Fútbol femenino palestino: A balonazos contra el miedo
Las jugadoras del Not to Forget, del campo de refugiados de Jenin, visitan Zubieta para conocer a Xabi Alonso y quieren ser futbolistas. Son palestinas, participan en la Donosti Cup y luchan por sus sueños.

En el aspecto deportivo la Donosti Cup no se les ha dado muy bien. Perdieron el primer partido contra el equipo estadounidense Steel United por 9-0. En el segundo, contra las catalanas del Molins de Rei, les fue aún peor. Encajaron quince y no marcaron ninguno. En el siguiente dieron más guerra y solo perdieron 3-1. El gol de la honra lo marcó Asele. Recibió un pase en profundidad y se quedó sola contra la portera del Deportivo Alavés, que no pudo atajar su disparo. Los resultados no acompañan, pero eso es lo de menos. Ellas, las jugadoras del Not to Forget Jenin, son felices. Por primera vez en su vida no tienen miedo.
Son veinte palestinas de entre 14 y 16 años que han viajado a San Sebastián para participar en la Donosti Cup, el torneo internacional de fútbol base que congrega desde el domin go en la capital guipuzcoana a 10.000 jugadores de 27 países. Invitadas por la organización del evento, llegaron el pasado viernes y desde entonces no han dejado de sonreír. «Se ponen a bailar en mitad de la calle. El otro día fueron a la playa y sus caras eran luz», dicen quienes las acompañan.
Viven en Jenin, un campo de refugiados a 120 kilómetros de Jerusalen en el que más de 16.000 personas hacen lo que pueden para sobrevivir. Su equipo lleva el mismo nombre que una ONG empeñada en apoyar cientos de chicas de 12 a 18 años para que participen en la vida social, política y económica de su comunidad. Cuentan con un arma poderosa: el fútbol.
La ONG ayuda a cientos de chicas a participar en la vida social y política de su comunidad
Acudieron ayer a Zubieta, el complejo deportivo donde entrenan los equipos de la Real Sociedad. Tenían una cita con Xabi Alonso, que el miércoles se estrenó como entrenador del Sanse, el filial blanquiazul. En su primera sesión había insistido a sus pupilos en la importancia de saber «dónde está el espacio». Como si hubieran escuchado este consejo, las jugadoras dejaron claro cuál era su propio espacio al entrar en el campo de entrenamiento. «Somos palestinas», empezaron a cantar todas juntas.
Sin dormir
Son adolescentes que desde su nacimiento no han conocido otra cosa que el miedo. «Cuando una chica va al colegio puede que no vuelva», cuenta Farha, la presidenta de la ONG. En Jenin es habitual que por las noches aparezcan jeeps repletos de personas armadas con bates que golpean las puertas de las casas durante horas. Cuando ocurre eso pocos duermen en el campamento porque nadie sabe si los intrusos acabarán entrando.
Responden en inglés en el campo del Sanse. Acaban de conocer al ahora entrenador tolosarra, con quien se habían sacado fotos antes y a quien regalaron un cuadro con el escudo de la Real y una bandera palestina. «Yes, yes», respondían al unísono cuando se les preguntaba si es cierto que querían quedarse en San Sebastián. «Es uno de nuestros sueños», confiesa Amal. Pero no podrán hacerlo. El domingo regresarán a Jenin y la nube en la que han vivido estos días se esfumará. Volverán a un lugar donde, como dice Hala, «la ocupación mató nuestros sueños» y se enfrentan a un futuro incierto. «No sabemos qué va a ser de nosotras», reconoce.
Quedarán, eso sí, los recuerdos de una semana de auténtica felicidad y, sobre todo, la constatación de que el fútbol es algo más que darle patadas a un balón, de que es una palanca que puede mover el mundo. Saben que no es fácil, pero están acostumbradas a superar obstáculos. «En Jenin es muy difícil entrenar. No tenemos medios, ni campo», explica Hala. Estos días han jugado con botas sin tacos y no dejaban de resbalarse en el campo, como bien pudo comprobar Dunia. El primer partido se hizo daño en un tobillo y en el segundo volvió a torcérselo. Un esguince la ha condenado a ver los partidos desde el banquillo.
El estadio soñado
«A nosotras nos ponen muchas trabas para jugar a fútbol. Allí nos obligan a quedarnos en casa, pero queremos salir y hacer cosas. Es algo que queremos cambiar», insisten. El balón es su herramienta para labrar un futuro que no existe en su propio campo y para recuperar sus sueños. Sueñan, como Dunia, con «un estadio en Jenin para entrenar» y con «el fin de la ocupación para vivir tranquilas y felices». De mayores quieren ser futbolistas, no ponen límites a su ambición. «Podemos ser como Messi y Cristiano Ronaldo», ríen. Y lo dicen convencidas.
Las chicas del Not to Forget Jenin han salido al campo a ganar. Ayer, horas después de visitar a Xabi Alonso, jugaron su último partido y tampoco les fue bien. Perdieron 0-10 contra el PacNW, de Estados Unidos. Han quedado eliminadas, pero han triunfado en el cómputo global. Ahora saben lo que es vivir sin miedo y soñar sin que nadie golpee las puertas. Eso es algo que no se olvida, que nunca se deja de buscar. «Con el fútbol queremos decir a Palestina que podemos hacerlo, que todos pueden hacer lo que quieran», sostiene Hala.
