Luego de mantener en vilo a España durante cinco días, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció que continuará en el cargo, aunque pidió una movilización ciudadana. 

Desde el Palacio de la Moncloa, Sánchez instó a la nación ibérica a dar un paso adelante y frenar las campañas de descrédito, bulos y lodazal que domina la política española actualmente.

Sobrio y sin estridencias, el mandatario reconoció que “la campaña de descrédito no parará” y explicó que su pausa para reflexionar con la familia, especialmente con su esposa Begoña Gómez, no fue una estrategia política, y pidió una actitud ejemplar futura de la ciudadanía.

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La andanada de críticas de la derecha y ultraderecha volvió a lanzarse en su contra, mientras el en bando del progresismo se constató una reacción eufórica y vertical en el alineamiento con el socialista Sánchez y el Gobierno de coalición que encabeza, junto a aliados de izquierda y socios dentro del Congreso de Diputados.

En las últimas horas, miles de personas alrededor de la sede socialista en Madrid y en varias ciudades de España, pidieron su continuidad.

La semana pasada, Sánchez se dirigió a la ciudadanía a través de sus redes sociales para admitir su dolor ante los ataques derechistas contra su familia y especialmente a su esposa.

Apuntó que se tomaría unos días de reflexión interrumpiendo su agenda pública hasta el lunes para comunicar si seguía adelante como presidente del Gobierno.

La razón principal de lo ocurrido apunta a los ataques desmedidos a su entorno familiar, con Begoña en primer plano, señalada por corrupción y tráfico de influencias por un seudosindicato denominado Manos Limpias, que tiene un prontuario asociado desde siempre a la ultraderecha en España.