La OTAN contra el Sur Global
Según opinó el sociólogo argentino, Jorge Elbaum, la Alianza Atlántica busca blindar el unilateralismo y el derecho de Occidente a instituir bloqueos y sanciones a quienes no se someten a sus prerrogativas geopolíticas.
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La OTAN celebró su 75 aniversario con el objetivo de impedir que el orden global continúe su transformación y se consolide un modelo multilateral alternativo.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) celebró su 75 aniversario con el objetivo de impedir que el orden global continúe su transformación y se consolide un modelo multilateral alternativo, con centro económico en el sudeste asiático y geopolítico en el denominado Sur Global.
Según opinó el sociólogo argentino, Jorge Elbaum, la Alianza busca blindar el unilateralismo y el derecho de Occidente a instituir bloqueos y sanciones a quienes no se someten a sus prerrogativas geopolíticas.
En un artículo publicado en la web Observatorio de la Crisis, Elbaum rememora que en 1949, una docena de países se asoció para enfrentarse al Pacto de Varsovia y especialmente a la Unión Soviética.
De acuerdo con el experto, el comunismo dejó de existir en Europa Oriental en la década de los 90 del siglo pasado y, sin embargo, la OTAN no disminuyó su presencia, sino que la incrementó.
Al inicio del presente siglo el propio presidente Vladimir Putin solicitó a los 32 socios de la alianza militar occidental el ingreso de la Federación Rusa, pero la respuesta fue negativa.
A esa altura, todos los actores dedujeron que el enemigo a ser desintegrado era el gigante euroasiático.
Putin y los militares rusos decidieron romper el cerco para evitar la repetición de aquella traición sufrida en 1941, cuando la invasión nazi dejó 28 millones de muertos a la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Esta es la tercera vez que Occidente busca debilitar y/o desmembrar al país más extenso del mundo, poseedor de recursos naturales incalculables. La primera de ellas fue comandada por Napoleón Bonaparte y la segunda ordenada por Adolf Hitler: los rusos parecen saber de asedios, ataques y cercos.
La guerra en Ucrania comenzó con el golpe de Estado de 2014, que proscribió a los partidos políticos rusohablantes y se ahondó con la masacre de la Casa de los Sindicatos, en Odesa, donde fueron quemados vivos medio centenar de manifestantes que recordaban la victoria del Ejército Rojo.
Se reforzó con las persecuciones en el Donbas y con las amenazas de Kiev de emplazar baterías de misiles de la OTAN a 600 kilómetros de Moscú.
En 2018 el gobierno golpista de Kiev decidió designar al exintegrante de las SS, Joseph Bandera como héroe nacional ucraniano y el emplazamiento de su monumento fue considerado por quienes recuerdan la Batalla de Stalingrado como una declaración de guerra.
Hace tres años se inició la denominada Operación Militar Especial, decidida por Moscú para romper el cerco desplegado por la OTAN.
El actual secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que concluirá su mandato el próximo 1 de octubre, se sinceró en el primer día de la cumbre, al advertir que la posible victoria de Moscú en el campo de batalla supondría un cambio integral del escenario global: “El resultado de esta guerra dará forma a la seguridad global durante décadas”.
Lo que el titular de la Alianza Atlántica ocultó es que los BRICS, sobre todo China y Rusia, se atrevieron a desafiar el globalismo unilateralista controlado por la Tríada del Poder Real: las transnacionales, los centros financieros internacionales y el Complejo Militar Industrial.
En este punto, consideró que las organizaciones que le brindan cobertura (la OTAN, el G7, el FMI y el Banco Mundial) empiezan a perder capacidad relativa de injerencia en el Sur Global.
Por eso la contienda bélica en Europa Oriental enfrenta a Moscú contra Ucrania más los 32 países que integran la OTAN y eso explica la presencia de 12 mil oficiales y reclutas de 84 naciones alistados en los regimientos de Kiev, contratados para combatir contra las tropas rusas.
Los miembros de la Alianza llegan a su 75 aniversario con fragilidades y apatías en el mismo lapso en el que Moscú continúa su avance paciente y meticuloso en el campo de batalla.
La cita con escenario en el auditorio Andrew W. Mellon, el mismo lugar donde Harry Truman organizó la primera Cumbre en 1949, lo hizo bajo cuatro condicionamientos, identificados como debilidades:
(a) El anfitrión Joe Biden exhibe claras señales de deterioro cognitivo mientras su oponente Donald Trump se muestra desconfiado de la OTAN y crítico de Volodimir Zelensky.
(b) El mandatario húngaro y líder de la derecha europea Victor Orban se desvinculó del énfasis guerrerista de Washington y Bruselas. Orban viajó a Moscú para entrevistarse con el presidente ruso mientras las usinas de propaganda otantistas buscan difundir la imagen de un Putin aislado.
(c) La crisis económica que viven los europeos, producto del encarecimiento de la energía y los alimentos, deterioró el vínculo de las ciudanías. Desde el inicio de la guerra en febrero de 2022 los aliados invirtieron un total de 120 mil millones de dólares en asistencia a Kiev.
(d) El Nuevo Frente Popular de Jean-Luc Mélenchon y la ultraderecha francesa de Marine Le Pen se diferencian de forma explícita del énfasis guerrerista de Emmanuel Macron. Al menos siete de cada 10 franceses se ubica en las antípodas de las pretensiones de la OTAN.