Netanyahu se vuelca sobre América Latina
Benjamin Netanyahu vuelve a jugar peligrosamente a la guerra. Sus incursiones militares en Iraq, Siria y Líbano pueden desembocar en una escalada cuyo final es hoy impredecible.

Lo significativo es que este curso aventurero no puede seguirse sin la anuencia del gobierno de Estados Unidos. Es decir, de la errática administración de Donald Trump.
Netanyahu, viejo zorro, lo sabe, y está aprovechando una oportunidad nunca vista: la presidencia del gran socio estadounidense en manos de alguien que no tiene noción alguna de la complicadísima problemática de la región, pero que espera que su apoyo irrestricto a (Israel) magnifique su figura. A lo que se agrega la presencia junto a él de varios de los más agresivos halcones pro sionistas, encabezados por John Bolton.
No dejará el primer ministro sionista de complacer al vecino de la Casa Blanca. De ahí parte, entre otros factores, su interés en halagar a los mejores amigos de Donald Trump en América Latina.
Para el director general para América Latina y el Caribe de la cancillería israelí, Modi Ephrim, el año que pasó fue intenso en la relación con los países latinoamericanos y caribeños y previó que el 2019 lo sería más aún.
Recordó los recorridos de Netanyahu por las capitales de los principales aliados de Trump y, por supuesto, elogió las iniciativas, seguidas a rastras de la estadounidense, de mudar las embajadas de Guatemala y de Paraguay, para Jerusalén.
Una población pequeña pero relevante

La población judía en América Latina no es significativa en números. De hecho, el dominio musulmán en la península ibérica trató a los judíos mucho mejor que lo que vino después. Aunque con Cristóbal Colón viajaron varios al nuevo continente, la reina Isabel la Católica y la Inquisición hicieron imposible la vida a los judíos, tanto en la península como en los territorios conquistados en América.
Hoy, salvo en Argentina y en Brasil, donde existen concentraciones relativamente significativas – según varias fuentes cerca de 300 000 en el primero y menos de 150 000 en el segundo – la población reconocidamente judía en los restantes países latinoamericanos no rebasa unos pocos miles.
No obstante, su prominencia social y económica es muy alta, y su influencia en el mundo intelectual, artistas y periodistas incluidos, es notable.
Las visitas de Netanyahu en los últimos años dejan un rastro claro: el Brasil de Bolsonaro, la Argentina de Macri, la Colombia de Santos. Pero en México, junto a los objetivos económicos, se trató de limar las asperezas que produjeron sus declaraciones sobre la construcción del fatídico muro en la frontera con Estados Unidos.
Al objetivo de identificarse con el presidente de Estados Unidos, hay que sumar otros factores, de otro tipo, en el creciente acercamiento israelí hacia el continente latinoamericano y caribeño.
Un esfuerzo de intereses múltiples

