Renuncias y violencia sacuden al gobierno de Nepal
Las protestas contra la corrupción y el nepotismo dejó decenas de muertos, cientos de heridos y obligó al gobierno a imponer toque de queda en Katmandú.
-
Protestas en Nepal dejan 25 muertos en dos días de violencia (Foto: EFE)
La crisis política y social en Nepal escaló a niveles alarmantes, con una ola de violencia que dejó al menos 25 muertos, unos cientos de heridos y múltiples edificios gubernamentales incendiados.
Tras varios días de tensión, la dimisión del primer ministro Khadga Prasad Oli no logró frenar el estallido popular que se extendió por Katmandú y otras ciudades del país.
La renuncia de Oli, quien lideraba el gobierno desde julio de 2024, fue seguida por la dimisión del ministro del Interior Ramesh Lekhak y otros cuatro miembros del gabinete.
Decenas de miles de manifestantes tomaron las calles de la capital el lunes, rodeando el Parlamento y enfrentándose con la policía, que respondió con disparos.
El detonante fue el bloqueo de redes sociales como Facebook, X y YouTube, por no cumplir con nuevas normas de registro y supervisión como exigía una directiva del Gobierno.
La furia ciudadana se dirigió contra figuras políticas de alto perfil. Los manifestantes quemaron las viviendas de varios líderes nepalíes, entre ellas la residencia privada de Oli en la localidad de Balkot.
También incendiaron la residencia del exprimer ministro Jhalanath Khanal, en un suceso que provocó la muerte de su esposa, Rajyalaxmi Chitrakar, al quedar atrapada en el fuego.
El ministro de Finanzas y viceprimer ministro, Bishnu Prasad Paudel, fue agredido por una multitud en pleno centro de Katmandú, viéndose obligado a huir semidesnudo y lanzarse a un río para salvarse.
La canciller Arzu Rana Deuba, esposa del exprimer ministro Sher Bahadur Deuba, resultó golpeada por manifestantes cerca de su vivienda. Ambos quedaron gravemente heridos.
Además, los manifestantes atacaron las casas de otras figuras como el presidente Ram Chandra Poudel y el líder maoísta Pushpa Kamal Dahal, así como una escuela privada propiedad de la canciller.
Estos episodios se produjeron en simultáneo con la quema del Parlamento y del complejo gubernamental de Singha Durbar, y varios ministerios.
Las Fuerzas Armadas evacuaron en helicóptero a jueces y ministros, un hecho que la prensa local describió como el más violento desde la caída de la monarquía en 2008.
Varios edificios quedaron parcialmente destruidos y decenas de vehículos oficiales fueron incendiados, incluidos autos de magistrados y patrullas policiales.
Aunque el gobierno levantó la restricción de redes sociales, la protesta —conocida como “la revuelta de la Generación Z”— derivó en un rechazo masivo a la corrupción y los privilegios de políticos.
En el centro de las críticas aparecieron los llamados “Nepo Kids”, hijos de dirigentes que exhiben estilos de vida lujosos mientras el desempleo juvenil supera el 20 por ciento.
La tensión persiste en las calles, con manifestaciones esporádicas y exigencias de castigo para los responsables de la represión.
Ante el clima de inestabilidad, las autoridades impusieron un toque de queda indefinido en la capital y otras ciudades, y ordenaron el cierre de las escuelas en Katmandú.