Una segunda presidencia de Trump en EE. UU. podría desgarrar a Europa
El regreso al poder del candidato republicano no sólo sería la mayor prueba en las relaciones transatlánticas en la historia de la posguerra, sino que podría representar un riesgo existencial para la unidad europea.
La mayoría de los líderes europeos están preocupados sobre el futuro resultado de los comicios presidenciales en Estados Unidos este año ante una eventual victoria de Donald Trump.
El regreso de Trump a la Casa Blanca no es seguro, pero la posibilidad está obligando a los líderes europeos a reflexionar sobre diferentes escenarios.
A medida que el ciclo electoral estadounidense se acelera, los funcionarios de todo el continente se vuelven cada vez más sinceros sobre las implicaciones de una segunda presidencia del candidato republicano.
El regreso al poder de la exestrella de reality shows no sólo sería la mayor prueba en las relaciones transatlánticas en la historia de la posguerra y podría representar un riesgo existencial para la unidad europea, ya que las tensiones sobre cómo trabajar con el país más poderoso del mundo separan al continente en temas que van desde la política comercial hasta la lucha contra el cambio climático y la defensa del territorio europeo.
“La gente en Bruselas ya se está preparando para lo que podría suceder”, expresó un alto diplomático de la Unión Europea (UE), a quien, como otros en esta historia, se le concedió el anonimato para discutir el resultado de una elección en un país no perteneciente a la UE.
Por supuesto, Europa sobrevivió a la primera presidencia de Trump, pero todo indica que esta vez las cosas serán más difíciles, ya que dos guerras cercanas y una crisis energética en curso aumentan la presión sobre el continente.
Habiendo regresado al cargo después de dos juicios políticos y una serie de procesos civiles y penales, es poco probable que Trump sienta la necesidad de moderar sus impulsos o rodearse de funcionarios que instan a la moderación.
Fundamentalmente, si bien fue posible descartar el primer mandato de Trump como una aberración (una tormenta geopolítica que podría capearse), su regreso consolidaría el cambio en la política exterior estadounidense como un hecho que ya no puede ignorarse.
Eso requeriría que Europa, y la UE en particular, hiciera algo para lo que históricamente ha demostrado estar mal preparada: decidir una respuesta común y apegarse a ella. No llegar a un acuerdo podría comenzar a desgarrar el bloque.
"No existe una regla automática que indique que una crisis conducirá a la integración europea", dijo el experto en política de la UE en el Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad, Nicolai von Ondarza.
De acuerdo con el miembro del grupo de expertos en política exterior que asesora al gobierno alemán, "Hay obstáculos importantes que deberían superarse para convertir una segunda presidencia de Trump en un momento de unidad europea".
Las intenciones de Trump hacia la OTAN
El plan de Trump para Ucrania ya está tomando forma, indicaron dos personas familiarizadas con el pensamiento del expresidente. Presionaría a Volodímir Zelenskyy para que ceda Crimea y partes del Donbass con el objetivo de convencer al presidente ruso Vladimir Putin de que ponga fin a la guerra, informó inicialmente The Washington Post.
Lo que está menos claro es cuáles son sus intenciones hacia la OTAN, la alianza que ha garantizado la seguridad europea desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Las dos personas familiarizadas con el pensamiento de Trump expresaron que su objetivo es reducir la participación de Estados Unidos, tal vez negándose a asistir a cumbres o haciendo que el ejército estadounidense no participe en ejercicios conjuntos.
Las preocupaciones sobre lo que Trump podría hacer, impulsaron al Congreso de Estados Unidos a convertir en ley el requisito de que los legisladores aprueben cualquier retirada formal de Estados Unidos de la alianza.
Sin embargo, eso resultará muy poco consuelo para los europeos que dependen de que Trump realmente cumpla con los compromisos de Washington bajo la alianza.
“El hecho de que el Congreso sintiera la necesidad de hacerlo y el presidente Biden estuviera dispuesto a firmarlo indica que hay preocupaciones reales en Washington”, explicó el experto de la Fundación para la Defensa de las Democracias, Brad Bowman.
A criterio del miembro del colectivocon sede en Washington, el marco constitucional no está claro en lo que respecta a su poder para hacerlo.
Trump no necesitaría retirarse de la alianza para ponerle fin de manera efectiva. En febrero, cuestionó la adhesión de Washington a la disposición de defensa mutua del Artículo 5 de la OTAN, que exige que los aliados se unan en apoyo si uno de sus miembros es atacado, y declaró que "alentaría" a Rusia a atacar a los miembros de la OTAN que no estuvieran gastando lo suficiente en defensa.
