Día Internacional de la Mujer: combatir los abusos económicos “debe ser una prioridad”
Según un estudio realizado por una red de ONG francesas de defensa de los derechos de la mujer –Solidarité Femmes– en 2019, el 23% de las víctimas de violencia doméstica aseguran que sus parejas las maltratan económicamente. Abusos que van desde el control de sus gastos hasta la prohibición de trabajar o la apropiación indebida de sus salarios.
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Día Internacional de la Mujer: combatir los abusos económicos “debe ser una prioridad”.
Son muchos los hombres que privan a sus compañeras de independencia económica en en el seno de la pareja, una forma de violencia doméstica que suele pasar por alto. Muchas ONG de defensa de los derechos de la mujer han advertido sobre este fenómeno –que califican como “violencia económica”– y, ahora, algunos diputados franceses quieren tipificar este tipo de abusos como delito.
Según un estudio realizado por una red de ong francesas de defensa de los derechos de la mujer –Solidarité Femmes– en 2019, el 23 por ciento de las víctimas de violencia doméstica aseguran que sus parejas las maltratan económicamente. Abusos que van desde el control de sus gastos hasta la prohibición de trabajar o la apropiación indebida de sus salarios.
Esta cuestión ha sido tomada en serio por los diputados de la Delegación para los Derechos de la Mujer en la Asamblea Nacional en Francia, que ahora quieren incluir la noción de violencia económica en la legislación francesa para convertirla en delito.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, France 24 hizo un balance sobre esta situación con Françoise Brié, portavoz de la red Solidarité Femmes y especialista en la acogida, el apoyo y el alojamiento de mujeres víctimas de la violencia en Francia.
¿Qué es exactamente la violencia económica?
Basándonos en nuestro trabajo sobre el terreno y en nuestra línea de ayuda nacional, hemos identificado seis formas de violencia doméstica: verbal, psicológica, física, sexual, económica y administrativa. La violencia económica abarca una serie de acciones de control sobre la autonomía financiera de las mujeres, como el chantaje financiero, la confiscación del sueldo y posesiones, el control sobre cómo gastan su dinero; o incluso la prohibición de trabajar.
Este tipo de violencia se suele producir en el seno del hogar, pero también tiene cabida después de la separación, a través de la repetición de los procesos judiciales contra mujeres con pocos recursos. Hay que entender que no se trata sólo de disputas domésticas, sino de violencia doméstica, que es una forma muy grave de maltrato.
¿Cómo de extendido está este fenómeno en Francia?
No hay muchas estadísticas disponibles, pero los grupos de defensa de los derechos de la mujer han descubierto que este fenómeno es muy recurrente. En un estudio de 2019, para el que Solidarité Femmes analizó casi 13 mil casos de violencia doméstica, más de una de cada cinco mujeres entrevistadas aseguró sufrir este tipo de abuso financiero.
Entre los tres mil casos de abuso económico que analizamos entonces, una mujer nos dijo que su pareja tan solo le daba 20 euros semanales para ella y sus hijos. Otra entrevistada cedió su propiedad a su pareja maltratadora ante el notario, a pesar de las advertencias de este. También hemos registrado casos de mujeres que tenían que hacerse cargo de la manutención de su compañero, mientras este pagaba las facturas y se negaba a la división de los bienes en el momento de la separación.
Además, el estudio constató que este fenómeno afecta a las mujeres de distintos estratos sociales, tanto a las trabajadoras con salarios bajos como a las ejecutivas de empresas.
¿Qué se puede hacer al respecto?
Muchas veces las víctimas se encuentran sin recursos ni lugar al que ir en caso de separación. Por eso, necesitamos más plazas de acogida de urgencia y también pedimos que se introduzca un subsidio temporal que permita a las asociaciones centrarse más en el apoyo psicológico a las personas, los trámites administrativos y la vuelta al trabajo cuando sea necesario.
Para quienes trabajamos en las ong de derechos de la mujer, gran parte de nuestro trabajo se centra en deconstruir las nociones sexistas que las víctimas han interiorizado; tenemos que hacerles ver que tienen la culpa del abuso. Esto es especialmente difícil porque la violencia económica se da en un marco social con tendencia a dejar a las mujeres en situación de desventaja.
Desde el punto de vista político, las cosas empiezan a avanzar. La diputada Marie-Pierre Rixain, del partido centrista La République En Marche –el del presidente Emmanuel Macron– quiere hacer obligatorio el ingreso de los salarios de las mujeres en una cuenta a su nombre, y así proteger su autonomía financiera.
Es un paso en la buena dirección, pero hay que ir más allá, tipificando la violencia económica como delito. La lucha contra este fenómeno debe ser una prioridad, al igual que la cuestión de la violencia sexual y el reto de garantizar que las víctimas tengan un lugar al que acudir cuando dejan a sus parejas maltratadoras.