Victoria de la razón sobre el odio
No hay referentes en la Historia Universal de un país y un pueblo cercados por la mayor potencia mundial durante casi 60 años.

Desde que nací, hace 50 años, he vivido toda mi vida bajo el signo del bloqueo estadounidense contra mi país. Mis dos hijos han nacido y crecido bajo el mismo escenario de carencias, dificultades, amenazas. No hay familia cubana que no haya sufrido las consecuencias de esa criminal política.
No hay referentes en la Historia Universal de un país y un pueblo cercados por la mayor potencia mundial durante casi 60 años. No se trata de un acto declarativo, sino de un claro ejercicio genocida. Es la más obstinada guerra económica, comercial y financiera de la que se tenga constancia. El Bloqueo es la piedra angular de la irracional política de Estados Unidos contra Cuba desde el triunfo mismo de la Revolución encabezada por Fidel Castro.
No se trata de un acto declarativo, sino de un claro ejercicio genocida.
Rendir por desesperación, hambre y necesidades a un pueblo es la mejor opción política que puede ocurrírsele al gobierno estadounidense. Así lo definió claramente desde el principio uno de sus estrategas, Lester D. Mallory, diplomático estadounidense, Subsecretario Asistente para América Latina, que escribió en abril de 1960 un memorando de estrategia para Cuba, titulado “La decadencia y caída de Castro”. Mallory argumentó que las presiones económicas eran necesarias porque “no había oposición política efectiva” al gobierno revolucionario, que entonces tenía 16 meses en el poder: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (…) No existe una oposición política efectiva (…) El único modo efectivo para hacerle perder el apoyo interno (al gobierno) es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria (…) Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica (…) negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Una tras otra, en mayor o menor grado, todas las administraciones que han pasado por la Casa Blanca desde entonces han practicado esta política. Sólo Barack Obama tuvo el coraje de reconocer que era una política fallida, aunque no por su efecto inhumano sino porque no había logrado su objetivo de cambiar el sistema político cubano.
La economía en general, la industria, el transporte, la educación, la salud, la ciencia; no hay sector del país que no haya padecido los efectos del brutal cerco estadounidense.
El Bloqueo, durante 57 años, le ha costado a Cuba 922 630 millones de dólares si se tiene en cuenta la devaluación del dólar frente al oro en estos años. Para que se tenga una dimensión de su costo, con lo que representa un día de bloqueo, el país pudiera costear durante cinco años el tratamiento de todos los pacientes diabéticos registrados, se garantizaría sin intermitencias por dos años y un mes el tratamiento que requieren todos los pacientes con cáncer y enfermedades hematológicas, se pudieran comprar 17 locomotoras o 73 vagones de ferrocarril (un servicio que ha sufrido muchos años de carencias) o se pudieran adquirir 316 ómnibus modernos para la transportación de pasajeros entre las provincias cubanas.
La persecución a las finanzas que circulan desde y hacia Cuba es una de claves principales del tenaz bloqueo. De la prohibición de usar en dólar en transacciones donde participe Cuba a las enormes multas a instituciones bancarias de terceros países por su relación con la nación caribeña, hay un complejo entramado y un largo historial de acciones con el objetivo principal de negarle a Cuba el acceso a las divisas.
Entre las principales afectaciones registradas producto de este efecto intimidatorio se encuentran: la prohibición de transferencias de fondos en dólares estadounidenses u otras monedas libremente convertibles; la cancelación de cuentas de embajadas y empresas con intereses cubanos en el exterior, así como de servicios financieros para negocios relacionados con Cuba y la denegación del otorgamiento de facilidades crediticias o la tramitación de cartas de crédito.
El cerco financiero contra Cuba se ha recrudecido.
Ello es resultado de los mecanismos de vigilancia y fiscalización impuestos por los EE.UU. sobre la actividad bancaria internacional y consecuencia directa de las multas millonarias que han sido impuestas contra bancos extranjeros en los últimos años.Habría que recordar la multa de 8.9 mil millones de dólares al banco francés BNP Paribas en el 2014, los 787 millones impuestos al Credit Agricole y los 1710 millones al alemán Commerzbank en el 2015, los mil millones 340 mil dólares impuestos al también francés Societe Generale S.A. en el 2018 y los mil 300 millones de dólares de multa que este año la compañía bancaria italiana Grupo UniCredit pagará a entidades de Estados Unidos; todo como resultados de "violaciones del bloqueo estadounidense".
