Postura de Noboa ensombrece campaña electoral en Ecuador
La decisión del presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, de no tomar licencia y afrontar su campaña hacia la reelección mientras se mantiene en su cargo se ha vuelto centro de cuestionamiento e incluso es vista como un "quiebre institucional" por analistas.
El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, decidió no renunciar y afrontar la campaña electoral sin dejar el Palacio de Gobierno, en contra de lo dispuesto en el Código de la Democracia.
En diálogo con Sputnik, el analista Pablo Iturralde calificó la conducta como "un golpe de Estado" y aventuró que "el fantasma del fraude no se eliminará fácilmente".
La decisión del mandatario de no tomar licencia y afrontar su campaña hacia la reelección mientras se mantiene en su cargo se volvio centro de cuestionamiento e incluso es vista como un "quiebre institucional" por analistas.
Noboa lanzó formalmente su campaña este 5 de enero, con un discurso desde el propio Palacio de Carondelet y tras impedir que la vicepresidenta, Verónica Abad, lo reemplace.
El inicio de la campaña estuvo signado por el enfrentamiento político entre Noboa y Abad, que pretendía asumir el domingo 5 de enero la Presidencia ecuatoriana, de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 93 del Código de la Democracia, que regula los comicios en el país sudamericano.
Sin embargo, Noboa no solo evitó renunciar, alegando que su gestión actual es excepcional por estar completando el mandato del destituido Guillermo Lasso (2021-2023), sino que designó a la economista Cynthia Gellibert como vicepresidenta encargada, aduciendo que Abad se encuentra suspendida.
En diálogo con Sputnik, el analista político ecuatoriano Pablo Iturralde ratificó que, al no renunciar, "Noboa está incumpliendo el Código de la Democracia", algo que "no solo genera dudas sobre la legalidad de la campaña, sino que también sobre el respeto a las reglas democráticas".
Para el experto, la disposición del artículo 93 del Código de la Democracia, que establece que "los dignatarios que opten por la reelección inmediata al mismo cargo deberán hacer uso de licencia sin remuneración desde el inicio de la campaña electoral, es clara y "no debería estar sujeta a interpretaciones políticas".
Si bien consideró que la postura de Noboa podría ser impugnada legalmente, aventuró que es "poco probable" que prosperen en función del "control que el Gobierno tiene sobre las autoridades de control".
"Se trata de un golpe de Estado y una grave ruptura de la institucionalidad. Además, es un abuso del Poder Ejecutivo para obtener ventajas electorales", sintetizó.
Para el experto, el respaldo de las Fuerzas Armadas y la Policía a la causa de Noboa "contribuye a consolidar una imagen de control institucional" detrás de la postura del presidente.
Es que, en efecto, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas emitió el 5 de enero un comunicado en el que rechaza el pedido de apoyo hecho por Verónica Abad y asegura que le corresponde "acatar las disposiciones del presidente constitucional de la República, en funciones, Daniel Noboa Azín".
Iturralde consideró que el "costo para ambas instituciones (las Fuerzas Armadas y la Policía) es muy alto", dado que "están avalando un error histórico que terminará por desprestigiar la imagen" de militares y policías, "generalmente bien calificada por la población" ecuatoriana.
En opinión del especialista, uno de los mayores problemas detrás de la decisión de Noboa de no apartarse de su cargo durante la campaña es que "socava la percepción de transparencia del proceso electoral".
"Al no separarse del cargo, Noboa puede utilizar recursos y visibilidad que sus competidores no poseen, generando un terreno desigual. Esto plantea serias dudas sobre la limpieza de las elecciones y puede erosionar la confianza pública en la imparcialidad del proceso, lo que es alarmante en una democracia que ya enfrenta retos de credibilidad. El fantasma del fraude no se va eliminar fácilmente", evaluó.
De todas maneras, estimó que la actitud de Noboa puede ser valorada como positiva por algunos ecuatorianos "que votan contra el correísmo", el movimiento político representado por la figura del expresidente Rafael Correa (2007-2017) y expresado actualmente por la candidatura de Luisa González de Revolución Ciudadana.
Iturralde remarcó que el anticorreísmo "sigue siendo la segunda fuerza política del país" y, en ese marco, Noboa busca "usar ese capital político" que prioriza el antagonismo con la Revolución Ciudadana antes que el respeto a la institucionalidad.
De acuerdo con una encuesta presentada a finales de diciembre por la consultora Cedatos, Noboa encabeza la intención de voto con el 29,7 por ciento de las adhesiones, seguido por Luisa González con 20,1, aunque en un universo acotado, ya que seis de cada 10 ecuatorianos aseguran que aún no decidieron su voto.
El académico advirtió que, si bien Noboa puede consolidar su apoyo entre los anticorreístas, la polarización con el correísmo "puede costarle votos entre los indecisos, especialmente si la narrativa de abuso de poder gana fuerza".
Precisamente, Iturralde entiende que el correísmo podría utilizar en su favor "la falta de transparencia y ética de Noboa", contraponiendo a González como "una candidata que respeta las normas democráticas".