¿Irá Estados Unidos más hacia la derecha conservadora?
El fallecimiento de la jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, pudiera facilitar al presidente Donald Trump dejar a su país un legado de la derecha conservadora al nominar a otro magistrado de esa tendencia para el más alto tribunal del país.
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Jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, recientemente fallecida.
Según el sitio en internet FiveThirtyEight.com esa nominación, sin embargo, tiene el mayor interés para Trump, el Partido Republicano y el movimiento legal conservador. Si tiene éxito, puede cimentar una mayoría conservadora de 6-3 en el tribunal que podría fundamentalmente empujar la ley en Estados Unidos hacia la derecha. El alto tribunal estaba (hasta la muerte de Ginsburg) conformado por cinco jueces de corte conservador y cuatro del ala liberal.
Sobre los principales candidatos al cargo, los jueces federales Amy Coney Barrett, Barbara Lagoa, Allison Jones Rushing y Joan Larsen, la publicación sostienen que todos darían como resultado una justicia mucho más conservadora que reemplazaría a la segunda magistrada más liberal de la corte.
Además, a pocas semanas de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la vacante de Ginsburg crea un nuevo diferendo entre demócratas y republicanos que puede impactar en el futuro político de ese país.
Los apuros del presidente Donald Trump de llenar el puesto previo a su posible salida de la Casa Blanca inclinaría aún más la balanza hacia los intereses republicanos, e incluso pudiera ser escabroso si el máximo tribunal tuviera que tomar acción ante las amenazas del mandatario a desconocer los resultados en noviembre, estiman analistas y entendidos en el tema.
Llama la atención la opinión del juez asociado del Foro, Stephen G. Breyer, quien en una oportunidad dijo que la apariencia de división (en la Corte) corre el riesgo de socavar la confianza del pueblo en el propio tribunal. "Corremos el peligro de autolesionarnos, una herida que puede dañar no sólo a este tribunal, sino a la nación", sostuvo.
Esa situación puede ocurrir ahora si la Casa Blanca, como todo parece indicar rompe la práctica de no seleccionar miembros del tribunal en época de elecciones presidenciales, aunque Trump y los republicanos lo ven como un “derecho”.
Un reciente análisis publicado por el diario The New York Times señaló que al tiempo que los dos partidos principales debaten sobre cómo llevar a cabo una elección durante una pandemia, las acusaciones infundadas del presidente Trump sobre un fraude aumentaron la probabilidad de peleas judiciales postelectorales épicas, en las cuales la justicia intervendría.
Algunos políticos y expertos en el tema abordan la situación y la ven como parte de los adelantos del presidente para desconocer su derrota en las urnas, y sobre todo si, como se espera, en el voto por correo se decide la contienda.
La batalla turbulenta y sin precedentes de recuento de votos en Florida que polarizó a Estados Unidos en el año 2000, y en el que el Supremo dio la victoria a George W. Bush, sobre Al Gore, son un cercano antecedente de lo que pudiera ocurrir.
Señaló el Times la posibilidad de que noviembre sea muy difícil conocer el resultado, y tal vez también lo sean diciembre y enero, debido a que el presidente Trump dijo que las elecciones serán fraudulentas y a que los demócratas lo acusan de intentar que eso se convierta en una profecía autocumplida.
Los demócratas están analizando los peores escenarios, que incluyen cómo responder si Trump se declara victorioso de manera prematura o envía autoridades federales a los bastiones del partido como una táctica de intimidación.
Los republicanos, al abrigo de afirmaciones cuestionables o infundadas acerca de un fraude generalizado, trabajan en la preparación de un contexto que tendrá que decidir un tribunal dominado por los conservadores, más cuando Trump crea incertidumbre al hablar de que las elecciones serán un “golpe de Estado”, “fraude” y “contaminadas” para deslegitimarlas, incluso antes de que ocurran.
“¡Te veo en la corte!”, tuiteó Trump hace unos días a Nevada, que acababa de aprobar una legislación de votación universal por correo, según la cual el estado envía por esa vía una boleta a cada votante registrado.
Los apremios de la Casa Blanca sobre la composición del Tribunal Supremo, la última instancia judicial en el país, tienen que ver evidentemente en que sus decisiones son de máxima importancia a nivel federal.
De sus fallos pueden depender las limitaciones del poder Ejecutivo, la adjudicación de una victoria en caso de empates electorales o temas migratorios como el futuro del programa DACA, del que dependen casi 800 mil jóvenes que esperan no ser deportados de Estados Unidos.
Los demócratas insisten en que debería ser el presidente electo en los comicios próximos quien haga la nominación, una postura con la que el partido cerró filas.
Sin embargo, la decisión final recae en manos del Senado, dominado por el partido rojo, quienes gozan de 53 de los 100 escaños de la Cámara Alta. En ese sentido, los demócratas carecen de los votos necesarios para bloquear cualquier candidatura propuesta por Trump, a menos que algunos republicanos se sumen a su llamado o acudan a tácticas para alargar los debates con el fin de entorpecer la votación en un proceso que debe demorar dos meses.
Así, los demócratas podrían intentar dilatarlo, aunque el Senado tiene tiempo hasta enero, cuando iniciará el nuevo mandato, para realizar la confirmación.
Al parecer los republicanos olvidan su historia pues en 2016, cuando el expresidente Barack Obama nominó antes de las elecciones presidenciales a Merrick Garland tras la muerte del juez conservador Antonin Scalia, bloquearon su candidatura en el Senado.
El presidente del Comité Judicial del Senado, Lindsey Graham (R-S.C.), dijo recientemente que planea terminar las audiencias y la votación en esa instancia a tiempo para sentar al nominado de Trump en el tribunal antes del día de las elecciones.
Al respecto, la Casa Blanca valora cinco candidatos para la vacante, entre ellas las jueces Amy Coney Barrett y Barbara Lagoa, ambas nominadas por Trump a la bancada federal de apelaciones, las que son vistas como los principales contendientes.
Si se consuma el plan de los republicanos, y cualquiera sea el ganador de la presidencia en noviembre, algunos expertos aseguran que los demócratas del Senado deben insistir en la expansión de la Corte Suprema si los republicanos ocupan el puesto de Ginsburg.
Recientemente, el sitio digital zerohedge.com abordó un tema que involucraría decisivamente al Supremo en una posible de crisis electoral como la que se anticipa en territorio estadounidense.
En escenarios como una victoria decisiva de Trump, una victoria decisiva del demócrata Joe Biden, una estrecha victoria de Biden y, un período de incertidumbre prolongado después de la elección, todos los cuales resultarían en violencia callejera y en un impasse político, la decisión y composición de la Corte Suprema pudiera ser determinante.