Sobre el ´acuerdo del siglo´ anunciado la víspera por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el columnista del New York Times, Thomas L. Friedman, se pregunta: ¿Este plan se trata de dos estados para dos pueblos o se trata de una distracción para dos líderes sucios?

Como se conoce, tanto Trump como Netanyahu están enfrentando cargos que amenazan su trabajo.

En opinión de Friedman, desde hace mucho tiempo el Medio Oriente pone una sonrisa en la cara sólo si un cambio para mejor comienza con ellos.

Recordó Friedman que Camp David comenzó con los israelíes y los egipcios, y EE.UU. fue traído sólo más tarde. Oslo fue iniciado por israelíes y palestinos, y EE.UU. se unió sólo más tarde. Túnez, el único país de la Primavera Árabe que se abrió camino hacia la democracia, es el con el que EE.UU. no tuvo prácticamente nada que ver.

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Por tanto, sostiene, para que una iniciativa de paz sea seria y sostenible, siempre debe empezar con ellos. “Cuando EE.UU. pone algo tan detallado sobre la mesa, no puede ser ignorado, al menos a corto plazo”, aseveró.

Ahora bien, ¿estará de acuerdo Netanyahu con todo lo que el plan señala? ¿estará de acuerdo en que la tierra restante será un estado palestino si los palestinos aceptan la desmilitarización y reconocen a Israel como un estado judío? ¿estará de acuerdo en no hacer más reclamos a la Ribera Occidental y no construir otro asentamiento fuera de las áreas que el plan Trump asigna a Israel?, pregunta Friedman.

Y a continuación argumenta: “Si Trump gastara un poco de capital político en eso, podría empezar a tomarse este plan en serio. Pero si a Netanyahu se le permite evadir esa pregunta, o rechaza a Trump sin consecuencias, entonces todo esto es realmente una farsa. Sería sólo la nueva línea de base para la próxima apropiación de tierras en Cisjordania por parte de Netanyahu.

Para el columnista estadounidense, si Netanyahu quiere más de lo que este plan le da ya, entonces está declarando abiertamente ante el presidente de Estados Unidos que su apetito es por toda Cisjordania y que su visión para (Israel) es convertirla un estado binacional/apartheid que mantenga a los 2,5 millones de palestinos de Cisjordania sin plenos derechos políticos.

Para Friedman, ese sería el momento en que descubrirá si Netanyahu tiene alguna grandeza en él o es sólo un corrupto político que busca mantenerse fuera de la cárcel y hará cualquier maniobra a corto plazo necesaria, independientemente de su impacto a largo plazo en (Israel), para hacerlo.

Pero, en resumidas cuentas: Sin que Trump consiga que Netanyahu termine definitivamente con sus reclamos a toda Cisjordania, y sin que los líderes palestinos puedan reunir a sus facciones políticas dispares en Gaza y Cisjordania en un solo cuerpo que teóricamente pueda decir "sí" a un resultado justo para su pueblo, y que al mismo tiempo reconozca a (Israel) como un estado judío, el “acuerdo del siglo” se unirá a una biblioteca centenaria de planes de paz fallidos en el Medio Oriente, concluye Friedman.