Con el Talibán, ¿volverá al Qaeda?
Después de conversar con la administración Trump el año pasado, el Talibán prometió no brindar protección alguna al grupo terrorista.
En Afganistán viven 37 millones de habitantes y 46 por ciento de ellos es menor de 15 años de edad, lo cual significa que casi la mitad de la población no recuerda el gobierno anterior del Talibán, apunta Al Monitor.
También a la salida del poder de los insurrectos en 2001, no había Internet y no está claro lo que implicará, pero habrá personas, sobre todo en las zonas urbanas que conoce y está conectada con el mundo.
Eso podría ser una fuente de estrés o inestabilidad, en especial para una economía en una situación desesperada.
Cuarenta y siete por ciento de los afganos viven en la pobreza y según el Banco Asiático la tasa oficial de desempleo es de 11,7 por ciento y 34,3 de cada 100 de los que trabajan ganan menos de 1,90 dólares al día.
Un informe del FMI sobre Afganistán describió un panorama económico preocupante.
"La pandemia ha impuesto un alto costo socioeconómico y forzó a miles de personas a la pobreza, retrasó el progreso hacia la autosuficiencia y provocó una pérdida permanente de producción", acotó el organismo mundial.
El FMI, en respuesta a la presión de Estados Unidos, suspendió el acceso de Afganistán a 440 millones de dólares en nuevas reservas monetarias después de que los talibanes asumieron el control.
La frágil economía afgana con una tasa de crecimiento proyectada de 2,7% para 2021, después de una disminución del dos en 2020, podría estar en riesgo bajo el Talibán.
Estados Unidos invadió Afganistán en 2001 con el pretexto de los bombardeos por al Qaeda de las torres gemelas del 11 de septiembre que mataron a 2.605 estadounidenses y cientos de personas más e hirieron a unas 6 mil.
El liderazgo superior de Al-Qaeda vivía en Afganistán en ese momento, bajo la protección del entonces gobierno.
Después de conversar con la administración Trump el año pasado, el Talibán prometió no brindar protección alguna al grupo terrorista.
Ese acuerdo con la Casa Blanca, sellado en febrero de 2020, comprometió al movimiento insurrecto a "no permitir que ninguno de sus miembros, otras personas o grupos, incluida Al Qaeda, use el suelo de Afganistán para amenazar la seguridad de Estados Unidos y sus aliados".
Seth Jones, autor de la lectura obligada "In the graveyard of Empires", escribió para The Wall Street Journal que, no obstante, al-Qaeda y el Talibán parecen seguir siendo hermanos en armas e ideología.
"Los talibanes y al Qaeda disfrutan de relaciones personales duraderas, matrimonios mixtos, una historia compartida de lucha e ideologías solidarias", apunta Jones, "los líderes de Al Qaeda han prometido lealtad a todos los líderes talibanes desde el establecimiento del grupo".
Un informe del Consejo de Seguridad de la ONU observó un fuerte deterioro en la situación de seguridad en Afganistán, caracterizado por un aumento de ataques terroristas y de alto perfil, y la presencia de hasta 10 mil combatientes extranjeros, así como unos 2 mil islámicos.
No es un conjunto armonioso de fuerzas y aunque el Talibán enfrentó al Daesh de Khorasan, por ejemplo, vale la pena analizar esa relación, acota Al Monitor.
Como mínimo, Daesh y otros grupos armados afiliados o alineados tal vez encontraron inspiración y quizás refugio seguro, en esas áreas no gobernadas o mal gobernadas de Afganistán.