Estados Unidos necesitado de un hacedor de milagros
Estados Unidos necesitará más que un nuevo presidente, un hacedor de milagros si Donald Trump es obligado a dejar la Casa Blanca después de un gobierno disparatado y que polarizó aún más a los estadounidenses.

Así lo afirma el columnista del diario The New York Times (NYT), Frank Bruni en un artículo de opinión “Why a Trump Impeachment Should Terrify You”, donde valora el proceso de juicio política abierto por la Cámara de Representante contra el “mandamás” del caos.
En realidad es un asunto muy escabroso, pues los estadounidenses se precian de unirse al presidente en tiempos de crisis. Hasta ahí, todo muy bien pero, Trump apenas es el presidente del uno por ciento de sus compatriotas, si no que lo digan los beneficiarios de sus reformas tributarias.
Sólo tres presidentes de ese país enfrentaron procesos de destitución por medio de un juicio político, por lo que el anuncio del martes por la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, de que se abrirá una investigación formal de juicio político contra el presidente Trump fue histórico.
Hay un sentimiento creciente de que el actual gobernante destrozó las normas de su democracia y se burló de los legisladores por su incapacidad para hacer que rinda cuentas, pero ahora, una parte del Congreso deja en claro que hay líneas que no se pueden cruzar sin repercusiones.
Al parecer los demócratas, luego de meses de indecisiones y temores enviaron un mensaje claro a la Casa Blanca. Es suficiente señor presidente, parecen decir al entrar en un proceso que incluso encuestas de opinión no apoyan.
El hecho de que la controversia sobre las relaciones de Trump con Ucrania sirva como detonante para la investigación formal envía una advertencia específica a los gobiernos extranjeros: Estados Unidos no acoge con beneplácito, ni tolerará, la intromisión de otras naciones en sus elecciones, según señala la junta editorial del diario NYT.
Este es un punto especialmente crucial a la luz de la aparente negativa de Trump a confrontar a Rusia sobre su interferencia en 2016 y su comentario público en junio de que estaría abierto a la ayuda exterior en 2020.
Por otra lado, en su análisis, Bruni señala que podría decirse que es el único movimiento, al menos en términos de fidelidad a la Constitución y a la decencia básica el inicio del proceso.
Desde el momento en que Trump asumió el cargo de presidente, lo degradó, con palabras que dicen que un presidente no tiene por qué hablar (o twittear); con mentiras incesantes; con un comportamiento infantil y a menudo desquiciado; con conflictos de intereses enfurecidos; con ineptitud gerencial; con un ego rapaz que nunca se sació; y con tratos con el extranjero que comprometen los valores, la independencia y los intereses del país, señala el analista.
Plantea Bruni que “el impacto de un juicio político en noviembre de 2020 es desconocido, su efecto en nosotros como nación es casi seguro”.
Sostiene que “un país peligrosamente polarizado y a menudo viciosamente partidista crecería más aún, con gente de bandos opuestos que se aferraban más profundamente en sus campamentos y se aferraban más a sus narrativas elegidas mientras el presidente, preocupado sólo por sí mismo, aumentaba su insistencia en que la verdad en sí misma era subjetiva y estaba en juego”.
Alerta que esa “es una realidad por la que hay que prepararse. En una coyuntura en la que necesitamos desesperadamente redescubrir puntos en común, estaríamos ensanchando las líneas de falla. Reunir al país después requeriría más que un político talentoso; exigiría un hacedor de milagros. Ninguno de los candidatos presidenciales demócratas califica” subraya.
En su mensaje a los lectores, el analista plantea que “la impugnación debería aterrorizarte porque significaría un enfoque continuo, implacable y abrumador en la anarquía de Trump, las payasadas, las ficciones y los tweets inútiles”.
Acentúa que “él ganaría a corto plazo -y todos los estadounidenses perderían- porque mientras la mayor parte del oxígeno en Washington sea consumido por el horrible carnaval de este ladrón, queda muy poco para los problemas reales de la nación y para el escrutinio de su insuficiencia sustantiva a la hora de resolverlos”.
Una mirada por arribita a este embrollo, donde hay otras aristas como su negativa a airear impuestos, y el afán de Trump de prostituir el cargo de presidente, reafirman el criterio de que en Estados Unidos hace falta un hacedor de milagros para encarrilar al país.