En cualquier caso, el Artículo 5 no requiere apoyo militar, sólo que un miembro de la OTAN “tome las acciones que considere necesarias para ayudar al aliado atacado”.
Trump podría simplemente “considerar necesario plantear preocupaciones en el Consejo de Seguridad de la ONU, y eso es todo”, explicó Bowman, “o emitir una declaración o decir: oye Putin, eso no es bueno. Deberías dejarlo.
La UE tendría dificultades para forjar una respuesta común a una presidencia de Trump, lo cual es evidente por su reacción ante el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Mientras las tropas rusas avanzaban hacia el oeste, los políticos de la UE se alinearon para exigir un replanteamiento urgente de la seguridad europea.
Si bien el bloque ha logrado algunos avances, al reunir dinero para comprar armas para Ucrania y aumentar la fabricación de armamento, en realidad el cumplimiento de estas políticas ha sido lento debido a falta de pago, disputas sobre cómo recaudar el financiamiento y dónde gastarlo.
Un plan de endeudamiento conjunto para aumentar el gasto militar, respaldado por Estonia y Francia, ha provocado una feroz oposición en otras capitales, especialmente en Berlín. Si bien el impulso político para tal plan está creciendo, la oposición de Alemania ahora está llevando al bloque a pensar en otras alternativas.
"Existe consenso en que necesitamos más inversiones", manifestó un diplomático de la UE. “Ahora la discusión es: ¿Cómo vamos a conseguir el dinero?”
Reemplazo del paraguas nuclear estadounidense
Las cosas han avanzado tan lentamente que algunos creen que será necesaria una gran conmoción para romper el estancamiento.
"En lo que respecta al sentido de urgencia de la UE en cuestiones como la competitividad o la defensa, Trump podría ser para el bloque algo similar a lo que fue la crisis financiera: una llamada de atención para poner las cosas en marcha", indicó el ministro de Finanzas belga, Vincent Van Peteghem, quien actualmente preside las reuniones de ministros de Finanzas de la UE donde se discute más gasto en defensa.
Si el gasto militar convencional ha resultado difícil, las implicaciones más importantes de una retirada estadounidense podrían ser radiactivas.
Cuando se trata de disuasión nuclear, la mayor parte de Europa depende del paraguas estadounidense. Sólo el Reino Unido y Francia poseen sus propias ojivas. El Reino Unido tiene alrededor de 200 ojivas, que contribuyen parcialmente al paraguas de la OTAN. Francia tiene unos 300, pero sólo están comprometidos con la defensa nacional.
En los últimos años, París se ha ofrecido a discutir el papel de su disuasión nuclear en un contexto europeo, pero Alemania hasta ahora no ha aceptado esa oferta.
Ni el sistema francés ni el británico representarían un elemento disuasorio creíble si desapareciera de la ecuación Estados Unidos, manifestó la experta en política exterior de la UE, Von Ondarza.
Los temores de quedar expuestos ya están provocando debates sobre si los países deberían rearmarse, lo que podría precipitar una carrera armamentista mundial a medida que se rompa el tabú.
En Alemania, el exministro de Asuntos Exteriores de los Verdes, Joschka Fischer, ha dicho que la UE necesita sus propias armas nucleares, y ha habido voces en Polonia que piden un arsenal interno.
Aún no está claro cómo encajaría todo esto en el marco de seguridad europeo.
“La UE no es de ninguna manera capaz en este momento de responder preguntas muy básicas: ¿Quién activaría realmente el botón rojo?” dijo Von Ondarza.
“¿Es sólo el presidente francés? ¿Podría ser la UE? Y si es así, ¿es el presidente de la Comisión Europea o el presidente del Consejo Europeo?”
La agenda de Trump 'Estados Unidos primero'
Para empeorar las cosas, los líderes europeos probablemente se verían presionados por una serie de políticas lideradas por Trump que bien podrían estar diseñadas para separarlos.
Una segunda presidencia del republicano, manifestó otro funcionario de la UE, será como la de 2016, “pero al mismo tiempo, mucho peor”.
Aún con las cicatrices del primer mandato de Trump, la Comisión Europea no quiere que la tomen desprevenida esta vez: Bruselas está trabajando en un plan que describe las consecuencias de las elecciones de noviembre, incluidas medidas comerciales punitivas si Trump impone sus propios aranceles al bloque.
