EE. UU. y el sabotaje a movimientos políticos independientes
Durante más de 150 años, agentes al servicio del Partido Demócrata trabajaron para infiltrar, cooptar y destruir los movimientos políticos independientes en Estados Unidos.
Un artículo del editor en jefe de la revista CovertAction Magazine, Jeremy Kuzmarov, reveló la labor desarrollada, durante más de 150 años, por agentes al servicio del Partido Demócrata para infiltrar, cooptar y destruir los movimientos políticos independientes en Estados Unidos.
La historia inició a finales del siglo XIX con William AA Carsey, quien penetró las organizaciones laborales y otros grupos políticos con el objetivo de sabotearlos, cooptar sus mensajes y desviar votos hacia la referida formación política.
En este punto, Kuzmarov refirió en su trabajo la biografía de Carsey, elaborada por el profesor emérito de historia de la Universidad de Cincinnati, Mark A. Lause, en la cual explica las limitaciones del sistema bipartidista estadounidense y las dificultades experimentadas por los organizadores políticos independientes en el país.
Según el documento biográfico, desde la década de 1870 hasta la de 1980 pocas reuniones nacionales de organizaciones laborales para lanzar partidos de reforma laboral tuvieron lugar sin la presencia de Carsey o sus ideas.
Durante la Edad Dorada de la historia estadounidense (1870-1890), conocida por una amplia desigualdad social, condiciones laborales de explotación, vastas fluctuaciones del mercado, políticas conservadoras y corrupción política de élite, Carsey sirvió como el agente de campo demócrata más persistente y paciente, y trabajó de forma ardua para engañar, desviar y destruir los esfuerzos por sostener a los partidos políticos independientes.
El objetivo era reestructurar las organizaciones para hacerlas inviables o guiarlas hacia la fusión con los demócratas o darle forma de protestas predeterminadas y sin salida.
Mientras en Reino Unido y Francia, las agrupaciones laborales buscaron establecer un partido independiente para representar los intereses de la clase trabajadora, en Estados Unidos Carsey demostró ser una figura clave para frustrar estos esfuerzos.
Los partidos socialista y populista tuvieron cierto éxito a principios del siglo XX, pero no pudieron alterar la estructura política conservadora en Estados Unidos.
El trabajo de Carsey fue importante en un momento de creciente militancia laboral y dominio del Partido Republicano después de la Guerra Civil. Los demócratas de la época estaban asociados con la esclavitud y la secesión.
Para 1874, Carsey lanzó el Partido Político Industrial con sede en Nueva York con Charles A. Dana, subsecretario de Guerra en la administración de Lincoln y propietario y editor de The New York Sun.
El objetivo principal era conseguir que los votantes descontentos acudieran a las urnas y luego votaran por los demócratas.
Para Lause, las actividades de Carsey reflejaron una disposición general entre los demócratas a cooptar y frenar los impulsos insurgentes.
Carsey logró crear un partido reformista laboral radicalmente desconectado de los trabajadores, el cual solo existía en los periódicos.
Una de las tareas del agente era postularse para un cargo público con el fin de quitarle el viento a cualquier posible candidato genuinamente independiente.
Conforme a Lause, los esfuerzos de Carsey fueron adoptados en fechas recientes por Donald Trump y el Partido Republicano para canalizar los agravios de la clase trabajadora hacia el nativismo, ideología o pensamiento político y social que privilegia a los nativos o autóctonos de un territorio y sus intereses.
Al conocer esto, uno no puede evitar pensar en las desafortunadas campañas presidenciales de Robert F. Kennedy Jr., Cornel West, Jill Stein y un grupo de otros candidatos independientes presentes en la carrera presidencial de 2024, señaló Lause.
Como parte de la historia de Carsey, este asumió también el liderazgo de una liga antimonopolio no partidista cuyo propósito era romper los monopolios corporativos dominados por los republicanos y reemplazarlos con nuevos en cuales participaban los demócratas.
Una vez descubierto, Carsey fue denunciado por miembros del Partido Laborista Socialista como un “fraude sin derecho a hablar en nombre de los trabajadores”.
De acuerdo con Kuzmarov, hubo muchos charlatanes y proxenetas como Carsey que ocuparon su lugar después de su muerte, incluidos provocadores infiltrados en el Partido Socialista de los Trabajadores, Estudiantes para una Sociedad Democrática y el Partido Pantera Negra en las décadas de 1950 y 1960 para cooptarlos y destruirlos.
Los demócratas infiltraron también los medios y establecieron organizaciones espaciales para canalizar el activismo de izquierda hacia el Partido.
Desde su toma del poder de Clinton, el Partido Demócrata está cada vez más en deuda con intereses corporativos decididos a destripar los programas centrales del New Deal y promover políticas exteriores duras y archimperialistas.
A juicio de Lause, el trabajo de Carsey pasó a ser la profesión de Lee Atwater, Michael Deaver y otros agentes políticos experimentados conocidos por sus hábiles campañas de relaciones públicas donde prima la manipulación de la opinión ciudadana.
El espíritu de Carsey fue evidente durante las primarias del Partido Demócrata de 2020, cuando los demócratas fabricaron nuevos candidatos políticos, quienes decidieron abandonar la carrera antes de la celebración del Súper Martes e instaron a sus seguidores a apoyar a Joe Biden contra Bernie Sanders, que era más progresivo.
Según Lause, el siglo posterior a la muerte de Carsey vio crecer los mecanismos de tergiversaciones conscientes hasta convertirse en la producción masiva de desinformación, el cultivo estratégico de la desconfianza, una ideología de disfuncionalidad deliberada y una desmoralización cívica generalizada.
Hoy, Estados Unidos es capaz de promocionarse a sí mismo como una democracia modelo para liderar al mundo en una cruzada contra el autoritarismo político.
Pero la carrera de Carsey, sin embargo, demostró que Estados Unidos está lejos de ser una democracia modelo. Más bien, es una oligarquía en la cual emplean sicarios políticos contratados para socavar los movimientos populares y sostener su gobierno depredador.