Partió Roberto Fernández Retamar, una de las plumas más prestigiosas de la literatura cubana
El fallecimiento de quien fuera el presidente de la Casa de las Américas deja una pérdida irreparable para la cultura de la isla.

El insigne intelectual cubano Roberto Fernández Retamar, presidente de Casa de Las Américas, falleció en La Habana a los 89 años de edad, dejando una profunda huella en la cultura de la isla caribeña.
Poeta, ensayista y profesor universitario, es autor de decenas de libros de poesía y ensayo, entre los cuales destaca Calibán, uno de los más importantes textos ensayísticos de la literatura y lengua española del siglo XX.Retamar, también diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, fue colaborador de la revista Orígenes y en 1965 comenzó a dirigir la revista Casa, labor que mantuvo de manera ininterrumpida hasta su fallecimiento.
Fundó en 1977 y dirigió hasta 1986 el Centro de Estudios Martianos y su anuario. Se le otorgó el Premio Nacional de Literatura en 1989.
Profesor de mérito de la Universidad de La Habana en 1995, recibió otras condecoraciones y premios en Cuba y en el extranjero, entre ellos el premio ALBA de las letras 2008, y fue miembro además, de la Academia Cubana de la Lengua, que también dirigió.
"Perdimos a uno de los mayores poetas y pensadores d Ntra América y del mundo: Roberto Fdez Retamar. Nos deja una obra excepcional, centrada en la descolonización y el antimperialismo. Un abrazo muy fuerte a su hija Laidi, al resto d su familia, al equipo d la Casa d las Américas", escribió en su cuenta en Twitter Abel Prieto, exministro de Cultura de Cuba.
En una entrevista concedida en 1968 a la revista chilena Trilce, Retamar dejó clara la posición de un autor respecto a su obra.
"Debo decir que tengo una desconfianza enorme sobre lo que un autor pueda decir de sí. Trabado entre modestias y vanidades (que pueden ser los mismo), y sobre todo impedido insalvablemente de mirarse acon los ojos con que los ven —y sobre todo lo verán— los otros, su testimonio sólo puede tomarse con las mayores cautelas", subrayó entonces.
Más adelante añadió que "quizás en el futuro, si algún ocioso quiere ocuparse de mis versos, descubrirá que ...no fue sino hasta la Revolución cubana, en 1959, que empecé a trabajar con ese idioma que había intuido, necesitado".
La conmoción histórica y psicológica (¿cómo podría ser de otro modo?), que ha sido (la Revolución cubana) , que está siendo, este acontecimiento, y la violencia, la inmediatez de las cosas que me rodean, lo explican suficientemente. ...) Lo que uno quisiera es (...) que la poesía, en fin, sea leída como uno leyó la poesía: porque era la vida misma, incandescente, opinó el intelectual.