Analista: Plan de Trump para Medio Oriente es un caballo de Troya
En el mundo de las computadoras, un caballo de Troya es un malware diseñado para engañar a los usuarios sobre su verdadera intención. Lo mismo ocurre con el plan del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para resolver el conflicto israelí-palestino, presentado oficialmente en la Casa Blanca el martes, sostiene la publicación.
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Analista: Plan de Trump para Medio Oriente es un caballo de Troya.
El plan de la Casa Blanca es un caballo de Troya político disfrazado de iniciativa diplomática creíble. El objetivo no es la paz, sino la normalización permanente del régimen israelí sobre millones de palestinos, asegura el investigador Khaled Elgindy en su artículo difundido por la revista digital Foreign Policy.
En el mundo de las computadoras, un caballo de Troya es un malware diseñado para engañar a los usuarios sobre su verdadera intención. Lo mismo ocurre con el plan del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para resolver el conflicto israelí-palestino, presentado oficialmente en la Casa Blanca el martes, sostiene Elgindy.
Lo cierto es que más allá de la delgada capa de aceptabilidad, hay un programa mucho más insidioso que está diseñado para eliminar una solución genuina de dos estados mientras se normaliza la ocupación permanente israelí y la anexión dentro de una realidad de facto de un solo estado.
El objetivo no es lograr la paz, sino normalizar el statu quo, incluyendo el gobierno militar de Israel sobre millones de palestinos, y hacerlo permanente.
La pieza central del plan es la creación de un llamado estado palestino en aproximadamente el 70 por ciento de Cisjordania, pero uno que sea despojado de cualquier soberanía significativa.
Según el experto, la visión Trump es en efecto una receta para la ocupación israelí indefinida, una especie de bantustán palestino rodeado por (Israel) y totalmente a su merced.
Jerusalén, quizás la más delicada y polémica de todas las cuestiones relativas al estatuto permanente, permanecería indivisa y bajo la soberanía permanente de (Israel). Se permitiría a los palestinos establecer una capital cerca de la ciudad de Jerusalén (pero sobre todo no en ella), que "podría denominarse Al-Quds u otro nombre que determinara el Estado de Palestina".
El plan también elimina la cuestión de los refugiados palestinos, incluidos los que huyeron o fueron expulsados de sus hogares durante la creación de Israel en 1948 y sus descendientes.
Sugiere Elgindy que es muy posible que el plan haya sido diseñado para obtener un "no" palestino, que podría utilizarse como pretexto para la anexión israelí.
Esta no es ciertamente la primera iniciativa patrocinada por EE.UU. que está fuertemente inclinada a favor de Israel, aunque quizás ninguna en el pasado ha sido tan descaradamente sesgada como esta.
Trump ha suprimido sistemática y explícitamente todos los principios básicos que han sustentado el proceso de paz durante más de medio siglo y que han sido el principal incentivo para que los palestinos entablen un proceso diplomático con (Israel).
Quizás, plantea el investigador, algunos observadores encontrarán tentador aprovechar la aparente defensa del plan de una solución de dos Estados o argumentar que los dirigentes regionales deberían darle una oportunidad al plan o al menos intentar basarse en algunos de sus elementos positivos. Pero hacerlo, ya sea por ingenuidad, indiferencia o irresponsabilidad, sólo permitiría que el virus del plan de Trump infecte el ecosistema diplomático de la región y destruya toda perspectiva de paz basada en una verdadera solución de dos Estados.
Para Elgindy, la verdadera amenaza para la paz no es si el plan de Trump fracasará, sino si tendrá éxito. Como con el virus del caballo de Troya, la forma más segura de evitar la infección es no aceptar nunca el programa en primer lugar.