Según el Washington Post, el antiterrorismo en EE.UU. sólo mira hacia el mundo árabe
La amenaza del extremismo de derecha nacional e internacional es mayor ahora de lo que ha sido en décadas, recalca The Washington Post.
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Batallón Azov
En octubre del 2019, 40 congresistas remitieron una carta al Departamento de Estado que identificaba numerosos grupos extremistas de derecha. El Comité de las Naciones Unidas dedicado a combatir el terrorismo advirtió sobre un aumento reciente de la frecuencia y la letalidad de las bandas de extrema derecha, con incidentes en Nueva Zelanda, Alemania y Estados Unidos.
Según esa entidad, se registró un incremento de 320 por ciento en los ataques de extrema derecha en el mundo en los últimos cinco años.
Pero la respuesta de Washington a esa amenaza global está retrasada e incompleta, apunta el diario norteamericano.
Desde 2018, la Estrategia Nacional de la Casa Blanca de contraterrorismo se centra casi por completo en el terrorismo islamista radical, con sólo un breve guiño a la supremacía blanca y al extremismo de extrema derecha.
Una acción reciente de sanciones contra los radicales del Movimiento Imperial Ruso, un grupo supremacista blanco, puede ser el inicio de una campaña contra los extremistas en general.
Pero sin una estrategia de seguimiento inteligente y agresiva, se corre el riesgo de que sea un gesto vacío y simbólico.
Se sabe cómo actúa el gobierno de Estados Unidos cuando se concentra en atacar y desmantelar organizaciones terroristas.
El Departamento del Tesoro dirige campañas de sanciones para desmantelar las redes financieras de los extremistas.
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Antiterrorismo en EE.UU. solo mira para el mundo árabe
Desde el 11 de septiembre del 2001, el Departamento del Tesoro identificó a cientos de personas y entidades terroristas en las redes financieras mundiales y las aislaron del sistema financiero internacional.
Cuando Washington persigue a terroristas, el objetivo es hacer que sea más difícil, costoso y arriesgado para ellos operar, afirma The Washington Post. Así se vería si el gobierno de Donald Trump se tomara en serio el objetivo de acabar con los grupos de supremacía blanca.
Las agencias recopilan información para identificar de dónde provienen las finanzas del grupo y sus métodos para recaudar y mover fondos. Luego, mapean redes financieras y de apoyo, incluso si hay vínculos con Estados Unidos como ocurrió con el Movimiento Imperial Ruso.
Una de las herramientas importantes en la guerra antiterrorista son los esfuerzos sostenidos a largo plazo orientados por el Departamento del Tesoro para aplicar sanciones contra esos grupos, sus financiadores y sus facilitadores.
Con inicio en el grupo en sí y su círculo íntimo, esas campañas de sanciones se desarrollan durante meses e incluso años y el objetivo incluye separar al grupo de sus partidarios, y hacer que sea mucho más difícil el acceso al sistema financiero internacional.
Si la Casa Blanca quiere mostrar su compromiso con la lucha mundial contra la supremacía blanca, deben unir acciones el Departamento de Estado y el del Tesoro para llevar a la bancarrota a esos grupos y aislarlos del sistema financiero internacional.
Hace mucho tiempo que Estados Unidos debió asumir que esas bandas de supremacía blanca son una real amenaza para todos y no dirigir su mirada hacia un solo lugar: el mundo árabe.