La actual administración de Donald Trump ha arreciado la aplicación de medidas coercitivas contra Cuba. Les ofusca la capacidad de resistencia de una nación pequeña ante el asedio y la agresión permanente, el enorme sentimiento de solidaridad que practica, la decisión de no dejarse avasallar ni ceder soberanía e independencia. Los anima el mezquino interés electoral en la Florida, uno de los estados que más votos aporta para la contienda presidencial de noviembre 2020.
Desde comienzos de este año, junto con la escalada agresiva contra Venezuela, la Casa Blanca ha acrecentado sus acciones anticubanas: Ha incrementado la persecución y las multas contra entidades que no han acatado el bloqueo, fustigó alevosamente a Cuba en su espurio informe de Derechos Humanos en el mundo, incrementó el listado de entidades cubanas que están en una lista negra por alegados vínculos con las instituciones armadas y de seguridad cubanas, activó en su totalidad el Título III de la Ley Helms-Burton para autorizar juicios contra firmas que inviertan en propiedades legalmente confiscadas por la Revolución, ordenó sanciones contra barcos petroleros que traen combustible venezolano a Cuba, puso más restricciones a los viajes de sus ciudadanos a Cuba, prohibiendo los viajes de cruceros y eliminado los viajes regulares de aerolíneas estadounidenses a varias provincias cubanas y estableció límites a las remesas, destrozó el beneficioso acuerdo deportivo y humano logrado entre las Grandes Ligas y la Federación Cubana de Béisbol.
Tal política no afecta sólo a mis compatriotas; tiene duros efectos también sobre los ciudadanos estadounidenses a quienes se les prohíbe viajar como turistas a Cuba (el único país del mundo donde no pueden hacerlo) o se les veda el acceso a tratamientos avanzados producidos por la biotecnología cubana como el Heberprot_P que evita que las personas con pie diabético tengan que sufrir amputaciones.

También lo sufren empresarios, banqueros, industriales, científicos, comerciantes y hasta ciudadanos comunes de otros países, hasta donde llega el largo brazo extraterritorial de la política de bloqueo. Pongo sólo cuatro ejemplos de hechos ocurridos este año:
- El 4 de enero de 2019, se conoció que el Banco Nacional de Canadá comunicó a la compañía canadiense radicada en Toronto, INTERCOPEX LTD, sobre nuevos requerimientos de DHL para países bajo sanciones, incluida Cuba, que impedían tramitar su documentación hacia nuestro país. A raíz de la retención del servicio por DHL, el Banco Nacional de Canadá notificó a todos los bancos cubanos sobre la situación.
- El 16 de enero de 2019, el proveedor DEVEXPORT comunicó a la empresa importadora cubana CEXNI, la imposibilidad de efectuar las entregas correspondientes al contrato 80063, para la compra de 143 toneladas de cianuro de sodio en briquetas, dirigido a la producción de Doré (oro). Esto se debió a que las autoridades del país del fabricante prohibieron los embarques durante el 2019 para Cuba, argumentando evitar sanciones del Departamento del Tesoro de EE.UU. a sus empresas, por comerciar con la Isla.
- En febrero de 2019, la empresa MEDICUBA recibió varias comunicaciones de proveedores con los cuales tenía contratos firmados, informando que el Banco MULTIBANK de Panamá anunció el cierre de las cuentas a Cuba, lo cual generó dificultades para el cobro y ejecución de las operaciones comerciales, teniendo que buscar otras alternativas y suplementar los contratos ya firmados.
- En abril de 2019, directivos de la Corporación Nacional de Petróleo, Gas y Metal de Japón (JOGMEC, por sus siglas en inglés) trasladaron a la embajada de Cuba en ese país la decisión de tres de sus empresas, de cancelar su participación en un proyecto conjunto con CUPET sobre un estudio geoquímico para posible proyecto a riesgo de uno o más bloques en aguas someras y/o en tierra. Alegaron que la decisión se tomaba en virtud de los negocios de las empresas involucradas en los EE.UU.

De no existir las presiones, amenazas y advertencias por parte de la administración estadounidense, ¿cuántos turistas más no vendrían a Cuba?, ¿cuántos empresarios extranjeros estarían dispuestos a invertir en Cuba? ¿cuánto pudiera crecer la producción industrial y los negocios conjuntos de entidades cubanas? ¿cuánto ron, tabacos y otros productos cubanos pudieran venderse en el importante mercado estadounidense?