Las niñas sueñan con ser Ronaldo
Veinte jugadoras procedentes del campo palestino de Jenin participan en la Donosti Cup para intentar demostrar que el fútbol es una palanca que puede cambiar el mundo
Por primera vez en mucho tiempo, las adolescentes del equipo de fútbol del campo de refugiados de Jeninno tienen miedo. Su mundo cotidiano es un horror de de alambradas y violencia, con el escenario de fondo de una pequeña y atestada extensión de tierra situada a 120 kilómetros de Jersusalén. Pero estos días han podido conocer otras realidades más amables; a otras niñas que también sueñan con el balón e incluso a ídolos como el histórico jugador Xabi Alonso. Gracias a la Donosti Cup -el torneo internacional de fútbol base que congrega en San Sebastián a 10.000 jugadores de 27 países-, estas promesas del deporte palestino se han bañado en el mar y han podido caminar sin miedo. «Se ponen a bailar en mitad de la calle. El otro día fueron a la playa y sus caras eran luz», dicen quienes las acompañan.
La jóvenes pertenecen al equipo de fútbol 'Not to forget Jenin' (No olvidar Jenin), impulsado por una ONGempeñada en apoyar cientos de chicas de 12 a 18 años para que participen en la vida social, política y económica de su comunidad. Cuentan con un arma poderosa: el fútbol. En el aspecto deportivo la Donosti Cup no se les ha dado muy bien. Perdieron el primer partido contra el equipo estadounidense Steel United por 9-0. En el segundo, contra las catalanas del Molins de Rei, les fue aún peor. Encajaron quince y no marcaron ninguno. En el siguiente dieron más guerra y solo perdieron 3-1. El gol de la honra lo marcó Asele. Recibió un pase en profundidad y se quedó sola contra la portera del Deportivo Alavés, que no pudo atajar su disparo. Pero para ellas las derrotas son lo de menos. Lo importante es ver que sus sueños se pueden hacer realidad.
Después de todo, desde su nacimiento no han conocido otra cosa que el miedo. «Cuando una chica va al colegio puede que no vuelva», cuenta Farha, la presidenta de la ONG. En Jenin es habitual que por las noches aparezcan jeeps repletos de personas armadas con bates que golpean las puertas de las casas durante horas. Cuando ocurre eso pocos duermen en el campamento porque nadie sabe si los intrusos acabarán entrando.
El jueves pasado fueron recibidas por el mítico Xabi Alonso, entrenador del Sanse el equipo filial de la Real Sociedad, a quien regalaron un cuadro con el escudo de la Real Sociedad y una bandera palestina. «Yes, yes», respondían al unísono cuando se les preguntaba si es cierto que querían quedarse en San Sebastián. «Es uno de nuestros sueños», confesó Amal. Pero no podrán hacerlo. El domingo regresarán a Jenin y la nube en la que han vivido estos días se esfumará. Volverán a un lugar donde, como dice Hala, «la ocupación mató nuestros sueños» y se enfrentan a un futuro incierto. «No sabemos qué va a ser de nosotras», reconoce.

Quedarán, eso sí, los recuerdos de una semana de auténtica felicidad y, sobre todo, la constatación de que el fútbol es algo más que darle patadas a un balón, de que es una palanca que puede mover el mundo. Saben que no es fácil, pero están acostumbradas a superar obstáculos. «En Jenin es muy difícil entrenar. No tenemos medios, ni campo», explica Hala. Estos días han jugado con botas sin tacos y no dejaban de resbalarse en el campo, como bien pudo comprobar Dunia. El primer partido se hizo daño en un tobillo y en el segundo volvió a torcérselo. Un esguince la ha condenado a ver los partidos desde el banquillo.
«A nosotras nos ponen muchas trabas para jugar a fútbol. Allí nos obligan a quedarnos en casa, pero queremos salir y hacer cosas. Es algo que queremos cambiar», insisten. El balón es su herramienta para labrar un futuro que no existe en su propio campo y para recuperar sus sueños. Sueñan, como Dunia, con «un estadio en Jenin para entrenar» y con «el fin de la ocupación para vivir tranquilas y felices». De mayores quieren ser futbolistas, no ponen límites a su ambición. «Podemos ser como Messi y Cristiano Ronaldo», ríen. Y lo dicen convencidas.
Las chicas del Not to Forget Jenin jugaron el jueves su último partido y tampoco les fue bien. Perdieron 0-10 contra el PacNW, de Estados Unidos. Quedaron eliminadas, pero triunfaron en el cómputo global. Ahora saben lo que es vivir sin miedo y soñar sin que nadie golpee las puertas. Eso es algo que no se olvida, que nunca se deja de buscar. «Con el fútbol queremos decir a Palestina que podemos hacerlo, que todos pueden hacer lo que quieran», sostiene Hala.
¿Y qué es el fútbol para ti?
- Amal busca las palabras antes de responder a la pregunta y al final contesta.
- El fútbol lo es todo.