Venezuela es víctima de la política intimidación dirigida por EE. UU.
Venezuela es castigado por su autodeterminación y, por tanto, el sistema de sanciones puede catalogarse como una forma de nuevo colonialismo, cuyo objetivo es apoderarse de los recursos y frenar el paso a los nuevos modelos de concreción, desarrollo y felicidad para los pueblos que eligieron no doblegarse ante el sistema hegemónico.
Venezuela es víctima de una política de intimidación y ataque económico dirigida por Estados Unidos y otras potencias, lo cual tenido un impacto devastador sobre el producto interno del país.
Entre los años 2015 y 2022, la nación bolivariana registró una caída de 232 mil millones de dólares en su producto interno bruto, mientras el impacto global en pérdidas rondó los 642 mil millones.
La embestida contra Venezuela responde al interés de las potencias mundiales en apoderarse de sus recursos naturales.
A su vez, las 930 medidas coercitivas unilaterales configuran la política de chantaje instrumentada desde Washington para torcer el rumbo de independencia y autodeterminación del país.
Venezuela es castigada por su autodeterminación y, por tanto, el sistema de sanciones puede catalogarse como una forma de nuevo colonialismo, cuyo objetivo es cortar el paso a los nuevos modelos de concreción, desarrollo y felicidad para los pueblos que eligieron no doblegarse ante el sistema hegemónico.
En más de una ocasión, las autoridades venezolanas manifestaron el compromiso con la lucha anticolonialista y antiimperialista a escala mundial.
La aplicación de sanciones es, junto con la guerra, el eje de la política exterior de Estados Unidos. Hoy en el mundo hay 30 países sancionados; el 28 por ciento de la población mundial está bajo sanciones; y estas abarcan un 72 por ciento del territorio del planeta.
A pesar del acecho económico basado en medidas coercitivas y restrictivas contra la economía de la nación, el Gobierno bolivariano maneja para 2024 proyecciones de crecimiento superiores a las de la mayoría de los países del continente.
La dirección del país cuenta con el respaldo de la mayoría de los venezolanos y ello es fundamental para superar sanciones y proyectos aviesos.
En el presente, el país cubre el 97 por ciento de sus necesidades alimentarias sin importarlas del exterior y ese empeño tiene su base en las siete transformaciones presentadas a principios de año por el presidente Nicolás Maduro para garantizar el desarrollo y el bienestar del pueblo.
Primera, la nueva economía antibloqueo, la cual tiene como objetivo modernizar los métodos y técnicas de producción para diversificar los distintos sectores previstos en el nuevo modelo exportador.
Segunda, la independencia plena con la ampliación de la Doctrina Bolivariana en sus dimensiones política, científica, cultural, educativa y tecnológica frente a las amenazas que asedian al país.
Tercera, la paz, la seguridad y la integridad territorial. Todas apuntan a perfeccionar el modelo de convivencia ciudadana para garantizar la justicia, los derechos humanos, la defensa de la paz social y territorial.
Cuarta, el ámbito social con la adecuada recuperación del bienestar, las Misiones y Grandes Misiones, en una estrategia que, al mismo tiempo, lleve adelante los valores del socialismo.
La quinta, la política, referida al fortalecimiento de la democracia directa, con ética y mediante un profundo proceso de repolitización.
Sexta, la ecología, el conjunto de acciones para combatir la crisis climática, promover la conciencia, proteger a las personas del impacto ambiental y contribuir al cuidado de la Amazonía y de las reservas naturales y protegerla de la voracidad del capitalismo.
Y séptima, la inserción y liderazgo de Venezuela en la nueva configuración mundial. El propósito es reconstruir la integración latinoamericana y caribeña, fortalecer los Brics y las alianzas estratégicas con los países emergentes para contribuir al nacimiento de un mundo multipolar y multicéntrico.
Para el próximo 28 de julio, la asistencia de los venezolanos a las urnas tiene un significado más allá de sus fronteras.
Como expresara en fecha reciente la vicepresidenta Delcy Rodríguez, en juego no hay solo el resultado, por importante que sea para el pueblo venezolano, también está en juego el choque entre dos modelos alternativos de desarrollo: por un lado, el capitalista, el cual tiene como motor devastador el complejo militar-industrial y la guerra imperialista, y, por otro, el socialista que pone en el centro el bienestar de los sectores populares y la defensa de la especie.