A (Israel) y sus aliados les preocupan las posiciones de la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños en las votaciones reiteradas en las Naciones Unidas y entidades similares, contra la agresividad sionista y en apoyo a los reclamos palestinos.
A las visitas oficiales de alto nivel, se suma una intensa actividad política que escapa a la gran difusión periodística: conferencistas, foros sionistas, intercambios intelectuales, donde no solo se promueven las relaciones diplomáticas y académicas, sino se tergiversa la causa palestina. Y se intenta restar fuerza al movimiento conocido como BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones), que persigue a la expansión económica sionista por todo el mundo.
Un lugar principal entre los objetivos israelíes, no podía ser de otro modo, es la promoción de sus intereses económicos.
Aquí tampoco las economías nacionales latinoamericanas y caribeñas son decisivas para la israelí. De hecho, ningún país del continente aparece entre los diez que generan el 55 por ciento del intercambio comercial israelí (Estados Unidos, China, Alemania, Gran Bretaña, Turquía, Holanda, Italia, Suiza, Francia y España). América Latina y el Caribe, en su conjunto, no ocuparían un lugar superior a Italia.
Por tanto, se busca incrementar el comercio mutuo. Y dentro de ese crecimiento, en particular con países como Brasil – el más importante -, México, Costa Rica, Argentina y Colombia, el sector vinculado a las esferas militar y de seguridad, es particularmente relevante.
Un extenso informe del Movimiento BDS (https://bdscolombia.org/wp-content/uploads/2018/11/El-militarismo-israel-en-Am%C3%A9rica-Latina.pdf) ofrece datos de gran interés.
“En los últimos anos (Israel) ha llegado a ser el octavo mayor vendedor de armas del mundo.
Sin embargo, cuando se compara entre la población y su PBI, este ocupa el primero y el segundo lugar respectivamente”, señala el informe.
El surtido de armamento suministrado a América Latina es extenso, y va desde fusiles de francotirador hasta drones y equipos de vigilancia, todos ampliamente experimentados en sus acciones contra la resistencia palestina y en el oprobioso muro que aísla a este pueblo en varias porciones de su propio territorio.
El comercio armamentista entre (Israel) y América Latina no es reciente. Particularmente relevante fue su aprovisionamiento a las dictaduras militares que masacraron decenas de miles de personas durante los años en que se enseñorearon sobre Argentina, Uruguay, Brasil -- la sangre de la tenebrosa Operación Cóndor mancha también las manos sionistas -, así como Honduras y El Salvador.
Y Chile. El régimen de Augusto Pinochet tuvo relaciones con (Israel) también en este campo desde 1974. Pero cuando la presión internacional obligó a Estados Unidos a suspender las relaciones militares con el régimen pinochetista, (Israel) tomó su relevo. Se convirtió en el principal suministrador de armas como misiles, radares, armas ligeras, naves aéreas y navales y hasta bombas de racimo.
El secreto rodea estos vínculos, lo que impidió que (Israel) desclasificara, a solicitud de víctimas de la tiranía pinochetista, unos 19 000 archivos.
El intercambio se diversifica

Hoy el comercio es mucho mayor con muchos más países del continente y con compañías públicas y privadas israelíes, y se extiende a los medios contemporáneos de control y vigilancia, a la rama de ciberseguridad y a diversas altas tecnologías en las que el país mesoriental ha adquirido un notable desarrollo.
Otros intercambios cimentan estas relaciones. A inicios de este año la organización “Yahad, unidos por los soldados de (Israel)”, viajó a varios países, entre ellos Brasil y Guatemala, “para una campaña de sensibilización pública”: las relaciones militares apoyan la acción diplomática y comercial, y viceversa.
Los intercambios seguirán creciendo, y el ritmo aumentará en la misma medida en que la coyuntura derechista permita a Benjamin Netanyahu obtener respaldos para su proyección agresiva en el Oriente Medio.
Él sabe que el tiempo corre contra ese propósito y que sus amigos en América Latina no tienen buenas perspectivas.
Ya al visitar Argentina, el Macri que lo recibió era un cadáver político andante; Jair Bolsonaro se desacredita como político y como persona a pasos agigantados; Jimmy Morales, el expresidente guatemalteco que honró a (Israel) trasladando su embajada a Jerusalén, es un personaje aborrecido por sus vínculos con una corrupción escandalosa y su servilismo hacia Washington, y el paraguayo Horacio Cartes, que también quiso mudar su embajada – el presidente siguiente revirtió la decisión – no es sino un multimillonario que organiza eventos para impulsar el comercio regional con (Israel).
Netanyahu debe apurarse. Él conoce perfectamente a los personajes y aprovecha la corriente. Su agresividad tiene hoy mayor respaldo imperialista que nunca. Pero tiene demasiados kilómetros políticos recorridos para confiar en el futuro de sus amigos latinoamericanos.
Y mucho menos, por cierto, en Juan Guaidó. Si bien (Israel) se unió al carro de reconocimientos a la fantasiosa autoproclamación del venezolano como “presidente” de Venezuela, hoy Netanyahu tiene una fastidiosa tarea a cumplir: qué hacer y para qué sirve el rabino Pynchas Brener Cukier, flamante embajador que Guaidó, como integrante de su corte fantasmagórica, acaba de enviarle.