Países árabes del Golfo muestran interés en reforzar alianza con EE.UU. bajo el mandato de Trump
Los países árabes del golfo Pérsico expresaron interés en afianzar lo que consideran alianza estratégica con Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump, al concluir una cumbre regional que suscitó airadas reacciones de Irán.

Medios de prensa regionales reseñaron la declaración final de la 37 cumbre de jefes de Estado del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), en la que se tocaron temas de incidencia para esta zona, en particular las guerras en Siria y Yemen, la amenaza terrorista y las relaciones con Occidente.
El ministro bahreiní de Relaciones Exteriores, jeque Khalid bin Ahmed bin Mohammed Al-Khalifa, saludó la presencia de la primera ministra británica, Theresa May, quien sostuvo conversaciones con los estadistas árabes.
Destacó que los líderes del bloque del Golfo manifestaron disposición e interés en fortalecer la asociación externa con aliados internacionales, países hermanos y amigos, y organizaciones regionales.
Subrayó las fuertes relaciones vinculantes de los países miembros con sus principales aliados occidentales, entre los que destacó a Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, y el compromiso de promoverlas y preservarlas.
Según el canciller bahreiní, los mandatarios ratificaron que la alianza de sus estados con Washington tiene una importancia crucial y valoraron que la misma no se restringe a una presidencia de Estados Unidos, pues data de los comienzos del siglo XX.
También puntualizó que los gobiernos del Golfo procuran trabajar con la administración del futuro presidente Trump, en tanto aprecian que los vínculos EE.UU.-CCG están basados en la seguridad y estabilidad regionales.
La Declaración de Manama, que recogió la posición de Bahrein, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Qatar y Kuwait, reiteró el compromiso de mantener la intervención militar en Yemen contra el movimiento hutí Ansar Allah y el apoyo a los que llaman rebeldes moderados en Siria.
Respecto a Iraq, el bloque de monarquías árabes responsabilizó a las milicias chiitas Al-Hashd Al-Shaabi, aliadas de Bagdad en la lucha contra Daesh, de profundizar el abismo y la división sectaria en esa nación.
En presencia de la primera ministra británica, los líderes del Golfo volvieron a arremeter contra lo que llamaron políticas iraníes de exportar la revolución a países vecinos, en alusión a Yemen, e instaron a Teherán a dejar de apoyar el terrorismo y respetar la soberanía de los países.
'Si Irán continúa esa línea, responderemos positivamente', advirtió el canciller bahreiní, luego de que May prometió que Gran Bretaña se enfrentará a cualquier acción de Teherán que amenace la región.
En respuesta, el portavoz de la cancillería, Bahram Qassemi, criticó a la premir británica por pronunciamientos hostiles, y señaló que tal interferencia de Londres escala la tensión en la región, en lugar de ayudar a restaurar la seguridad y la paz internacionales.
Para Qassemi, el tono anti-iraní de May tiene sus raíces en el aprieto del Reino Unido en las relaciones con la Unión Europea que ha debilitado su estatus internacional, y también en hablar de boca para afuera a los líderes del CCG para venderles armas.
El ministro bahreiní de Relaciones Exteriores, jeque Khalid bin Ahmed bin Mohammed Al-Khalifa, saludó la presencia de la primera ministra británica, Theresa May, quien sostuvo conversaciones con los estadistas árabes.
Destacó que los líderes del bloque del Golfo manifestaron disposición e interés en fortalecer la asociación externa con aliados internacionales, países hermanos y amigos, y organizaciones regionales.
Subrayó las fuertes relaciones vinculantes de los países miembros con sus principales aliados occidentales, entre los que destacó a Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, y el compromiso de promoverlas y preservarlas.
Según el canciller bahreiní, los mandatarios ratificaron que la alianza de sus estados con Washington tiene una importancia crucial y valoraron que la misma no se restringe a una presidencia de Estados Unidos, pues data de los comienzos del siglo XX.
También puntualizó que los gobiernos del Golfo procuran trabajar con la administración del futuro presidente Trump, en tanto aprecian que los vínculos EE.UU.-CCG están basados en la seguridad y estabilidad regionales.
La Declaración de Manama, que recogió la posición de Bahrein, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Qatar y Kuwait, reiteró el compromiso de mantener la intervención militar en Yemen contra el movimiento hutí Ansar Allah y el apoyo a los que llaman rebeldes moderados en Siria.
Respecto a Iraq, el bloque de monarquías árabes responsabilizó a las milicias chiitas Al-Hashd Al-Shaabi, aliadas de Bagdad en la lucha contra Daesh, de profundizar el abismo y la división sectaria en esa nación.
En presencia de la primera ministra británica, los líderes del Golfo volvieron a arremeter contra lo que llamaron políticas iraníes de exportar la revolución a países vecinos, en alusión a Yemen, e instaron a Teherán a dejar de apoyar el terrorismo y respetar la soberanía de los países.
'Si Irán continúa esa línea, responderemos positivamente', advirtió el canciller bahreiní, luego de que May prometió que Gran Bretaña se enfrentará a cualquier acción de Teherán que amenace la región.
En respuesta, el portavoz de la cancillería, Bahram Qassemi, criticó a la premir británica por pronunciamientos hostiles, y señaló que tal interferencia de Londres escala la tensión en la región, en lugar de ayudar a restaurar la seguridad y la paz internacionales.
Para Qassemi, el tono anti-iraní de May tiene sus raíces en el aprieto del Reino Unido en las relaciones con la Unión Europea que ha debilitado su estatus internacional, y también en hablar de boca para afuera a los líderes del CCG para venderles armas.