Rahbani fue un reflejo de la conciencia popular
Rahbani fue más que un músico y dramaturgo; fue la voz de la comunidad libanesa y árabe, y un reflejo de la conciencia popular.
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En la despedida de Ziad... la leyenda de la ausencia y la presencia eterna, la voz de la música, la revolución y la resistencia.
Hoy ha desaparecido del escenario libanés y árabe el músico Ziad Rahbani, dejando un vacío en su ausencia física, pero su voz sigue resonando vivamente en la memoria.
Con su partida, las opiniones se dividieron entre quienes lo ven como un ícono de la valentía artística y cultural, un firme defensor de la dignidad humana y la resistencia, que no se dejó doblegar ante el poder y quienes lo consideran una figura provocadora, que rechazó adaptarse al contexto artístico predominante o jugar con la política desde fuera del escenario.
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Tras comenzar en la obra teatral "Sahriya", de carácter puramente artístico, Ziad presentó una serie de obras teatrales que se extendieron hasta 1994 con "Lola, la oportunidad".
Pero, a diferencia del enfoque tradicional de los Rahbani, caracterizado por la simbolización y la visión idealista, él eligió sumergirse en el corazón de la realidad, poniendo en evidencia las consecuencias de la guerra civil y su impacto en la sociedad.
Sus obras teatrales se distinguieron por un espíritu de crítica política y social, con un lenguaje cercano a la gente, transmitiendo detalles de la vida cotidiana, a veces con sarcasmo, otras con dureza, pero siempre con sinceridad.
En esto, Ziad fundó una escuela artística que examina y explica la realidad, enfrentando la injusticia social y la ocupación, haciendo del teatro un escenario para una verdad que el público puede percibir en forma de sátira.
Eligió ser un artista libre, sin ataduras a las complacencias ni a la censura del mercado o del poder, permaneciendo leal a sus convicciones, con un alto sentido de responsabilidad hacia su comunidad y las comunidades marginadas y despojadas de sus derechos.
1974... "Nuzl al-Surur" y la revolución del teatro político
El año 1974 fue un punto de inflexión en la carrera de Ziad Rahbani, con la presentación de la obra teatral "Nuzl al-Surur" (La caída de la alegría), que representó un quiebre con la línea tradicional de los Rahbani y el inicio de la creación de un nuevo teatro que tocaba la realidad libanesa con el lenguaje y las preocupaciones del pueblo.
Ziad se inspiró en el incidente de la toma de rehenes en el "Bank of America" en Beirut, pero lo presentó con una sátira negra, para revelar las contradicciones del sistema libanés, desde la corrupción del poder hasta la alienación del ciudadano.
La obra se caracterizó por diálogos mordaces y canciones que tocaban la sensibilidad del público.
"Nuzl al-Surur" fue más que una obra teatral; fue un anuncio del nacimiento del "teatro de Ziad", que combinaba arte y postura, y abrió un diálogo político sincero con un público ansioso por un arte teatral auténtico.
¿Cómo convirtió Ziad Rahbani el teatro en un espejo de la realidad libanesa?
Ziad Rahbani representó un modelo de conciencia crítica doble, artística y social, rechazando la sumisión a las políticas existentes y creyendo en la posibilidad de cambiarlas desde sus raíces. Esta convicción se manifestó desde temprano, ya que escribió en su juventud pensamientos conocidos posteriormente como "Mi amigo Dios", en los que expresó su interioridad diferente a su entorno.
⚫️FALLECE ZIAD AL-RAHBANI, LEGENDARIO ARTISTA LIBANÉS
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) July 26, 2025
◾️El legendario artista, dramaturgo, compositor y cantautor libanés Ziad al-Rahbani, hijo de la cantante libanesa Fairuz y Assi al-Rahbani, falleció esta mañana.
◾️Rahbani siempre se expresó abiertamente sobre sus posturas… pic.twitter.com/GDHtu1Hb7Y
Dos años después de la presentación de "Sahriya", estalló la guerra civil, y él se encontró inmerso en la política y la sociedad, adoptando convicciones marxistas alimentadas por escenas de sectarismo y clases sociales que lo rodeaban.
Para él, el teatro se convirtió en una herramienta de rechazo, no solo en arte o metáfora.
En "Nuzl al-Surur" (La posada de la alegría), presentó una visión revolucionaria que combinaba la comedia negra con un lenguaje agudo, revelando las fisuras políticas y sociales.
Y en "Bil-Nisba li Bukra Sho?" (¿Y qué pasa mañana?), en 1978, tres años después del estallido de la guerra civil, lanzó su mensaje más contundente, reflejando el colapso moral y material en un país que se desmorona, a través del personaje "Rashid", que resumía el sufrimiento de la gente y el fracaso de las élites.
El arte al servicio de la causa: Palestina y la resistencia, su brújula constante.
Desde sus inicios, Palestina no fue solo un lema para Ziad Rahbani, sino el núcleo del conflicto y el motor de las fuerzas globales en Oriente Medio, y un criterio para distinguir las posturas: con la justicia o con el enemigo.
En "Nuzl al-Surur", Palestina aparece como una herida abierta en medio de una escena libanesa problemática. En "Bil-Nisba li Bukra Sho?", se muestra en el corazón de la crisis moral, donde los personajes se burlan de la "neutralidad" y de la "resistencia verbal" que deja a Palestina sola.
