Hammam el Malek El Zahir y sus ingredientes ancestrales
El baño árabe ubicado en el casco histórico de la ciudad de Damasco permite el relajamiento en medio de un ambiente social muy particular y acogedor.
En cada ciudad árabe existe el hammam, un baño de vapor capaz de purificar tanto el cuerpo como el espíritu.
Este lugar mágico permite el relajamiento en medio de un ambiente social muy particular y acogedor.
Pero esa sensación resulta aún más especial cuando se trata del hammam más antiguo del mundo, el Malek El Zahir, ubicado en Damasco, Siria.
De Akiki a Malek El Zahir
Construido en el año 985, este sitio llevó durante más de tres siglos el nombre de su arquitecto, el señor Akiki.
Luego el rey mameluco El Said El Nasser compró la edificación y la denominó en honor a su padre Al-Zahir Baibars.
Junto al local, adquirió el terreno cercano para construir la biblioteca Al Zahirié y, a partir de este momento, el hammam se convirtió en Malek el Zahir.
El actual propietario, el sirio Bassam Kubab, contó con orgullo a Al Mayadeen Español que el lugar llegó a manos de su abuelo en 1956.
Según explicó, el espacio en sí mismo no era bien conocido, pues “se consideraba como ‘popular’, de ‘clase baja’”.
“De formación comercial, no tenía nada que ver con este empleo. Yo era durante años solo el hijo del boss (jefe), hasta que mi presencia se hizo obligatoria”, aseguró.
Metamorfosis completa
Era la década del 80 del pasado siglo y no había turistas ni del interior ni del exterior del país y "tampoco gustaba demasiado visitar un hammam", recordó Bassam.
Luego la extensión de Damasco y sus afueras provocó una cierta nostalgia y la idea de renovar el antiguo sitio emergió.
“Por supuesto, más por curiosidad que por necesidad”, aclaró este empresario.
La presencia de una ola increíble de turistas a partir de los años 2000 incentivó una restauración profunda, pero siempre con el objetivo de conservar su lado artesanal y auténtico.
Ahora cerca de 15 empleados laboran allí y muchos de ellos nacieron en el mismo pueblo del abuelo de Bassam, la localidad Moadamiyet El Kalamon, en Homs.
¿Por placer o necesidad?
Con un costo de cerca 40 mil libras sirias (tres dólares), el baño tiene un público muy variado, entre ellos, diplomáticos y miembros de organizaciones no gubernamentales.
Durante el invierno, el 90 por ciento de los visitantes son locales y un 10 por ciento de iraquíes, libaneses o jordanos, mientras en el verano ocurre lo contrario.
En palabras de uno de los clientes: “la ventaja es que no falta nada, todos los productos son locales. Hay siempre electricidad, agua caliente, además de limpieza. Todo eso atrae a la gente harta de los problemas cotidianos”.
Así, gracias al hammam, junto a los restaurantes, la mezquita de los Omeyas y la iglesia de San Ananías, el viejo casco de Damasco se reconstituye con todo su encanto e historia.