El genocidio contra Cuba
Estados Unidos, y su política cínica contra Cuba, han quedado aislados y solo es acompañado por “Israel”, otra entidad genocida y criminal.
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El genocidio contra Cuba
Estados Unidos ha intentado durante seis décadas destruir el proyecto de nación que nos hemos dado los cubanos a partir del 1ro de enero de 1959, declarado socialista en abril de 1961.
En todo ese tiempo, hemos resistido el terrorismo en todas sus formas, las agresiones militares, la amenaza nuclear, la introducción de enfermedades y plagas, el asesinato de diplomáticos, los atentados contra dirigentes, el paramilitarismo inducido, y el mercenarismo en todas sus facetas. Todo, absolutamente todo, con el apoyo político, económico y militar de Estados Unidos.
Pero la agresión más prolongada en el tiempo ha sido el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Washington contra el pueblo cubano
Más allá de presidentes
Desde el siglo XIX Cuba ha sido vista con hambre por Estados Unidos. El zarpazo fue concretado a finales de esa centuria. Y aunque no lograron la apetencia mayor: la anexión, si modelaron una nueva forma de posesión: la neocolonia. Se completaba la primera fase de la expansión imperial de Estados Unidos por el Caribe y el Pacífico, que miraría muy pronto a Panamá como punto de enlace.
La Revolución de 1959, en medio de la Guerra Fría, significó un desafío político, ideológico y cultural sin precedentes para la hegemonía alcanzada por Estados Unidos, sobre todo en el hemisferio occidental. El grito de soberanía, liberación nacional, igualdad, y socialismo de la Isla debía ser apagado.
Perder a Cuba era impensable para los grupos de poder estadounidenses. Y para recuperarla y eliminar el “mal ejemplo” han dedicado múltiples esfuerzos. No se trata de políticas personalizadas por este o aquel presidente, por este o aquel partido, aunque existan matices. La relación entre Cuba y Estados Unidos pasa por una disyuntiva: Anexión o Independencia.
Cuba viva
Tras el colapso de las experiencias socialistas en Europa del Este y la Unión Soviética, muchos creyeron que la Revolución Cubana tenía los días contados. Subestimaron la capacidad de resistencia, el apego a la soberanía, la firmeza ideológica, la fuerza cultural y la capacidad defensiva del pueblo cubano. ¿Qué no haría por su Revolución un pueblo que fue capaz de derrotar militarmente el apartheid en África?
No obstante, de manera oportunista, Estados Unidos arreció la guerra económica, codificó el bloqueo con la ley Helms Burton y continuó financiando planes y acciones subversivos.
Los últimos tres años fueron vistos desde Washington como la oportunidad para dar la estocada final al socialismo isleño. Más de 240 medidas de asfixia económica se implementaron por el gobierno de Donald Trump y siguen vigentes, sin que Joe Biden mueva un dedo en una dirección diferente.
La llegada de la pandemia de la COVID-19 completaba un escenario que les parecía perfecto, más cuando el Comandante en Jefe, Fidel Castro, había muerto y los líderes históricos de la Revolución completaban el ciclo de entrega de todas las responsabilidades políticas a las nuevas generaciones de dirigentes.
En un escenario así, el cálculo fue más que criminal. Trump arreció el cerco financiero, obstaculizó las importaciones cubanas de combustibles e insumos médicos, introdujo a Cuba (con el apoyo de Colombia) en la espuria lista de países que no colaboran en la lucha contra el terrorismo, frenó las remesas de cubanos residentes en el exterior, impidió los viajes de estadounidenses a Cuba; amenazó a empresas y bancos de terceros países que negocian con Cuba; activó el capítulo III de la Ley Helms-Burton para intimidar a potenciales inversionistas en la Isla; estigmatizó la colaboración médica antillana con el mundo, y paralizó los acercamientos culturales, científicos, diplomáticos y económicos que se venían produciendo entre ambos países.
Sin embargo, Trump se fue y Cuba sigue viva. Viva en medio de una pandemia que vence y ayuda a vencer a otros, primero con médicos y enfermaras en 40 países salvando vidas y enfrentando la COVID-19; y ahora con cinco vacunas, dos de ellas, la Soberana 02 y la Abdala, con probada eficacia y listas para inmunizar no solo a los cubanos.
En medio de esta colosal proeza científica y humana, el bloqueo de Estados Unidos sigue intacto, sin que la actual administración se disponga a revisar esa inmoral política. El presidente Biden llegó a su puesto alegando que lucharía por el respeto a los derechos humanos, sin embargo, mantiene una guerra económica que viola los de un pueblo que no se ha cansado de extenderle su mano amiga al mundo.
La ONU condenó hoy, como es habitual desde 1992, el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba. Esta política, catalogada como genocidio, fue condenada por 184 países, la inmensa mayoría de los miembros de la Asamblea General de la ONU,
Estados Unidos, y su cinismo contra Cuba, han quedado aislados y solo fue acompañado por “Israel”, otra entidad genocida y criminal.
Los efectos sociales y económicos del bloqueo contra Cuba, que suman en el último quinquenio más de 17 mil millones de dólares, y solo en el último año y medio pérdidas por más de nueve mil millones de dólares, no frenará la voluntad de Cuba de continuar su camino. ¿Cuánto hubiera hecho Cuba con esos recursos? Esa es la clave que explica el bloqueo. Se impide que una isla humana, socialista, solidaria y capacitada, a 90 millas de las costas estadounidenses, tenga la posibilidad de mostrar todo su potencial frente al sistema inhumano, egoísta y capitalista que prevalece en el mundo. Ante tal desafío, Estados Unidos apuesta por el genocidio. No obstante, Cuba vencerá.