Nunca he podido saber a ciencia cierta hasta dónde pudieran desarrollarse las conocidas potencialidades de inventiva y conocimientos de mi pueblo.
Por eso celebramos el 7 de noviembre la abrumadora votación que recibió en Naciones Unidas el proyecto de resolución presentado por Cuba, que condena el irracional bloqueo estadounidense.
Pocos documentos generan tanta atención y consenso cada año en la Asamblea General de la ONU. Ciento ochenta y siete naciones del mundo, de las 193 con representación en esa organización apoyaron el justo reclamo de Cuba. Sólo hubo tres votos en contra, dos abstenciones y un país se ausentó de la votación.
Toda Asia, toda África, todo el mundo árabe, la Unión Europea en pleno expresaron su rechazo a la política de Estados Unidos. El mundo se puso del lado de la razón y la justicia frente a la irracionalidad y el odio.
Pese a las intensas presiones públicas y privadas que la administración Trump hizo sobre varias naciones latinoamericanas para fracturar el voto unido de la región contra el bloqueo, nada más logró cosechar el magro resultado de un voto en contra de Brasil y la abstención de Colombia. El ultraderechista y xenófobo Jair Bolsonaro se unía así a Donald Trump y Benjamin Netanyahu como los adalides del genocidio contra el pueblo cubano. La Historia los juzgará por su criminal esencia.
La estrategia imperial apuesta dividir a los cubanos, a enfrentarnos, a reblandecernos, a sepultar nuestros sueños y esperanzas. Pero esa historia la hemos vivido de sobra y hemos sabido salir victoriosos de los más difíciles desafíos. Es momento de inteligencia, de buscar alternativas y soluciones a los múltiples problemas que el bloqueo nos plantea, de estrechar la unidad que nos fortalece, de pensar como país.
A más odio y amenazas del imperio, más ejercicio fecundo de creación y de resistencia de nuestro heroico pueblo.
Los Gobiernos de Estados Unidos han tenido una histórica apetencia de apropiarse de Cuba. Así lo muestran sus declaraciones (Notas de la Historia):
John Adams quien fuera presidente en el periodo 1796 – 1800, en carta fechada el 23 de junio de 1783, dirigida a Robert R. Livingston, firmante de la Constitución de Estados Unidos por el Estado de New Jersey, expuso que “(…) es casi imposible resistir la convicción de que la anexión de Cuba a nuestra República Federal será indispensable."
En 1805, en una nota al Ministro de Inglaterra en Washington, el presidente Thomas Jefferson emitió las primeras declaraciones de carácter oficial, donde expresaba su interés de apoderarse de Cuba: (…) "En caso de guerra entre Inglaterra y España, los Estados Unidos se apoderaran de Cuba por necesidades estratégicas para la defensa de Louisiana y de la Florida".
En 1810, el presidente James Madison orientó a su ministro en Londres, Willianm Piecknay, poner en conocimiento de la administración de ese país que: "(…) La posición de Cuba da a los Estados Unidos un interés tan profundo en el destino de esa isla, que aunque pudieran permanecer inactivos, no podrían ser espectadores satisfechos de su caída en poder de cualquier gobierno europeo que pudiera hacer de esa posición un punto de apoyo contra el comercio y la seguridad de los Estados Unidos."
James Monroe (5to. Presidente de EE.UU. 1817-1825) además de su Doctrina Monroe (en verdad promulgada por el senador John Quincy Adams), mantenía la idea de agregar una estrella más al pabellón estadounidense si lograba la anexión de Cuba. Sobre ello manifestó: “Siempre la miré como la adquisición más interesante para nuestro sistema de estado“.
John Quincy Adams, el teórico de la “fruta madura” declaró en 1823: “…hay leyes de gravitación política, como leyes de gravitación física, y Cuba, separada de España, tiene que gravitar hacia la Unión, y la Unión, en virtud de la propia ley, no iba a dejar de admitirla en su propio seno. No hay territorio extranjero que pueda compararse para los Estados Unidos como la Isla de Cuba. Esas islas de Cuba y Puerto Rico, por su posición local, son apéndices del continente Americano, y una de ellas, Cuba, casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión“.