Sin límites la contaminación por plástico en la costa de Texas
Estados Unidos es el mayor contaminador de plástico del mundo. Millones de bolitas de plástico llegan a la bahía de Matagorda, en la costa de Texas.
Diane Wilson es ex camaronera. Durante años ha estado documentando la contaminación por Formosa Plastics Group, el cuarto fabricante de plástico más grande del mundo, que arroja millones de bolitas de plástico en la bahía de Matagorda, en la costa de Texas.
Instalada en 1983 al sur de Houston en Point Comfort, cerca de las aguas donde solía pescar camarones en abundancia, contó a la agencia AFP: "Cuando hicimos el muestreo en Formosa, encontramos 2 mil violaciones. ¿Cuántas tenía el estado de Texas? Cero".
Asimismo, explicó que los reguladores de las agencias de protección ambiental en Texas, el segundo estado más poblado de Estados Unidos, operan en un sistema de puertas giratorias. "Dejan las agencias estatales y consiguen un trabajo en la planta química porque no hay dinero para ser inspector o oficial", apuntó Wilson.
Estados Unidos es el mayor contaminador de plástico del mundo. En 2016 generó 42 millones de toneladas de residuos, más del doble que China y más que todos los países de la Unión Europea juntos, de acuerdo a un estudio de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina.
Estados Unidos representa menos del cinco por ciento de la población mundial.
Point Comfort, con una población de 737 habitantes, es esencialmente una ciudad de plásticos: tiene 17 unidades de producción de Formosa repartidas en muchos acres.
Wilson, madre de cinco hijos, proviene de una familia que ha estado pescando camarones durante cuatro generaciones y es el rostro de la lucha local contra las prácticas contaminantes de Formosa. En particular, está luchando contra bolitas blancas, llamadas nurdles, que las fábricas cercanas a la costa liberan por millones.
Estas bolitas más pequeñas que los frijoles son la materia prima que los compradores derriten para fabricar una variedad de productos plásticos.
Los nudillos se escapan de las tuberías defectuosas en las plantas de producción y son tan ligeros que el más mínimo viento los lleva fácilmente a la naturaleza.