Bosque resurge tras seis mil años bajo el hielo en Estados Unidos
El calentamiento global liberó en Estados Unidos más de 30 troncos de un bosque de pinos blancos, congelados por un drástico descenso de las temperaturas durante el Holoceno medio.
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Bosque resurge tras seis mil años bajo el hielo en Estados Unidos.
En un paisaje dominado por la tundra, a más de tres mil metros de altitud, reapareció un bosque de pinos blancos, sepultado bajo el hielo durante casi seis mil años en Yellowstone, Estados Unidos.
Un estudio de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences reveló que estos árboles quedaron congelados cuando las temperaturas descendieron de forma drástica en el Holoceno medio, a raíz de erupciones volcánicas en el hemisferio norte.
Cuando el calentamiento global liberó a estos testigos del tiempo, los investigadores hallaron más de 30 troncos en excelente estado de conservación, sin corteza, pero con sus anillos de crecimiento intactos.
El análisis de sus estructuras permitió reconstruir el clima de aquella etapa, y demostrar que, aunque el enfriamiento fue un proceso gradual, terminó en un abrupto evento de congelación.
Además de la flora, los científicos encontraron herramientas de madera de hace más de 10 mil años, y esto sugirió la presencia de vida humana en la zona.
El derretimiento también liberó microorganismos atrapados durante milenios, y en consecuencia el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente señaló el peligro de la reactivación de bacterias y virus prehistóricos asociados al acontecimiento.
Los investigadores recordaron que la velocidad del deshielo actual tiene estrecha relación con las emisiones de gases de efecto invernadero.
“Ahora no hay un enfriamiento pronosticado que revierta el proceso, esa es la diferencia de los tiempos que corren con respecto a nuestra historia”, señalaron los científicos.
Durante el Holoceno medio, las temperaturas al norte de Estados Unidos eran lo suficientemente altas como para permitir que los pinos blancos crecieran hasta 180 metros.
En la actualidad, esa variable meteorológica alcanzó niveles comparables o superiores a los de aquella época, con cosecuencias sobre los ecosistemas.
Si no hay medidas urgentes, la velocidad de la transformación podría superar la capacidad de adaptación de los hábitats y la propia humanidad.