Cientos de brigadistas realizan una labor titánica en la limpieza de playas peruanas
El derrame de unos seis mil barriles de petróleo en las costas de Ventanilla, ya ha dañado 21 playas y causó la muerte de diversas especies marinas, mientras crecen las preocupaciones por el impacto económico.
La compañía española Repsol, responsable de la refinería La Pampilla, donde el pasado 15 de enero ocurrió el vertido de petróleo en la provincia del Callao, en Perú, no cuenta con el equipamiento ni el material humano suficiente para hacer frente a lo que le exige el Gobierno, que le dio diez días para cumplir con todas las acciones de limpieza y descontaminación, plazo que ya ha vencido.
Ahora, bajo el intenso calor del verano austral y soportando los gases tóxicos del crudo, los brigadistas recogen el petróleo vertido en la arena y el roqueríos y lo van almacenando temporalmente en piscinas de hule instaladas para este fin.
Los brigadistas trabajan afanosamente en las playas de Ventanilla, 30 km al norte de Lima. La empresa atribuyó el accidente, ocurrido el 15 de enero, al oleaje causado por la erupción volcánica en Tonga.
"Mi labor consiste en sustraer petróleo y llenar las piscinas. Trabajar con petróleo es arduo, es complicado, se siente la sofocación con el sol", dijo a la AFP Jonathan Leandro, de 33 años, un pescador artesanal. en la playa Cavero de Ventanilla, la más afectada por el derrame, que ahora se gana limpiando el crudo.
"Tengo miedo de poderme enfermar o absorber un poco de petróleo. Así tenga el equipo de protección que tenga, tengo miedo", admitió Leandro en una pausa de su ardua labor.
Diez mil litros al día
En las piscinas de hule amarillo de esta playa se depositan unos diez mil litros de petróleo por día, según responsables. Se estima que en el mar se derramaron unos seis mil barriles de crudo (alrededor de un millón de litros).
En las aguas de la playa Cavero todavía se observa una mancha negra de crudo de unos dos kilómetros de largo por uno de ancho.
Los roquedales de la playa se limpian manualmente con paños absorbentes especiales, a los que se adhiere el crudo pero no el agua. Casi diariamente, pescadores protestan en esta playa por el derrame, que les impide salir al mar a ganarse la vida.
"Mientras no se limpie el lodazal de petróleo van a seguir muriendo animales", dijo a la AFP uno de ellos que portaba un cartel que versaba: "Repsol hazte cargo",
La playa Cavero, conocida por sus aguas de color esmeralda, era muy concurrida cada verano austral por pobladores de Ventanilla y del vecino puerto del Callao. "Es una frustración. Para nosotros es doloroso ver la playa como está, da miedo venir ahora", dijo a la AFP el brigadista Héctor Guillén, de 42 años.
"Pagar por los daños"
La Marina de Guerra y el Ejército enviaron a cientos de efectivos para colaborar en la limpieza de las playas. Además, embarcaciones y aviones navales monitorean las zonas afectadas.
El presidente peruano, Pedro Castillo, al inspeccionar el martes pasado una playa en Ancón, al norte de Ventanilla dijo "Ratifico nuestro compromiso de sancionar y hacer responsable a la empresa que tiene que pagar por los daños a la población y a la naturaleza"
Más de 4 000 barriles de petróleo -de los seis mil derramados en el mar- han sido extraídos hasta ahora, según el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp).
El derrame ocurrió mientras el buque Mare Doricum, de bandera italiana, descargaba crudo en la refinería de La Pampilla. La nave ahora está fondeada frente al Callao, con prohibición de zarpar.
El Ministerio del Ambiente confirmó la afectación de más de 180 hectáreas (equivalentes a unos 270 campos de fútbol) en la franja de playas y 713 hectáreas de superficie en el mar.