en una prisión israelí en protesta por su detención “administrativa", una figura que permite a las autoridades israelíes mantener bajo custodia indefinidamente a miles de palestinos sin presentar cargos ni iniciar un proceso judicial, como hacen habitualmente las dictaduras militares.
Frente a esta injusticia y convencido de que si no luchaba por su libertad su suerte estaba prácticamente echada, este joven periodista decidió ponerse en huelga de hambre el pasado 25 de noviembre para denunciar al mundo su situación.
Según el mensaje solidario de Resumen Latinoamericano, a partir de ese momento se intensificaron las medidas represivas y de presión contra el detenido. En dos oportunidades, el 30 de diciembre y el 17 de enero, jueces sionistas prorrogaron su encarcelamiento y rechazaron la apelación presentada por los abogados de la defensa.
Su situación de salud comenzó a agrietarse, y en un momento las autoridades israelíes decidieron trasladarlo al centro médico de la ciudad israelí de Afula, donde el colega detenido ratificó su voluntad de continuar la huelga de hambre “hasta conseguir mi libertad”. Si esto no sucediera "estoy dispuesto a morir”, expresó.
Quizás evocando el martirio por el que pasó hace décadas otro luchador como él, pero irlandés, llamado Bobby Sands, Al Qiq planteó que no quiere que se lo alimente contra su voluntad.
Pero estar preso en Israel significa bordear la orilla del infierno en la tierra, y es por eso, que le fue impuesto a Al-Qiq otra forma de tortura: Permaneció cuatro días atado de pies y manos a una cama, consciente, mientras enfermeros militares le inyectaban líquidos a la fuerza. Ahora directamente lo han amenazado con empezar alimentarlo aplicando esta metodología, algo que él y sus defensores han repudiado enfáticamente.
Palestina, un territorio ocupado y horadado por la violencia del invasor israelí desde 1948, ha sufrido sufre todo tipo de atropellos por décadas y por estos días asiste a una nueva vuelta de tuerca de la represión sionista.
Miles de sus jóvenes se rebelan al dominio israelí, protestan de diversas formas, muchos son asesinados vilmente, otros detenidos. Todo ello frente al silencio de la mal llamada "comunidad internacional" o la manipulación de los medios corporativos.
Al-Qiq, como haría cualquier reportero que respete su profesión, informaba día a día para el canal "Al Majd", sobre lo que veían sus ojos y sentía su cuerpo, con sólo dar un recorrido por las calles de Ramalah o de Jerusalén: niños golpeados y detenidos por arrojar piedras contra tanques, mujeres jóvenes asesinadas a las que se les “planta" un cuchillo para justificar el crimen, campos con cultivos de olivos arrasados, casas demolidas por pura venganza, ciudades como Hebrón o campos de refugiadas como Jenín, bloqueados militarmente y su población sufriendo todo tipo de humillaciones.
Precisamente, informar con objetividad sobre la barbarie israelí, es el “delito” por el que fue detenido y torturado Al-Qiq hace tres meses en su casa de Ramallah.
Como según expresa Resumen Latinoamericano, organismos de derechos humanos palestinos e internacionales denunciaron que el periodista fue colocado en una posición conocida como la banana -con la espalda sobre una silla y atado de pies y manos por debajo de la misma-, permaneciendo en una posición forzada durante 15 horas en las que sufrió violencia sexual por parte de los interrogadores.
Luego de sufrir esas sevicias lo enviaron a una de las tantas cárceles-tumbas que Israel posee para martirizar aún más a un pueblo que no está dispuesto a bajar la cabeza ante su prepotencia.
La denuncia de Resumen Latinoamericano no es una nota más, se erige en la expresión epistolar de un grito de impotencia frente a lo que no debería ser irreversible.
SALVEMOS LA VIDA DE MUHAMMAD AL-QIQ y la de tantos hombres y mujeres palestinas que viven en estado de excepción, concluye el mensaje.
Frente a esta injusticia y convencido de que si no luchaba por su libertad su suerte estaba prácticamente echada, este joven periodista decidió ponerse en huelga de hambre el pasado 25 de noviembre para denunciar al mundo su situación.
Según el mensaje solidario de Resumen Latinoamericano, a partir de ese momento se intensificaron las medidas represivas y de presión contra el detenido. En dos oportunidades, el 30 de diciembre y el 17 de enero, jueces sionistas prorrogaron su encarcelamiento y rechazaron la apelación presentada por los abogados de la defensa.
Su situación de salud comenzó a agrietarse, y en un momento las autoridades israelíes decidieron trasladarlo al centro médico de la ciudad israelí de Afula, donde el colega detenido ratificó su voluntad de continuar la huelga de hambre “hasta conseguir mi libertad”. Si esto no sucediera "estoy dispuesto a morir”, expresó.
Quizás evocando el martirio por el que pasó hace décadas otro luchador como él, pero irlandés, llamado Bobby Sands, Al Qiq planteó que no quiere que se lo alimente contra su voluntad.
Pero estar preso en Israel significa bordear la orilla del infierno en la tierra, y es por eso, que le fue impuesto a Al-Qiq otra forma de tortura: Permaneció cuatro días atado de pies y manos a una cama, consciente, mientras enfermeros militares le inyectaban líquidos a la fuerza. Ahora directamente lo han amenazado con empezar alimentarlo aplicando esta metodología, algo que él y sus defensores han repudiado enfáticamente.
Palestina, un territorio ocupado y horadado por la violencia del invasor israelí desde 1948, ha sufrido sufre todo tipo de atropellos por décadas y por estos días asiste a una nueva vuelta de tuerca de la represión sionista.
Miles de sus jóvenes se rebelan al dominio israelí, protestan de diversas formas, muchos son asesinados vilmente, otros detenidos. Todo ello frente al silencio de la mal llamada "comunidad internacional" o la manipulación de los medios corporativos.
Al-Qiq, como haría cualquier reportero que respete su profesión, informaba día a día para el canal "Al Majd", sobre lo que veían sus ojos y sentía su cuerpo, con sólo dar un recorrido por las calles de Ramalah o de Jerusalén: niños golpeados y detenidos por arrojar piedras contra tanques, mujeres jóvenes asesinadas a las que se les “planta" un cuchillo para justificar el crimen, campos con cultivos de olivos arrasados, casas demolidas por pura venganza, ciudades como Hebrón o campos de refugiadas como Jenín, bloqueados militarmente y su población sufriendo todo tipo de humillaciones.
Precisamente, informar con objetividad sobre la barbarie israelí, es el “delito” por el que fue detenido y torturado Al-Qiq hace tres meses en su casa de Ramallah.
Como según expresa Resumen Latinoamericano, organismos de derechos humanos palestinos e internacionales denunciaron que el periodista fue colocado en una posición conocida como la banana -con la espalda sobre una silla y atado de pies y manos por debajo de la misma-, permaneciendo en una posición forzada durante 15 horas en las que sufrió violencia sexual por parte de los interrogadores.
Luego de sufrir esas sevicias lo enviaron a una de las tantas cárceles-tumbas que Israel posee para martirizar aún más a un pueblo que no está dispuesto a bajar la cabeza ante su prepotencia.
La denuncia de Resumen Latinoamericano no es una nota más, se erige en la expresión epistolar de un grito de impotencia frente a lo que no debería ser irreversible.
SALVEMOS LA VIDA DE MUHAMMAD AL-QIQ y la de tantos hombres y mujeres palestinas que viven en estado de excepción, concluye el mensaje.