América Latina: El Foro de Sao Paulo en el siglo XXI
En 1990, ante los desafíos que impusieron el derrumbe de las experiencias socialistas en Europa, el advenimiento de un mundo unipolar encabezado por EE.UU., y el auge del neoliberalismo, el comandante Fidel Castro comprendió la necesidad de dar un salto cualitativo en el accionar y la articulación de las fuerzas progresistas, socialistas, revolucionarias y democráticas de América Latina y el Caribe.

El líder cubano consideraba que era
imprescindible amortiguar el impacto simbólico, ideológico y político que
significaba el fin del socialismo europeo, y generar nuevas certezas sobre las
posibilidades de la lucha política en el escenario latinoamericano, teniendo en
cuenta el potencial existente en el amplio y diverso abanico de fuerzas,
partidos y movimientos sociales de izquierda de la región,
En esta perspectiva, Fidel, junto al líder
brasileño Luis Inacio Lula da Silva, impulsaron la creación de un espacio de
debate y relacionamiento para que la izquierda regional intercambiara ideas, visiones,
experiencias y valoraciones sobre el nuevo momento histórico. Paralelamente se
pretendía construir y consolidar una articulación efectiva de fuerzas, capaz de
suscitar nuevas dinámicas políticas de transformación.
Así surgió la idea de convocar a un Encuentro
de Partidos y Organizaciones Políticas de Izquierda de América Latina y el
Caribe. Fidel convenció a Lula de que el Partido de los Trabajadores (PT) debía
ser el anfitrión de una cita como esa. La experiencia del PT en la construcción
de una amplia convergencia de fuerzas y organizaciones sociales brasileñas con
resultados positivos en als elecciones de 1989 en un país como Brasil,
constituía un ejemplo notable de las posibilidades que se abrían en el campo de
la lucha política y social en un contexto tan adverso pero a la vez con nuevas
oportunidades.
La reunión se celebró en Sao Paulo en julio de
1990. Participaron 68 organizaciones de 22 países, se consensuó una Declaración
Final y se acordó volver a reunirse en México.
La Declaración del evento definió el carácter
de lo que se denominaría a partir de entonces Foro de Sao Paulo. Se trataba de
un espacio deliberativo encaminado a construir “propuestas de unidad de acción
consensuales en la lucha antiimperialista y popular” afincadas en “concepciones
y objetivos socialistas, antimperialistas y populares”.
La Declaración también dejó plasmado “un
nuevo concepto de unidad e integración continental” que pasaba “por la
reafirmación de la soberanía y autodeterminación de América Latina” y “por el
impulso a la solidaridad internacionalista” entre los pueblos latinoamericanos.
Nació así un esfuerzo de
extraordinario valor político que reanimó las luchas de la izquierda regional y
constituyó uno de los más importantes valladares contra la permanente
injerencia y agresión estadounidense en sus eternos esfuerzos por consolidar su
hegemonía sobre Latinoamérica y el Caribe.
¿La mayoría de edad?

El Foro de Sao Paulo y las fuerzas, partidos y
movimientos que lo integran, están hoy frente a desafíos tan o más complejo que
aquellos momentos aciagos que determinaron su surgimiento.
Después de casi 20 años de avances en las
luchas por la emancipación política y económica, por la recuperación de la
soberanía y el control de los recursos naturales, y de notables pasos de cara a
una integración genuina sobre principios de solidaridad y complementariedad, la
ofensiva del imperialismo y las fuerzas de derecha ha cosechado importantes
victorias.
El objetivo imperial es desmontar los procesos
de cambios y sus conquistas sociales y reimpulsar las políticas neoliberales. Busca
también desarticular y desaparecer las fuerzas de izquierda de vanguardia, frenar
los avances que en materia de integración han existido y recomponer su
hegemonía quebrada en estas dos décadas.
Al mismo tiempo, la radicalidad de las
acciones restauradoras neoliberales en Honduras, Argentina, Paraguay y Brasil,
así como las acciones desestabilizadoras marcadas por un paulatino incremento
del uso de la violencia terrorista como en el caso de Venezuela, confirman
también la naturaleza despiadada, proimperialista y de raíz fascista de la
derecha latinoamericana y su ira impaciente ante la perspectiva de los cambios
que la izquierda logró en la región.
