Una guerra en Venezuela, ¿la cortina de humo que necesita Trump?
Esta sería una historia ideal para el periodismo de investigación si el muro mediático que repite el discurso oficial de la Casa Blanca contra quienes esta considera enemigos no impidiera que algo tan escandoloso se abriera paso entre los contenidos de una prensa que se autoproclama libre.
En 1997 fue llevada al cine por el director Barry Levinson, con el título Wag the dog y Dustin Hoffman y Robert de Niro en los protagónicos, la novela American Hero, de Larry Beinhart.
Un Presidente aspira a reelegirse y se inventa una guerra para desviar la atención de un escándalo sexual. Si la inspiración de Beinhart y Levinson era el republicano George H.W. Bush y su Guerra del Golfo, en enero de 1998 fue Bill Clinton el que bombardeó con misiles a Sudán y Afganistán cuando estalló su affaire con la becaria Monica Lewinsky justo el día en que llegaba a La Habana el Papa Juan Pablo II y las principales televisoras estadounidenses tenían a sus conductores estrella en Cuba para cubrir la visita, pero inmediatamente dieron la espalda y regresaron a su país tras la inesperada noticia.
La cortina de humo fue el nombre con que se presentó en español la película que se acerca a una técnica empleada no pocas veces en la política occidental y que ahora mismo pareciera estar detrás de la oportuna acusación de narcotráfico contra varios líderes venezolanos y el despliegue de buques de guerra en el Caribe que la ha sucedido, mientras llueven los cuestionamientos al modo en que el presidente Donald Trump está manejando la pandemia por el coronavirus para poner a su país al frente de las cifras globales de infectados y fallecidos y crecen las demandas de suspender los bloqueos económicos que ha reforzado contra Venezuela, Cuba e Irán, afectando gravemente sus capacidades para acceder a medicamentos y alimentos, en estas circunstancias extraordinarias.
Sobre este asunto, el presidente venezolano Nicolás Maduro, a cuya cabeza se le ha puesto por la Casa Blanca el precio de 15 millones de dólares, ha enviado una carta abierta a los gobiernos de todo el mundo en que ilustra cómo el gobierno de Estados Unidos, en complicidad con el de Colombia, ha construido toda una dramaturgia para encubrir su participación directa en el más reciente de una ya extensa sucesión de intentos de derrocamiento armado del ocupante del Palacio de Miraflores.
Lo que cuenta la misiva de Maduro parece extraído de un guión cinematográfico, pero nuevamente la realidad deja pequeña a la ficción:
“el 25 de marzo, la República Bolivariana de Venezuela denunció ante la opinión pública nacional e internacional, el desarrollo en territorio colombiano de una operación que tenía como fin atentar contra la vida del Presidente de la República, sus familiares y altos funcionarios del Estado; así como atacar objetivos civiles y militares en nuestro país; sindicando como jefe militar de dicha operación al señor Clíver Alcalá, general retirado de la fuerza armada venezolana.
“Dicha denuncia fue realizada con toda responsabilidad, después de que el día 24 de marzo se diera a conocer una operación de control en la carretera al norte de Colombia, cercana a la frontera con Venezuela, en la que la policía de dicho país capturó un lote de armas de guerra en un vehículo civil.
“Las investigaciones revelaron que se trataba de un sofisticado arsenal cuyo destinatario era un grupo de exmilitares y paramilitares venezolanos y colombianos, que se entrenan en campamentos ubicados en territorio de Colombia.
“El día 26 de marzo, el señalado, Clíver Alcalá, ofreció una declaración ante un medio de comunicación colombiano –desde su residencia en la ciudad de Barranquilla, Colombia– en la que confirmaba su participación en los hechos denunciados, confesando ser el líder militar de la operación y revelando que las armas fueron adquiridas por orden del señor Juan Guaidó, diputado nacional, quien se hace llamar Presidente interino de Venezuela y funge como operador de Washington en el país. Asimismo, confirmó que el armamento tenía como objetivo realizar una operación militar para asesinar a altas personalidades del Estado y el Gobierno venezolano y producir un Golpe de Estado en Venezuela.
“El señor Alcalá aclaró que las armas fueron adquiridas mediante un contrato firmado por su persona, el señor Juan Guaidó, asesores estadounidenses y el señor Juan José Rendón, asesor político del Presidente Iván Duque, y realizado con conocimiento de autoridades del gobierno colombiano.
“Ante esta confesión, la insólita respuesta del gobierno estadounidense ha sido la publicación de las acusaciones mencionadas al comienzo de esta carta, con la extravagante inclusión del nombre del señor Alcalá, como si fuera parte de las autoridades de Venezuela y no un mercenario contratado por Estados Unidos para llevar a cabo una operación terrorista en contra del gobierno venezolano.
“Como demostración de esta afirmación, no necesito más prueba que mencionar la supuesta captura del señor Alcalá por parte de las fuerzas de seguridad colombianas y su inmediata entrega a las autoridades de la DEA estadounidense, en un curioso acto en el cual el reo, sin esposas, se despedía estrechando las manos de sus captores, justo al pie de la escalerilla del avión que lo llevaría en vuelo especial VIP hacia Estados Unidos, lo que demuestra que en realidad todo ese montaje se trata del rescate de alguien a quien consideran un agente estadounidense.”
Esta sería una historia ideal para el periodismo de investigación si el muro mediático que repite el discurso oficial de la Casa Blanca contra quienes esta considera enemigos no impidiera que algo tan escandoloso se abriera paso entre los contenidos de una prensa que se autoproclama libre. Solo escucharemos repetir a coro las acusaciones contra Maduro y la densa cortina de humo alimentada por Washington favorecerá que el asesino de su propio pueblo en que se convierte cada vez más Donald Trump con su ineptitud para gestionar la pandemia gobierne los Estados Unidos por cuatro años más.
La prensa que todos los días se ceba con la contradictoria y a todas luces fracasada estrategia trumpista frente al coronavirus hace así sinergia con el uso que su bestia negra hace de la mentira para permanecer en la Casa Blanca durante un nuevo período.
Sabiéndose cercado por Washington y los medios de comunicación corporativos, Nicolás Maduro acude a la solidaridad no siempre esperable de los gobiernos. Estos, salvo excepciones, más comprometidos con la conveniencia que con la verdad tendrían que sopesar si un Donald Trump reelecto favorece los intereses de sus países, o si por el contrario los hundirá aún más en un mundo cada vez más caotizado donde las más increíbles historias del cine y la literatura se están tornando realidad.