¿Pocas posibilidades de guerra contra Irán?
Pese a su zigzagueante política exterior, el presidente saliente se mantuvo consistente en evitar otro conflicto militar importante e intentó reducir los compromisos militares de Estados Unidos en el extranjero.
No habrá ningún ataque de Estados Unidos contra Irán en lo que resta del cargo del presidente estadounidense, Donald Trump, anticipa un análisis del periódico israelí Jerusalem Post.
Pero hay muchos a los que les gustaría convencer a Teherán de que esa amenaza es real.
Es posible que algunos en el gobierno de Trump quieran asegurarse de que la República Islámica no los avergüence en su salida.
Esa preocupación tiene sentido ya que Irán mantuvo sus avances con la instalación de centrifugadoras más avanzadas en la planta de Natanz.
Y al mismo tiempo, desde la sitiada Franja de Gaza, los palestinos dispararon múltiples rondas de cohetes contra el ocupante israelí.
Todo esto podría sugerir un intento del líder supremo de la República islámica, Ali Khamenei, a tratar de demostrar que ganó el enfrentamiento nuclear cuando Trump abandona el escenario.
Para rechazar esa idea, se registraron filtraciones y eventos en los medios.
Trump despidió al secretario de Defensa, Mark Esper, que muchos sugirieron el deseo del mandatario de tener un sí-hombre para tomar algunas medidas arriesgadas, incluida la posibilidad de atacar a Irán.
The New York Times también publicó que el equipo de seguridad nacional apenas convenció al presidente de la imprudencia de un ataque contra la nación iraní.
Además, el Comando Central de Estados Unidos anunció que los bombarderos estratégicos B-52 llevaron a cabo una "misión de largo alcance y con poca antelación en Medio Oriente para disuadir la agresión y tranquilizar a los socios y aliados de Estados Unidos, fue otra de las filtraciones a los medios.
Ese anuncio parecía un desafío obvio para los iraníes de que Washington estaba listo para responder a cualquier provocación, sino que la respuesta sería rápida.
Mientras, el sitio Axios consignó que funcionarios israelíes ordenaron a las Fuerzas de Defensa alistarse para un posible ataque estadounidense contra Irán, aunque no lo esperaban.
¿Por qué prepararse para algo que espera que no suceda?
Se trata de la guerra psicológica clásica del primer ministro Benjamín Netanyahu para que los medios de comunicación y el mundo piensen en la posibilidad de una guerra y provocar inseguridad en Irán.
Asustar a la República Islámica podría ayudar a calmar Gaza, ralentizar el progreso en Natanz y encerrar al Gobierno entrante de Joe Biden, estima Jerusalem Post.
Los israelíes y funcionarios de Trump pueden estar preocupados de que haya una presión sobre Biden para firmar un acuerdo nuclear débil, ya que el triunfador de las elecciones aspira a un camino diplomático y restaurar lo estipulado en el Plan Integral de Acción Conjunta sellado en 2015 por Teherán y el grupo 5+1 (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China más Alemania), del que salió Washington en 2018.
Con acciones regulares y conversaciones de guerra, Trump y Netanyahu pueden lograr que Khamenei emita mensajes más reconciliatorios, así como hacer que el próximo gobierno estadounidense sienta que debe proyectar una postura más dura para que no parezca demasiado débil en comparación con Trump.
Todo bajo el supuesto de que Estados Unidos ataque en las próximas siete semanas es un tigre de papel.
Pese a su zigzagueante política exterior, el presidente saliente se mantuvo consistente en evitar otro conflicto militar importante e intentó reducir los compromisos militares de Estados Unidos en el extranjero.
Su enfoque ha sido amenazar y asustar, pero no utilizar la fuerza militar.
En todo caso, el despido de Esper para posibles medidas dramáticas tal vez se debió a la importante reducción de tropas de Trump en Afganistán e Iraq.
Si Irán y Gaza se retiran ahora y entran en negociaciones con Biden, eso sería una ventaja y mostraría una vez más que la amenaza psicológica de la guerra la hace menos probable.