Una tormentosa toma de posesión
No solo hubo en Bogotá cambio de presidente este 7 de agosto, también cambió el clima y hasta tembló la tierra.

El nuevo mandatario electo, triunfador en unos comicios cuestionados por movimientos sociales y partidos de oposición, recibió la banda presidencial en medio de rachas de vientos, pertinaz lluvia y un descenso repentino y abrupto de la temperatura.
Duque se impuso en una segunda vuelta inédita en Colombia. Su contrincante fue el candidato de izquierda, Gustavo Petro, que obtuvo con su proyecto Colombia Humana un resultado sorprendente para un país donde las alternativas políticas siempre han sido confrontadas con violencia.
Por ello llamó la atención el discurso del presidente del Congreso, el senador Ernesto Macías, copartidario de Iván Duque, quien llegó a la tribuna, más que a dar la bienvenida a enrarecer el clima ceremonial y majestuoso.
Macías, en un gesto inusitado en momentos como este, acribilló con epítetos al gobierno saliente, listando con datos lo que señaló como una “profunda crisis social, económica e institucional”.
Subrayó como un desacierto el hecho de que el presidente saliente, Juan Manuel Santos, haya abandonado la política de Seguridad Democrática de su antecesor Uribe. Y sin mencionar los tibios pero concretos avances del Acuerdo de Paz, Macías recordó que el país está “inmerso en una nueva guerra que a la fecha deja más de 300 dirigentes cívicos y comunales asesinados”.
El dato de los asesinatos es muy cierto, y la incapacidad del estado para solucionar el asunto ha sido fuertemente cuestionada, incluso por organismos internacionales.
Pero el elemento singular en la acusación de Macías radica en catalogar esta situación como “una nueva guerra”. El Centro Democrático se ha opuesto a la implementación del Acuerdo de Paz y su líder, el hoy senador investigado por fraude procesal y soborno, Álvaro Uribe, fue un promotor de la salida militar al conflicto.
El senador en temas de paz y seguridad fue más lejos…o más atrás, al negar que hubiera existido un conflicto armado en Colombia que desembocó en un Acuerdo de Paz acompañado por la comunidad internacional, incluyendo a Estados Unidos y la Unión Europea. El presidente del Congreso negó todo esto y se refirió al conflicto como una “una amenaza terrorista”, concepto utilizado en el gobierno de Uribe que busca degradar o minimizar el Acuerdo firmado entre el gobierno de Santos y las FARC.
El senador, en su lógica política y discursiva, tuvo también palabras para el país vecino, Venezuela, cuyo gobierno fue catalogado como una dictadura “que tiene sometido al pueblo del hermano país,al hambre, al desempleo y a la persecución política infame".
Aunque era imposible que se refiriera de otra forma a Venezuela, si es sorprendente que lo planteara en esta ceremonia después del frustrado intento de magnicidio en Caracas, hechos que casi coincidieron con la filtración de un video donde el ex presidente Uribe sugería a empresarios estadounidenses estimular el apoyo de Washington a los planes subversivos contra el gobierno de Nicolás Maduro.

Macías, en el cierre de su intervención, le recordó al nuevo mandatario que "contará con elcompromiso del Congreso de la República para tramitar las grandes reformas, porque el país las necesita, las está esperando y reclamando". Se refirió el senador a las reforma fiscal, pensional y a la de justicia que Duque prometió durante la campaña y que fueron, y seguro lo serán, muy cuestionadas.
Tras la doctrinaria bienvenida del presidente del Congreso, habló el nuevo mandatario. Ataviado con su banda presidencia tricolor, Iván Duque lanzó un discurso moderado, si se compara con el de su antecesor en la tribuna.
Juego de roles podrán decir algunos. Otros, con más esperanza, se aferran a que la juventud del que fuera senador uribista y hoy es presidente, al menos enrumbe sus decisiones por el camino que trazó en este su primer acto oratorio como gobernante.
Desde sus primeras palabras, Duque generó un contraste con el orador anterior, al hablar de unión y resaltar con energía que no reconocía enemigos en Colombia: “no voy a gobernar con odios, no tengo ni tendré odios hacia ningún colombiano. No existen en mi mente ni en mi corazón venganzas, ni represalias”.
Después tocó uno a uno sus temas de agenda: lucha contra la corrupción, cambios en el sistema de justicia, Acuerdo de Paz con correcciones, simplificación del sistema tributario, reformas a la salud privada, desarrollo de las tecnologías, cambios en el sistema de educación…entre otros, todos conocidos desde la campaña.
Los temas fueron tratados desde una postura que reafirma al sector empresarial y privado como determinante en el desarrollo de sus políticas, garantizando así la disminución de los gastos del Estado. No habrá cambios estructurales, sino esfuerzos para crear confianza en los inversionistas. Esta línea es muy clara pues su gabinete está compuesto en su mayoría por representantes de gremios empresariales y ex directivos de grandes empresas privadas.
El nuevo gobierno acaba de arrancar y solo resta esperar a sus decisiones y consecuencias. Lo cierto es que las ráfagas de viento cercanas a los 40 kilómetros que irrumpieron hoy en Bogotá, afectaron sin impedir, el traspaso presidencial. Según medios de comunicación, hasta un herido leve hubo entre los soldados engalanados para la ceremonia, cuya bayoneta el aire batió y lo lastimó.
Con estos vientos ¿de tormenta?, y entre el frío y la lluvia, y con una ciudad tornada de gris, el nuevo presidente tomó las riendas de un país que intenta ver brillar el sol con paz.