Manifestantes libaneses reclaman más que la renuncia del gobierno
Según el reporte de Prensa Latina, una marcha multitudinaria desfiló a lo largo de las ruinas de la terminal portuaria, primero con intenciones pacíficas, pero luego emergió la violencia.
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Marcha multitudinaria a lo largo de las ruinas de la terminal portuaria en Beirut.
Miles de manifestantes en El Líbano reclamaron aun hoy mucho más que la renuncia del Gobierno y de un proceso judicial por las explosiones registradas el 4 de agosto último en el puerto capitalino.
Según el reporte de Prensa Latina, una marcha multitudinaria desfiló a lo largo de las ruinas de la terminal portuaria, primero con intenciones pacíficas, pero luego emergió la violencia.
Los asistentes guardaron un minuto de silencio por las 171 víctimas mortales que dejó la voladura del nitrato de amonio mal guardado en el muelle 12, y condenaron que las autoridades conocían de la existencia de esa sustancia explosiva almacenada allí desde 2014 sin seguridad alguna.
"El pueblo exige la salida del presidente", gritaban en una renovación de exigencias que se iniciaron en una sublevación popular en octubre pasado.
La procesión principal cargaba retratos de los muertos por el presunto accidente, mientras marchaba entre los escombros de los almacenes aplanados del puerto.
"Mataron a nuestra familia. Destruyeron nuestras casas. Nos quitaron todo, dijo a una televisora local una mujer que se identificó como Rima. No tenemos nada que perder, no nos detendremos hasta que caiga el sistema que nos hizo esto".
"Él sabía", decía un cartel con la fotografía del presidente de la República, Michel Aoun.
A la percepción popular no escapa que Aoun desvió la responsabilidad de la explosión, al afirmar que carecía de jurisdicción sobre el puerto.
Ese argumento puede ser real.
Una fuente consultada por Prensa Latina a condición de anonimato, explicó que en el acuerdo de Taif que puso fin a la guerra civil de 1975-1990, la jefatura de la terminal portuaria pasó a manos de facciones políticas y no de la presidencia.
Antes de que el gobierno renunciara este lunes, las autoridades remitieron el caso de las explosiones al Consejo Supremo Judicial, el máximo órgano especializado en procesos infractores de la seguridad nacional.
Para muchos libaneses, ni el colapso del Gobierno ni esa remisión van lo suficientemente lejos.
"Todo lo que se lleve a cabo en este país será corrupto desde el principio", expresó otro de los manifestantes a la televisión.
Sí, el gobierno dimitió, pero lo único que se consigue en su lugar es una mezcla de lo mismo con lo mismo. Eso no es justicia. Eso es pasar la pelota, denunció.
La procesión cobró matices violentos cuando un grupo atacó a las fuerzas de seguridad que respondió con gas lacrimógeno y balas de goma, aunque no hay informes oficiales de heridos.
Pese a los disturbios, rige una calma relativa y tensa en el ambiente de Beirut, en especial después que militares tomaron posiciones con equipos pesados y armas largas.
Corresponde a Aoun designar un primer ministro
Tras la renuncia del equipo de gobierno libanés, corresponde ahora al presidente Michel Aoun fijar una fecha para las consultas vinculadas a la designación de un primer ministro.
Ese proceso pudiera dilatarse meses, aunque hay consenso entre las principales facciones políticas sobre la necesidad de formar una alineación lo antes posible.
Todo ello sucede en medio de la peor crisis económica y financiera del país en décadas, la pandemia de la COVID-19 y por último la catástrofe de la terminal portuaria.
No obstante, la desgracia ocurrida en el puerto abrió un camino a la negada ayuda y asistencia internacional durante el mandato de Diab.
Una conferencia internacional prometió remitir unos 300 millones de dólares para restaurar las ruinas en que quedaron barrios adyacentes a la terminal marítima, pero en especial destinados a cuestiones humanitarias como alimentos, medicinas y materias primas.
Para el pueblo un nuevo gobierno libanés será más de lo mismo con lo mismo, porque siguen presentes las reglas de juego de la distribución sectaria y la politiquería.
La alineación renunciante de Diab la integraban tecnócratas que en realidad nunca estuvieron apartados de sus orígenes partidistas o religiosos y cada vez que hubo debates, alguno u otro de sus titulares obstaculizaban decisiones desfavorables a su bando.
Se estima que la nueva formación a la cual se le llama de unidad nacional porque deben incorporarse todos los partidos, volverá a ser lo de siempre con su cuota de corrupción y clientelismo político.