Ziad no presentó un héroe armado, sino una generación desgarrada entre la fe en la causa y la desesperanza en la realidad. Para él, Palestina no era solo un fondo, sino una brújula y una prueba moral constante.
La alianza cultural con la resistencia
Ziad Rahbani no se limitó al teatro para la confrontación, sino que también se involucró cultural y artísticamente junto a la resistencia. Desde los años noventa, expresó claramente su apoyo, y sus entrevistas y debates parecían ser declaraciones políticas que denunciaban la sumisión y exponían a los defensores de la normalización.
Vio en el arma de la resistencia un símbolo de dignidad, no una herramienta sectaria, y la consideró una prioridad que supera toda "falsa modernidad" o slogans de neutralidad. En una entrevista con el canal "Al-Manar", dijo claramente: "No soy neutral. No puedo ser neutral ante la existencia de un ente como Israel. O estoy con la resistencia, o estoy con Israel. Y nadie me diga que hay una tercera opción."
En una entrevista con el periódico "Al-Akhbar" en 2008, reafirmó su postura sin dudar:
"Yo apoyo a la resistencia en todos sus sentidos. Y si hay un arma contra Israel, yo estoy con ella. Y si esa arma es el Hezbollah, entonces yo estoy con Hezbollah. Aunque todo el mundo esté en contra."
Con esta postura de apoyo incondicional, Ziad consolidó su posición entre quienes consideran que la lucha contra el enemigo no se libra solo en el campo de batalla, sino también en la conciencia, en la palabra y en la creatividad.
Los palestinos son la base, y son quienes liberarán Palestina. Por más que hagamos en Líbano o Siria, solo los palestinos resisten con una paciencia que supera la imaginación.
Con la Resistencia... Ziad entre las armas y la palabra después de julio de 2006
Tras la victoria de julio de 2006, el discurso de Ziad Rahbani experimentó un cambio claro, estableciendo públicamente su postura a favor de Hezbollah como una resistencia legítima y realista. En una de sus entrevistas, expresó:
Si hoy vivimos con dignidad, eso se debe a quienes están en las fronteras, no porque alguien haya escrito un artículo bonito o organizado una fiesta.
Y después de años de silencio, Ziad declaró su postura claramente en entrevistas en la cadena "Al-Manar" y en la radio "Al-Nour":
Después de julio، ya no podemos hablar del arma de la resistencia como si fuera una carga... Esa arma es la que se enfrenta a la pérdida total.
Defendió la resistencia sin dudar, enfrentándose a campañas de difamación, considerando la victoria de julio como el primer verdadero triunfo árabe contra Israel:
No importa quién hizo la victoria, lo importante es que se logró en nuestro nombre, todos nosotros.
Mientras muchos artistas optaron por el silencio o la neutralidad, Ziad eligió alinearse con quienes considera los guardianes de la dignidad, diciendo:
Hay gente que tiene miedo de decir que está con la resistencia. Yo lo digo en público, no porque tenga una valentía extraordinaria, sino porque no puedo ser de otra manera.
Desde entonces, la voz de Ziad se convirtió en una conciencia fuera del discurso oficial, recordando los valores de dignidad y soberanía, y enfrentándose a los intentos de difamar la imagen de la resistencia. En una de sus actuaciones, dijo:
Si todavía estamos vivos, eso se debe a las personas que están en las fronteras, no a nuestras fiestas.
Y en una entrevista en el programa "Hewar al-Umr" con la periodista fallecida Gisele Khoury a finales de los años 90, cuando le preguntaron qué significa la nacionalidad, respondió:
¿Nacionalidad? Significa estar en contra de "Israel".
En julio de 2018, durante los festivales de Beiteddine y en conmemoración del 12º aniversario de la victoria de julio, presentó la canción "Los comerciantes de dinero huyeron" y la dedicó al sur y a la resistencia. La canción fue escrita en 2014 y originalmente iba a ser interpretada por Fairuz, pero él mantuvo su propia voz.
No puedes construir un país con Israel en la puerta, no puedes hacer justicia y libertad, y ellos te hacen elegir entre tu seguridad y tu dignidad.
Con esta mezcla de postura, letra y palabra, Ziad demostró que el arte verdadero no se queda en la neutralidad cuando la nación está en una encrucijada, y que la música, con su brújula, no se equivoca en el camino.
Ziad se fue... pero su voz no se quebró
Ziad Rahbani no fue simplemente un artista que contaba historias de dolor, sino un espejo de una época rota que sufría sus propias heridas y conflictos. Rompió la realidad y la reconstruyó a su manera, sin concesiones ni falsificaciones, para ofrecer un arte que lleva la sinceridad del dolor y la profundidad de la conciencia.
Fue un verdadero artista que se burló del poder y expuso el mercado con valentía y transparencia. Nunca transigió, a pesar de los cambios de rostros y políticas, y se mantuvo fiel a sus convicciones y a su arte, rechazando cualquier forma de manipulación o tergiversación.
Amó a Palestina lejos de los eslóganes rimbombantes, y se alineó con la resistencia como una verdad esencial en tiempos de ruido mediático y político. Se acercó al pulso del pueblo más que aquellos que decían representarlo, y fue más leal a su dignidad que los propios sistemas que los abandonaron.
Ziad se fue físicamente, pero su voz sigue viva en las calles de los pobres, en las esquinas de los cafés, y en la conciencia de todos los que creen que el arte es una postura, y que la palabra que no toma partido por el oprimido está condenada al olvido.