Arabia Saudita con temores por cambios en la Casa Blanca
Tras el envío a casa del gobierno del presidente Donald Trump, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salmán (MBS) debería estar temblando, según un reporte de The Washington Post.
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Arabia Saudita con temores por cambios en la Casa Blanca
Casi desde el comienzo de su jefatura en la Casa Blanca, Trump y su yerno Jarod Kushner señalaron que Arabia Saudita recibiría un tratamiento especial adicional.
"Pusimos a nuestro hombre en la cima", tal vez se jactó Trump cuando MBS pasó a ser el príncipe heredero y arrebatarle el poder a su primo mayor en 2017.
Arabia Saudita fue el primer país al que voló Trump, recién elegido y reacio a los viajes.
Según los informes, los gobiernos de Arabia Saudita y de Emiratos Árabes Unidos ofrecieron ayuda a la campaña de Trump para ganar las elecciones de 2016, difundió The New York Times.
En 2018, MBS presuntamente alardeó de que tenía a Kushner "en su bolsillo", indicó The Intercept.
Mientras Trump estuvo en el cargo, Arabia Saudita arrestó a personalidades y activistas influyentes, incluidas defensoras de los derechos de las mujeres.
También intentó llevar a cabo una guerra impulsiva contra Qatar e impuso un bloqueo a ese país.
De acuerdo con los reportes, Kushner aconsejó a Mohammed bin Salman sobre cómo capear la tormenta causada por el espantoso asesinato de Jamal Kashoggi, y Trump luego declaró a Bob Woodward que protegió a MBS del escrutinio del Congreso.
El asesinato de Jamal fue personal y devastador, pero aún es peor que desde 2015 a Yemen lo hayan golpeado Arabia Saudita y sus socios de la coalición del Golfo con ataques aéreos y causado una crisis humanitaria.
Estados Unidos ha sido uno de los principales proveedores de bombas para los sauditas en esa guerra empapada de sangre e imposible de ganar; unos 13 mil 500 civiles yemeníes murieron a causa de tales ataques selectivos.
Incluso después del asesinato de Jamal, cuando la creciente presión política estaba dirigida a Estados Unidos para que dejara de armar a los sauditas, Trump se negó a ceder y usó los acuerdos de armas y el precio del petróleo como razones para justificar su compromiso con Riad.
La situación es tan mala que, apunta The Washington Post, los funcionarios estadounidenses ahora están preocupados de que sean procesados por crímenes de guerra en Yemen.
Pero Trump y la Casa Blanca no son los únicos.
Canadá se comprometió a suspender la venta de armas a Arabia Saudita y reanudó acuerdos con el criterio de que 13 mil yemenitas muertos en la guerra, no valen más que un contrato por 14.000 millones de dólares.
El Reino Unido reinició las ventas de armas a Arabia Saudita e intentó presionar a Alemania para que hiciera lo mismo.
La comunidad económica internacional también sigue dando vida y legitimidad al régimen de Arabia Saudita que asumió la presidencia del G-20 y está previsto que albergue la cumbre del organismo el próximo 21 de noviembre.
Las organizaciones no gubernamentales y los grupos de transparencia de todo el mundo se han comprometido a boicotear esa cimera por el historial de Arabia Saudita.
Pero Riad ha ido a toda máquina con la programación y los eventos paralelos, con invitaciones a algunos de los principales pensadores del mundo a unirse a través de Zoom.
El economista ganador del premio Nobel Joseph Stiglitz utilizó su tiempo de intervención en un evento saudita la semana pasada para criticar a Mohammed bin Salman y llamar la atención sobre Jamal Kashoggi.
El gobierno de Joe Biden tiene la oportunidad de restablecer en la relación con Arabia Saudita una que incorpore más salvaguardias contra la impunidad desenfrenada que se ha agravado en los últimos cinco años.
Pero mientras la comunidad internacional continúe haciendo la vista gorda ante los peores impulsos de sauditas, los llamados guardianes del orden mundial liberal tendrán las manos manchadas de sangre.