Adicción y selfies: Atrapados en el "yo"
La adicción a las selfies es una conducta obsesiva cuya característica es el deseo incontrolable de autofotografiarse y publicar esas fotos.
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Algunas investigaciones revelan que esta adicción está relacionada con la baja autoestima.
Con el auge de la tecnología y el acelerado desarrollo de los teléfonos celulares, la humanidad es cada vez más dependiente de esos aparatos, siendo las cámaras y las aplicaciones para fotografías, unas de las más usadas. ¿Acaso no es curioso cómo de los disímiles usos que podríamos darle a una cámara, priorizamos el de hacernos fotos a nosotros mismos?
Líderes políticos, celebridades, astronautas en misión espacial, gente sin fama y hasta el propio Papa Francisco, en la cotidianidad se toman autofotos para registrar así el momento y compartirlo en Redes Sociales.
El mito de Narciso, de los antiguos griegos, un poco nos advertía del peligro de quedarnos atrapados en nuestro propio reflejo. Pero, ¿de dónde viene esta obsesión con nosotros mismos? La respuesta está en nuestro cerebro, la atención y sus efectos especiales.
En 2013, eran publicadas cerca de un millón de selfies al día.
Un millennial promedio toma hasta 25 700 fotos de sí mismo en su vida, un alarmante dato brindado por Techinfographics.com
El laboratorio de Neurociencia Cognitiva, ubicado en la Universidad Autónoma de Madrid,ha realizado importantes estudios sobre el cerebro y qué experimenta cuando "observa" su propio rostro
Utilizando electroencefalografía, herramienta que permite conocer la actividad eléctrica que emiten las neuronas, comprobaron que realmente la propia cara tiene un procesamiento más eficiente con respecto a otras conocidas, algo que sucede por la acción de ciertos mecanismos atencionales que operan rápidamente en nuestro cerebro.
Concretamente, al percibir nuestra propia imagen se desencadena un juego atencional en dos tiempos. En un primer momento, la atención orientada hacia el "yo" impulsa el acceso a la información autobiográfica (de dónde soy, cómo me llamo, etc.), permitiéndonos reconocernos más rápidamente. Aunque lo más fascinante es lo que sucede después. Tras el autorreconocimiento, se produce una movilización de nuestros recursos cognitivos a las áreas cerebrales que están especializadas en el procesamiento facial (como el giro fusiforme), lo que se traduce en un “enganche” atencional hacia nuestra propia cara. Por eso nuestro propio rostro tiene la capacidad de secuestrar y retener nuestra atención durante más tiempo en comparación a otras caras que también conocemos.
Todo apunta a que, al igual que el pobre Narciso, en cierta manera también nosotros nos quedamos atrapados en nuestro propio reflejo. Y esto da bastante que pensar. En una sociedad cada vez más egocentrista, ¿acaso estamos siendo víctimas de un mecanismo atencional que tiene un claro sentido evolutivo? ¿Da sentido a la proliferación de los selfis?
En 2015, los jóvenes de entre 16 y 25 años dedicaban hasta cinco horas a la semana a prepararse, fotografiar y editar selfies, según una encuesta de la empresa FeelUnique.
La adicción a las selfies es una conducta obsesiva cuya característica es el deseo incontrolable de autofotografiarse y publicar esas fotos. Para ellos, los "adictos" a este tipo de fotografía (que cada vez son más), buscan "la imagen" de manera insistente, recurrente y generando una dependencia tal, que si no se lleva a cabo les provoca un malestar.
Algunas investigaciones revelan que esta adicción está relacionada con la baja autoestima, búsqueda de atención, y hasta trastornos de personalidad como el narcicismo y el trastorno dismórfico corporal, el cual se caracteriza por la preocupación excesiva de los defectos físicos que se pudieran tener.
Otros estudios refieren que las personas que más selfies publican en las redes sociales, son las que tienen menos amigos físicos, escasa relación afectiva y poca cercanía con las personas en la realidad.
La adicción a las selfies puede provocar: déficit de atención, depresión, ansiedad, trastorno de personalidad y trastorno obsesivo compulsivo.
Además, podrían tener peligro para la vida: Los selfies ya matan a más personas que los tiburones.
Las estadísticas, en 2019, informaban que al menos 259 personas habían fallecido por tener la foto más original. La mayoría de autorretratos fatídicos ocurrieron en cumbres, rascacielos, lagos y con algún medio de transporte de por medio; y la media de edad de las víctimas fue de 22 años, el 50% tenía entre 20 y 29 años, y el 36%, entre 10 y 19 años.
Sin embargo, esa siniestralidad a ido creciendo exponencialmente desde entonces, y sobre todo en los últimos años debido al mayor uso de teléfonos móviles, a las funciones mejoradas de autofotos en los smartphones, a la mayor disponibilidad de palo-selfies, y también a la promoción del fenómeno de las autofotos a través de concursos al mejor selfie.
Sacarse una selfie es una costumbre que se impuso desde el advenimiento de las cámaras frontales en los teléfonos celulares y como manera de descontracturar una fotografía y demostrar así la presencia en un lugar, pero es un asunto a ser tomado con responsabilidad, para no quedar atrapados en el "yo" o perder la vida en ello.
Al Mayadeen Español
