Sudán es presa de Occidente y los paramilitares son su herramienta
El embajador de Rusia en Sudán, Andrei Chernovol, señala que los países occidentales buscan llevar al poder a los mercenarios y opositores en la nación africana a cualquier precio.
"Sudán es un objetivo colectivo para los países de Occidente que han elaborado todos los planes a pesar del fracaso del Acuerdo Marco", aseguró el embajador de Moscú en ese territorio de África, Andrei Chernovol.
En el artículo Sobre el antineocolonialismo occidental, dijo que lo sucedido allí es causado ahora por los sudaneses prooccidentales, pues “ellos son los que alimentaron y avivaron el conflicto”.
Chernovol explicó que “los países occidentales buscarán llevar al poder en el país a los mercenarios y opositores, a cualquier precio”.
Al respecto, señaló que “su cobertura de seguridad y socio político para lograr sus objetivos en correspondencia con el acuerdo de Addis Abeba son las Fuerzas de Apoyo Rápido, compuestas por un 80 por ciento de mercenarios y extranjeros”.
“Las Fuerzas de Apoyo Rápido cometieron una serie de crímenes, que fueron condenados por sus aliados occidentales, y esto hace que sea más fácil deshacerse de ellos en un futuro cercano”, reflexionó.
También precisó que “se utilizaron métodos sin escrúpulos, como falsificar estadísticas, distorsionar las declaraciones de los funcionarios sudaneses, crear obstáculos artificiales para la entrega de ayuda humanitaria y otros argumentos endebles”.
El diplomático ruso añadió que “estos círculos buscan declarar la hambruna en Sudán, el desplazamiento forzado y la apertura de fronteras, pues facilita el proceso de suministro a las zonas bajo el control de las Fuerzas de Apoyo Rápido, como se estiló en Siria”.
Hace unos días, unas 200 personas fueron asesinadas en la aldea de Wad al-Noura en el estado sudanés de Gezira, después la irrupción de las Fuerzas de Apoyo Rápido.
Anteriormente, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados anunció que el número de personas desplazadas por la fuerza alcanzó un récord de 117,3 millones a fines del año pasado, y advirtió que esta cifra podría aumentar aún más sin cambios políticos importantes a nivel global.