"La Comisión está estableciendo un proceso interno estructurado para prepararse para todos los resultados posibles de las elecciones presidenciales de Estados Unidos", refirió un funcionario de la Comisión.
En cuanto al comercio, el expresidente no ha ocultado sus planes de revivir su agenda de “Estados Unidos primero”. Su amenaza el verano pasado de imponer un arancel del 10 por ciento a todas las importaciones durante su segundo mandato ha provocado escalofríos en toda Europa, donde la economía depende en gran medida de las exportaciones a Estados Unidos.
La guerra en Ucrania y el deseo de romper los lazos económicos con Rusia también han dejado a Europa dependiente de Estados Unidos para su suministro de energía, con casi el 50 por ciento de sus suministros de GNL provenientes de ese país, casi el doble de lo que era antes de iniciado el conflicto ucraniano.
Un segundo funcionario de la Comisión expresó su preocupación de que Trump pudiera aumentar la producción de combustibles fósiles y al mismo tiempo utilizar los precios del gas como palanca en su trato con Europa, presionando a las empresas estadounidenses para que aumenten los precios o limiten el suministro mediante licencias.
Si bien esto podría ser perjudicial para la economía, los funcionarios europeos están tratando de proyectar confianza en que el regreso de Trump no descarrilará la lucha contra el calentamiento global.
“Solía importar” que Estados Unidos estuviera en el Acuerdo de París, el pacto sobre el cambio climático del que Trump se retiró en 2017. Pero ahora “la transición a la energía limpia es completamente imparable”. La competencia para dominar la economía limpia significa que la UE, China, India y otros no se dejarían disuadir por un cambio de rumbo estadounidense.
Las fallas cada vez más profundas en Europa
El destino de Europa durante una segunda presidencia de Trump dependerá en gran medida de si puede permanecer unida, subrayaron funcionarios y diplomáticos.
"Necesitamos mostrar unidad como lo hicimos la última vez que estuvo presente", subrayó la directora ejecutiva del Foro Liberal Europeo con sede en Bruselas, Alva Finn.
"Lo resolvimos la última vez y esperamos poder hacerlo de nuevo si nos mantenemos unidos como bloque, como lo hemos estado haciendo antes", agregó.
El riesgo más obvio para esa unidad es el primer ministro húngaro Viktor Orbán, quien tendrá un papel de establecimiento de agenda en la máquina de toma de decisiones de la UE durante la segunda mitad del año.
Orbán, quien visitó a Trump en su resort de Florida el mes pasado, ha estado presionando durante mucho tiempo por una forma de acuerdo de paz para Ucrania. El líder húngaro también espera obtener más apoyo en todo el bloque después del esperado aumento de la extrema derecha en las elecciones al Parlamento Europeo de junio.
Pero Orbán también podría resultar ser el menor de los problemas del continente. Si bien se ha convertido en un cliché en la política de la UE decir que el bloque se une en una crisis, la verdad es que los líderes europeos luchan por trabajar juntos incluso en los mejores tiempos. Hacerlo cuando el protector histórico de la región no sólo se ha retirado sino que está ejerciendo presión activamente sería un desafío sin precedentes.
Durante su primer mandato, Trump se propuso pasar por alto las instituciones europeas y hablar directamente con los líderes nacionales. Con la incertidumbre sobre la política de defensa europea, algunos países, especialmente aquellos que cumplen con sus objetivos de gasto de la OTAN, podrían fácilmente decidir que acercarse al inconformista presidente estadounidense es una mejor apuesta.
La pregunta es hasta qué punto ciertos países de la UE estarán abiertos a un transaccionalismo con Estados Unidos, expresó Von Ondarza.
Ya existen líneas divisorias bien conocidas dentro de la UE, en temas que van desde el comercio hasta la producción de energía y la política exterior hacia Medio Oriente o China. Trump podría, por ejemplo, amenazar con imponer aranceles comerciales a productos europeos específicos para presionar a capitales europeas específicas para que sigan su camino en el tema Ucrania.
Lo que Alemania haría en tal escenario es una cuestión abierta que preocupa a algunos diplomáticos de otros países europeos. Lo mismo ocurre con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Mientras tanto, París ya está aprovechando la posibilidad de una presidencia de Trump para pedir una mayor autonomía europea, a menudo de manera que beneficie a la economía francesa.
“La UE se mostró unida hacia el Reino Unido en las negociaciones posteriores al Brexit, pero requirió mucho tiempo y esfuerzo”, señaló un funcionario de la UE.
"Esta vez, lo que está en juego será mucho mayor y la presión será mucho mayor".