Pero los retrocesos han dejado también
lecciones sobre las deudas e insuficiencias de los procesos políticos progresistas
en materias como: la formación y el trabajo ideológico al interior de las
fuerzas políticas, con sus bases, aliados sociales y con la juventud; la
comunicación política y la divulgación de nuestras verdades; la creación de una
cultura de resistencia frente a la hegemonía cultural del imperialismo; la
eficiencia, eficacia y la ética en la gestión de gobierno tanto en lo local
como en lo nacional; la lucha contra la corrupción política; y la evolución
indispensable hacia un instrumento político de vanguardia, que trascienda su
carácter electoral, que garantice la convergencia o unidad orgánica y la
continuidad del proceso, más allá de los liderazgos históricos, sobre la base
de un programa político definido y consensuado.
En estas insuficiencias o deudas ha estado el
talón de Aquiles de muchos de los procesos políticos progresistas y de cambio
en la región.
Sobre estos temas se discute en el Foro de Sao
Paulo, dentro del cual crece la conciencia, no solo sobre los errores y
deficiencias de la izquierda en estos años, sino también sobre los límites que
impone la democracia liberal burguesa.
Existe un intenso debate sobre la importancia
de trascender esos marcos liberales y abrir un corredor revolucionario que
permita recuperar el terreno perdido y crear las condiciones para las
indispensables e impostergables transformaciones políticas y económicas que
requieren nuestros países.
No se puede pretender, y los hechos lo
confirman, hacer avanzar un proyecto enfocado en lo social desde una
institucionalidad estatal liberal burguesa cercada y hostigada por los poderes
fácticos en manos de una oligarquía proimperialista, negada a ceder cuotas de
poder y riqueza.
Y en este sentido, el Foro de Sao Paulo se
empeña en continuar siendo el espacio, como en su génesis, donde la izquierda,
en un clima fraternal y de compromiso, establezca las pautas de acción que el
siglo XXI demanda para con América Latina y el Caribe.
La nueva cita del Foro se realizará en Managua,
Nicaragua, en los marcos de las celebraciones por el aniversario del triunfo de
la Revolución Sandinista de 1979.
Los asistentes tienen previsto abordar todas
las problemáticas apuntadas, analizar las acciones de solidaridad con la
Revolución Bolivariana de Venezuela y aprobar un valioso documento titulado
“Consenso de nuestra América”.
Se trata de un documento que ha sido discutido
durante meses por las fuerzas que hacen parte del Foro y que según el miembro
del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y dirigente
histórico de la Revolución cubana, José Ramón Balaguer, es “una aproximación histórica
al tema de la unidad de las fuerzas revolucionarias, a la necesidad de la
incorporación de un programa que trascienda la coyuntura electoral y defina en
cada uno de nuestros países los pasos para la toma del poder y la construcción
de nuevas sociedades, soberanas, antimperialistas, solidarias”.
No se pretende aprobar “un manual o conjunto
de tesis que normen la actividad
revolucionaria”, ha dicho el propio Balaguer. De lo que se trata es de un
esfuerzo por sistematizar valores, principios y proyecciones políticas comunes
de las fuerzas de izquierda en aras de aportar al debate y a la construcción
política de cada organización en sus respectivos países y de acuerdo a sus
particulares circunstancias sin soslayar la unidad cultural e histórica que es la
región en sí misma y la responsabilidad ante ello.
Aquí radica la base conceptual de dos
principios fundamentales de la izquierda latinoamericana que fueron resaltados
en aquel primer encuentro en Sao Paulo: la unidad y su expresión en la
integración regional; y la solidaridad y su expresión más noble que es el
internacionalismo.
Así va la izquierda regional a la tierra de
Augusto César Sandino el “general de hombres libres”, abocada a ser gala de su
mayoría de edad y a intentar, por tanto, abrir nuevos cauces por donde transite
la fiebre liberadora y antiimperialista de los pueblos de Nuestra América.