Con temperaturas globales nunca antes vistas, fenómenos climáticos devastadores y el fracaso de políticas ambiciosas para contener las emisiones de gases de efecto invernadero, el 2024 fue el año más caluroso de la historia. 

A lo largo de los últimos 12 meses, la Tierra no solo marcó nuevos récords de altas temperaturas, sino también puso de manifiesto las consecuencias de décadas de inacción.

Durante 16 meses consecutivos, desde junio de 2023 hasta septiembre de 2024, la temperatura media global superó consistentemente cualquier registro previo.

Los expertos atribuyeron este incremento tanto al fenómeno de El Niño como al continuo aumento de contaminantes en la atmósfera.

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En este sentido, organismos como la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos, la Organización Meteorológica Mundialy el Observatorio Europeo Copernicus revisaron los datos históricos.

A lo largo de 2024, la temperatura media global fue 1,5 grados superior a la de la era preindustrial, y al mismo tiempo, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzó un récord histórico: 422 partes por millón.

Debido a ello, la Organización de Naciones Unidas instó a una reducción urgente y significativa de las emisiones. 

El secretario general del organismo, António Guterres, subrayó que hemos cerrado una “década de calor mortal”, con 10 años atípicos. 

Aunque el aumento temporal no significa que el objetivo del Acuerdo de París esté completamente fuera de alcance, sí representa una advertencia: el cambio climático ya no es un problema del futuro; es una realidad que enfrentamos en el presente.