¿Está tu mente a punto de conectarse a Internet?
La posibilidad de conectar las neuronas a la red de redes y acceder a sus pensamientos más íntimos abre debates sobre el riesgo de manipulación externa.
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Científicos trabajan en interfaces cerebro-máquina que permitirían comunicarnos con el mundo digital sin mover un solo dedo. Ilustración artística: DALL-E.
Aunque parezca un escenario de ciencia ficción, la neurotecnología avanza hacia una integración sin precedentes entre el cerebro humano y las máquinas, y plantea tanto posibilidades innovadoras como retos éticos.
El sistema BrainConneCt, desarrollado por el ingeniero en biomedicina y electrónica sudafricano Adam Pantanowitz, interpreta señales neuronales, a través de inteligencia artificial, y las convierte en instrucciones para dispositivos.
Algunos beneficios del proyecto incluyen el monitoreo en tiempo real de condiciones como la epilepsia o la migraña, para tomar acciones preventivas.
También abre la puerta a aplicaciones más amplias, que permitan controlar el entorno mediante mensajes mentales, en un futuro cercano.
Con ese último propósito, el neurocirujano Eric Leuthardt trabaja en interfaces cerebro-máquina que, además de perfeccionar el control de prótesis en personas con discapacidad, exploran la conexión del órgano humano al “internet de las cosas”.
El futuro de estos estudios promete la capacidad de leer y responder a señales neuronales de manera más eficiente; así como recrear sensaciones y visiones en la mente.
No obstante, estas tecnologías aún enfrentan desafíos significativos, como descifrar el lenguaje completo del cerebro y mejorar la precisión de los sistemas de lectura mental, que actualmente tienen tasas de éxito limitadas.
Ante ese panorama, otros científicos, como Charles Lieber, desarrollan circuitos electrónicos que se integran al tejido cerebral, para propiciar una comunicación bidireccional y la monitorización detallada de las ideas.
No obstante, la posibilidad de conectar las neuronas a la red de redes y acceder a sus pensamientos más íntimos abre debates sobre el riesgo de hackeo o manipulación externa, y exige una reflexión sobre la protección de la privacidad en un mundo cada vez más conectado.
Multimillonarios como Mark Zuckerberg, Bryan Johnson y Elon Musk trabajan con fines comerciales en interfaces avanzadas y proyectos de neuroprótesis de inteligencia artificial, que a menudo transcurren bajo estricta confidencialidad.
Conectar el cerebro a las máquinas cada vez es una realidad más cercana, aunque implica el desafío de no vulnerar derechos humanos.